Transformar residuos en esperanza: estudiantes de Unifranz crean ecopapel que cuida el planeta y revaloriza residuos

By Lily Zurita Zelada

Imagen Unifranz

Leonardo y Heily, dos jóvenes estudiantes de Bioquímica y Farmacia de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, nunca imaginaron que una fruta tan común como la piña (Ananas comosus) se convertiría en el eje central de un proyecto ecológico capaz de aportar a la sostenibilidad del planeta. Lo que comenzó como una práctica en el aula, hoy se proyecta como una innovadora alternativa al papel tradicional, con beneficios concretos para el medio ambiente y un poderoso mensaje de conciencia ecológica.

La iniciativa, denominada Ecopapel de piña, consiste en la elaboración artesanal de papel a partir de las coronas de piña —residuos agroindustriales que normalmente se desechan—. Su desarrollo es el resultado de un enfoque educativo práctico, basado en la filosofía de “aprender haciendo”, donde los estudiantes no solo absorben teoría, sino que la aplican para resolver problemas reales del entorno.

“El ecopapel de piña es una alternativa sostenible al papel convencional. Al reutilizar un residuo vegetal como la corona de piña, reducimos la tala de árboles, fomentamos el reciclaje y promovemos la economía circular”, afirma Mary Cruz Martínez, docente de la carrera de Bioquímica y Farmacia en Unifranz y mentora del proyecto.

Según datos del Fondo Nacional de Desarrollo Integral (Fonadin), en Bolivia existen alrededor de 3.000 productores de piña que, solo en 2024, generaron más de 55.000 toneladas de esta fruta en el trópico de Cochabamba (90%), norte de La Paz y región de Guarayos en Santa Cruz. La producción no solo abastece el consumo interno, sino que también se orienta a la consolidación de mercados de exportación, como Chile.

Un proceso artesanal, ecológico y replicable

El desarrollo del ecopapel sigue un proceso totalmente artesanal y respetuoso con el medio ambiente. Las etapas incluyen la recolección de coronas descartadas, el lavado y trozado del material, su cocción con agua y sosa para ablandar las fibras, el triturado hasta formar una pulpa homogénea, y finalmente la formación de hojas mediante bastidores, prensado y secado.

El proyecto se llevó a cabo en laboratorios y Fab Lab de Unifranz, utilizando insumos recolectados en mercados locales. Esta articulación con actores externos, como los vendedores de piña, resalta el enfoque comunitario de la iniciativa y su conexión directa con la realidad del entorno.

Los protagonistas de esta experiencia son Leonardo Daijiro Palomeque Monje, Heily Diana Quiroz Ramírez, y la misma docente Mary Cruz Martínez Torrez, quienes aún se encuentran en fase de evaluación del producto final y exploración de nuevos usos para el ecopapel, desde envoltorios sostenibles y etiquetas ecológicas, hasta platos biodegradables y papel artístico.

“El papel artesanal elaborado con fibras vegetales puede convertirse en un insumo clave para emprendimientos verdes. Tiene muchas posibilidades de escalamiento si se automatizan algunas etapas del proceso, como el triturado y el prensado”, explica Martínez.

Una solución con impacto local y global

El proyecto destaca no solo por su innovación técnica, sino también por su capacidad de generar un impacto tangible en la comunidad y el medioambiente. 

Al aprovechar un residuo abundante y de bajo costo como la corona de piña, el ecopapel se posiciona como un producto viable, ecológico y funcional en mercados locales y turísticos, donde existe una creciente demanda por alternativas sostenibles.

“El ecopapel de piña no solo reduce la cantidad de desechos orgánicos, sino que disminuye la presión sobre los bosques al ofrecer una opción real al uso de celulosa tradicional”, señala la docente, y añade que “también promueve una visión colaborativa, porque involucra a productores de piña, estudiantes universitarios y potenciales emprendedores ecológicos”.

