Universitarios transforman residuos de piña en papel ecológico sostenible

By Aldo Juan Peralta Lemus

Imagen Unifranz - Estudiantes de bioquímica y farmacia.

Un grupo de estudiantes de la carrera de Bioquímica y Farmacia ha marcado un precedente en innovación ambiental, porque han desarrollado un tipo de papel ecológico utilizando residuos de piña como materia prima. Este producto, que emerge en el marco de una iniciativa académica de sostenibilidad, no solo propone una alternativa al papel tradicional, sino que también ofrece una solución creativa al problema del desperdicio agrícola.

Mary Cruz Martínez Tórrez, docente de la carrera de Bioquímica y Farmacia de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, destaca que la utilización del papel ecológico desarrollado, disminuye la tala de los árboles, siendo este uno de los beneficios del proyecto con el medio ambiente. 

“Ecopapel es un producto artesanal ya que es elaborado a partir de la corona de la piña. Es un producto agroindustrial ya que nosotros utilizamos un residuo en el cual las personas de los mercados están desechando, y nosotros estamos reutilizando esos desechos”, explica la académica.

La iniciativa de este proyecto busca aprovechar la corona de la piña, que normalmente se desecha tras el consumo del fruto. Las fibras vegetales de la piña son resistentes y tras un proceso de transformación artesanal se obtiene el papel biodegradable y compostable.

El potencial de Ecopapel

La fabricación manual del papel evita el uso de químicos agresivos, lo que lo convierte en una opción mucho más amigable con el medio ambiente, porque no utiliza blanqueadores ni aditivos tóxicos. Además, en el proceso de producción, utiliza una cantidad mínima de agua, a comparación de un proceso tradicional de fabricación de papel a partir de celulosa de árbol. Esto no solo lo hace más amigable con el medioambiente, sino también más económico. 

“El producto tiene potencial para escalar, si se cuenta con el equipamiento adecuado para automatizar ciertas etapas del proceso, como el triturado y el prensado. Además, el acceso a grandes volúmenes de residuos de piña lo hace viable como producto ecológico en mercados locales y turísticos, especialmente si se diversifican los formatos de uso como: papel artístico, envoltorios sostenibles hasta vajilla biodegradable”, sostiene la académica. 

La contribución de este producto ecológico al medio ambiente contempla: la reducción en generación de residuos orgánicos al reutilizar la corona de piña. También disminuye la presión sobre los bosques, al ofrecer una alternativa a la celulosa tradicional. Promueve la economía circular, involucrando a productores, estudiantes, emprendedores y finalmente, concientiza sobre el valor de los residuos orgánicos como recursos útiles a través de la educación ambiental.

De residuo a papel

Según Martínez, el proceso de elaboración artesanal del producto se logra en seis pasos. El primero de ellos es el más importante: la recolección de las coronas de piña descartadas, la materia prima para llevar adelante el proyecto. La acumulación de estos residuos, generalmente se da en los mercados, donde los dos estudiantes se organizaron para obtener tan valioso recurso.

Después, la materia prima pasa por una etapa de lavado para facilitar el tratamiento, según explican Heily Quiroz y Leonardo Palomeque, estudiantes de la carrera de Bioquímica y Farmacia de Unifraz. 

Para obtener las ansiadas fibras utilizadas en la elaboración del producto, los residuos de piña deben atravesar un proceso inicial de cocción en agua. “Una vez obtenida la materia prima, que son las hojas de piña de los mercados, lo que hacemos es pasar al laboratorio para lavarlas, desinfectarlas y cortarlas. Después pasa por un proceso de cocción por altas temperaturas”, explica Quiroz.

Este procedimiento es fundamental, ya que permite el “ablandamiento” de los restos vegetales, facilitando así la posterior separación de las fibras. Una vez cocidos, los residuos son sometidos a un proceso mecánico que incluye el troceado y triturado, con el objetivo de desintegrar el material y transformarlo en una pulpa uniforme y homogénea.

Esta pulpa, rica en fibras naturales, se coloca cuidadosamente en bastidores especiales, donde se da forma a las delgadas hojas de papel. En esta etapa, se lleva a cabo un prensado que ayuda a eliminar el exceso de agua, seguido por un proceso de secado que consolida la estructura del papel. El resultado final es un producto ecológico y sustentable: el Ecopapel, una alternativa amigable con el medio ambiente que aprovecha los residuos agrícolas de forma innovadora.

“El proyecto se desarrolló en cuatro semanas, y actualmente se encuentra en la etapa de evaluación del producto final, y en pruebas para explorar posibles usos como: papel para envoltorios, etiquetas o platos biodegradables”, destaca Martínez.

El proceso de producción de Ecopapel, cobró vida en los laboratorios y el Fab Lab de Unifranz, donde la combinación de creatividad, ciencia y tecnología se unieron para dar forma a esta propuesta sostenible, apoyado en el enfoque participativo de cada uno de los desarrolladores del proyecto. Más que una experiencia académica, esta iniciativa refleja una conexión auténtica con la realidad social.

“Este tipo de experiencia destaca mi creatividad y fortalece mis habilidades técnicas. En el caso de innovar para tener un pensamiento más crítico, como futuro profesional en Bioquímica y Farmacia, considero que es necesario enfrentarse a problemas reales: ya sea en el tema de laboratorio, industria y farmacia o incluso en el área de investigación”, destaca el estudiante Palomeque.

Este proyecto es el producto evidencia que una educación superior con enfoque transformador y comprometido es posible. Ejemplo como este, son los impulsores hasta de eventos como el FIIE: VI Foro Internacional de Innovación Educativa denominado: Educación para la Sostenibilidad. Un evento promovido por Unifranz, a realizarse los días 3 y 4 de julio en Santa Cruz.

De la misma manera, en este proyecto no solo se evidencia el talento, la creatividad y el compromiso científico de la dupla desarrolladora, sino también, junto a su tutora, marcan un paso significativo hacia el aprovechamiento de residuos con impacto ambiental. Esto forma parte de la visión educativa integral promovida en Unifranz, donde la ciencia no se queda en el aula, sino que se proyecta como herramienta de transformación social, convirtiendo a los estudiantes en promotores de cambio. 

“Este proyecto es un claro ejemplo del enfoque: aprender haciendo de Unifranz, donde la teoría se convierte en acción. Además, demuestra cómo la biotecnología puede impulsar soluciones locales, sostenibles y con impacto social”, destaca Martínez.

En definitiva, es un ejemplo de cómo la educación puede sembrar soluciones reales para construir un futuro más humano y sustentable además, es el reflejo de un modelo que fomenta el pensamiento crítico, la innovación con propósito y el liderazgo comprometido con el entorno. “Ecopapel de piña no solo aporta al cuidado del medio ambiente, sino que promueve una conciencia ecológica, el emprendimiento verde y la educación ambiental”, concluye Martínez.

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