Turismo en Bolivia: el motor de la transformación sostenible e inclusiva

Bolivia se perfila como uno de los destinos emergentes más atractivos de la región, gracias a un potencial turístico que no solo resalta por su diversidad cultural y natural, sino porque se ha convertido en un sector clave para la transformación sostenible e inclusiva del país.
Con paisajes únicos, comunidades que apuestan por la preservación de su identidad y un creciente interés internacional, el turismo boliviano se presenta como una de las pocas actividades capaces de generar ingresos, empleo digno y cohesión social en medio de una compleja coyuntura económica.
“El turismo es mucho más que un aporte al crecimiento económico. Es un acelerador del progreso social, fomenta la educación, genera oportunidades para comunidades vulnerables y promueve la resiliencia cultural y ambiental”, afirma Javier Rivera, director de la carrera de Administración de Hotelería y Turismo de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
Cada 27 de septiembre se celebra el Día Mundial del Turismo, instaurado en 1980 por la Organización Mundial del Turismo (OMT). La fecha busca visibilizar el impacto cultural, social, político y económico del sector en todo el mundo. En 2025, la consigna es “Turismo e inversiones verdes”, un lema que destaca el papel estratégico de esta industria en la transición hacia economías más inclusivas y sostenibles.
El turismo articula pilares fundamentales: educación, cultura, sostenibilidad ambiental y planificación estratégica. Rivera recuerda que cuando un niño, joven o adulto descubre que su cultura, sus danzas, su música o sus paisajes despiertan admiración en visitantes de todo el mundo, surge un sentimiento de orgullo y responsabilidad que fortalece la identidad local y motiva a cuidar lo propio. Esa conciencia, además de promover resiliencia cultural, abre oportunidades de desarrollo en zonas rurales e indígenas.
Uno de los desafíos, sin embargo, sigue siendo la conflictividad social. “Cada bloqueo de carreteras no solo paraliza la economía nacional, sino que golpea directamente la imagen del país como destino turístico. Un turista que ve frustrado su viaje difícilmente volverá y transmite esa percepción negativa a otros posibles visitantes”, advierte Rivera. Resolver este problema es clave para consolidar a Bolivia como destino confiable.
El turismo también responde a problemas estructurales: puede reducir la migración campo-ciudad al generar oportunidades de empleo en comunidades rurales y evitar la pérdida de tradiciones. Al mismo tiempo, alivia la presión sobre urbes saturadas que no logran satisfacer la demanda de servicios básicos. De este modo, se convierte en un sector que contribuye a un desarrollo territorial más equilibrado.
Rivera enfatiza que el turismo impulsa el emprendimiento y la innovación. En un mundo digitalizado, las pequeñas y medianas empresas turísticas bolivianas encuentran en la tecnología la posibilidad de diversificar productos, alcanzar nuevos mercados y generar ingresos de forma sostenible.
“Invertir en innovación turística no es un lujo, es una necesidad para competir en un mercado global cada vez más exigente”, señala.
La sostenibilidad ambiental es otro de los pilares que sostiene a este sector. Rivera insiste en que el turismo solo será un verdadero motor de transformación si se desarrolla bajo un modelo que conserve la biodiversidad, reduzca emisiones y priorice infraestructuras resilientes frente al cambio climático. Sin este compromiso, el potencial turístico de Bolivia corre el riesgo de ser insostenible a largo plazo.
En cuanto a destinos con gran proyección, Bolivia ofrece escenarios de relevancia internacional. El Salar de Uyuni, considerado el desierto de sal más grande del mundo, atrae a miles de visitantes cada año. El Parque Nacional Madidi, reconocido como uno de los lugares con mayor biodiversidad del planeta, es un laboratorio natural para el ecoturismo. Las Misiones Jesuíticas, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, son ejemplo de turismo cultural con impacto social en las comunidades locales. La gastronomía boliviana, cada vez más reconocida en el ámbito internacional, también se suma a esta oferta diversificada que combina identidad y sostenibilidad.
“Bolivia necesita que sus próximos gobernantes asuman al turismo como una actividad estratégica de Estado. La única forma real de lograrlo es elevar el turismo a rango de Ministerio, con presupuesto, políticas y la institucionalidad necesaria para gestionarlo con la seriedad que requiere”, enfatiza Rivera. Esta medida, sostiene, sería determinante para posicionar al país en el mapa mundial del turismo sostenible.
El Día Mundial del Turismo 2025 nos recuerda que no basta con crecer en cifras. Lo que está en juego es la posibilidad de transformar realidades. Para Rivera, Bolivia tiene la oportunidad histórica de hacer del turismo su gran motor de progreso, siempre que logre articular educación, cultura, sostenibilidad ambiental e innovación en una visión de futuro compartida.
“Ha llegado la hora de creer en el turismo como política de Estado, con ministerio propio y con profesionales comprometidos, para que el país camine con firmeza hacia un desarrollo integral, sostenible e inclusivo”, concluye el académico de Unifranz.
Fuente: Javier Rivera, director de la carrera de Administración de Hotelería y Turismo de Unifranz