Entre los principales aportes del proyecto a la sostenibilidad del planeta, se destacan:

  • Reducción de residuos orgánicos al reutilizar coronas de piña.
  • Disminución de la deforestación, al evitar el uso de celulosa convencional.
  • Impulso a la economía circular, aprovechando residuos agroindustriales.
  • Educación ambiental activa, mediante la práctica en el aula y el trabajo comunitario.

El aula como motor de cambio

Este tipo de iniciativas educativas evidencian cómo la formación académica puede tener un impacto directo en la construcción de un futuro más sostenible. La propuesta no solo refleja el talento y compromiso científico de los jóvenes, sino que también abre la puerta a futuras aplicaciones en el desarrollo de productos amigables con el medio ambiente.

“El proyecto muestra cómo la biotecnología puede transformar problemáticas locales en oportunidades. Desde algo que usualmente se considera basura, se puede crear un recurso útil, ecológico y con valor agregado”, destaca Martínez.

El ecopapel de piña no es solo un producto biodegradable; es también una herramienta educativa y un catalizador para el emprendimiento verde. Representa una forma creativa y responsable de aplicar la ciencia en la vida cotidiana y de inspirar a otros jóvenes a imaginar soluciones innovadoras que respondan a las necesidades ambientales de sus comunidades.

En palabras de la docente, “más allá de ser un simple producto artesanal, este proyecto se proyecta como una propuesta educativa transformadora, que inspira a crear con propósito, responsabilidad y compromiso con el entorno”.

Además, la experiencia promovió una visión interdisciplinaria, al vincular conocimientos de bioquímica, ecología, tecnología y sostenibilidad. Todo esto refuerza el modelo pedagógico de Unifranz, centrado en el desarrollo de competencias prácticas, innovación y conciencia social.

Una semilla para el futuro

Ecopapel de piña es el símbolo de una nueva mentalidad. En un contexto marcado por el cambio climático y la contaminación ambiental que amenazan la vida en el planeta, este tipo de soluciones representan una esperanza concreta. 

El trabajo de Leonardo, Heily y su mentora Martínez, demuestra que las ideas simples, cuando se ejecutan con pasión y compromiso, pueden tener un gran impacto.

Aunque el proyecto aún se encuentra en etapa de prueba, sus creadores no descartan llevarlo más allá del laboratorio. Con el equipamiento adecuado y alianzas estratégicas, el ecopapel podría convertirse en una iniciativa productiva autosostenible, generadora de empleo y promotora de valores ecológicos en toda Bolivia y más allá.

La piña, símbolo tropical por excelencia, ahora también puede representar una revolución silenciosa en la forma en que producimos papel. Y todo empezó con una pregunta sencilla en una clase de biotecnología: ¿Qué podemos hacer con lo que otros desechan?

Ecopapel de piña no es solo un logro académico; es el resultado de un modelo educativo que apuesta por la formación integral, donde el conocimiento se convierte en herramienta de transformación social y preservación de la biodiversidad del planeta. Este tipo de iniciativas reflejan cómo las nuevas generaciones no solo imaginan futuros distintos, sino que los diseñan con sus propias manos y desde espacios académicos donde se cultiva el pensamiento crítico, la empatía y la capacidad de actuar ante los problemas reales. Leonardo y Heily son testimonio de que los jóvenes son capaces de imaginar soluciones, emprender con ética y de construir, con sus manos y con sus ideas, un futuro sostenible.Este tipo de educación transformadora será abordada en el FIIE: VI Foro Internacional de Innovación Educativa denominado “Educación para la sostenibilidad”, el 3 y 4 de julio en Santa Cruz. El encuentro es impulsado por Unifranz con el objetivo de diseñar una hoja de ruta que garantice una educación de calidad, inclusiva y pertinente, orientada al desarrollo sostenible de Latinoamérica rumbo al 2050.

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Lily Zurita Zelada

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