Tener hábitos, ensayar y repetir, la base para cuidar la salud de la memoria

By Paula Beatriz Cahuasa

Recordar es una habilidad que nos permite adaptarnos y funcionar en nuestro entorno, mientras que el olvido, aunque natural, puede convertirse en un obstáculo cuando interfiere en nuestras actividades cotidianas. Mantener buenos hábitos y practicar el ensayo (repetición) son clave para preservar la memoria y prevenir problemas mayores, explica Pedro Wáskar Aramayo, docente de la carrera de Psicología de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz. 

“La memoria es uno de los procesos psicológicos básicos. Nos permite ser funcionales y adaptarnos al entorno. Existen dos tipos de memoria, de corto y largo plazo. En el caso de la primera, una vez que la información deja de ser útil, se elimina del almacén temporal para dar paso a nueva información”, detalla el experto. 

Aunque olvidar es un proceso funcional y natural, Aramayo advierte que puede convertirse en una preocupación cuando afecta actividades que antes eran manejadas con facilidad. “Por ejemplo, si el paciente siempre fue bueno reteniendo nombres al conocer a alguien nuevo y ahora se olvida, o si antes dejaba las llaves en el mismo lugar y ahora comienza a perderlas, es motivo de preocupación”, agrega.

Ensayar y repetir información es una de las estrategias más efectivas para fortalecer los recuerdos. “El ensayo es fundamental para la retención de recuerdos. Las actividades rutinarias, lecturas e información repetidas permiten generar circuitos neuronales que facilitan el acceso a la información”, puntualiza el especialista.

Al practicar estos hábitos, no sólo reforzamos la memoria, sino que también evitamos que detalles importantes sean olvidados. Se deben desarrollar rutinas concretas. Por ejemplo, dejar las llaves siempre en el mismo lugar ayuda a no perderlas.

Por otro lado, los hábitos alimenticios también juegan un papel importante. Una dieta equilibrada, rica en alimentos naturales como frutas, verduras y nueces, también contribuye al buen funcionamiento cognitivo. Al mismo tiempo, reducir el estrés, dormir lo suficiente y realizar actividad física fortalecen nuestra capacidad para retener información.

Por otro lado, Aramayo destaca que las causas del olvido pueden dividirse en funcionales y patológicas. Entre las primeras, se encuentra el cerebro eliminando información que ya no es relevante, como datos aprendidos en un contexto temporal o nombres de personas conocidas circunstancialmente. “Estas cosas permanecerán en nuestra memoria mientras sean útiles y no hayamos establecido un vínculo emocional fuerte que les permita pasar a la memoria de largo plazo”, explica Aramayo.

En el caso de causas patológicas, se incluyen enfermedades como el Alzheimer, lesiones cerebrales o situaciones de alto estrés emocional que pueden generar amnesias lacunares. En estos casos, la intervención temprana es esencial para minimizar los efectos.

Asimismo, a medida que la gente envejece, se preocupa más por su memoria. Si bien es cierto que nuestro olvido se acentúa, no siempre significa que haya un problema.

Cuanto más vivimos, tenemos más experiencias y más que recordar. No sólo eso, sino que las vivencias tienen mucho en común, lo que significa que puede llegar a ser difícil separar estos acontecimientos en nuestra memoria.

Por ello, adoptar hábitos saludables no solo mejora la memoria, sino también nuestra calidad de vida en general. Al incorporar el ensayo, desarrollar rutinas y cuidar nuestra alimentación, podemos prevenir olvidos innecesarios y mantenernos funcionales en nuestro día a día. En definitiva, el compromiso con nuestra salud mental y física es la mejor estrategia para preservar nuestros recuerdos.

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