¿Quién no vio alguna vez un títere en una clase de nivel inicial, en manos del profesor que con entusiasmo enseñaba las vocales a sus estudiantes? La revolución tecnológica permite, ahora, tener un asistente de enseñanza, se trata del robot social Sima, que está en diferentes aulas de Latinoamérica y que fue expuesta como parte de las experiencias de EdTech –tecnología educativa– en el IV Foro Internacional ‘Innovación Tecnológica y Gobernanza en la Educación Superior’, que organizó la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, en alianza con otras instituciones..
Con un teléfono inteligente o una tableta, Sima orienta a niños y les hace repetir cada palabra y letra qué algún diestro profesor programó desde una plataforma, en una nube de datos.
Parece complicado, pero no lo es. Se trata de la idea de los venezolanos Virginia Días y Felipe Araya, quienes crearon su propia compañía de robots sociales.
No hubo un problema a resolver, sino una necesidad. «La educación tiene que ser cada vez más personalizada, más adaptada a las necesidades específicas que tenemos. Para los profesores es muy complicado personalizar la enseñanza, es aquí donde entra Sima», dice Araya, el CEO de la empresa que ya irrumpió en varios países.
En una escuela rural de El Salvador, una pequeña pantalla de teléfono inteligente habla a un grupo de niños y les dice ¿qué letra es? Y el grupo responde en coro: es la o y la profesora dice: la o de oveja, son grandiosos.
El software de Sima recibe contenido de más de un millar de variedad, en la plataforma educativa que cuenta, pero además hay más de mil adicionales que alimentan los Simateachers, en toda Latinoamérica, explica Araya.
«Sima es un compañero para aprender y jugar con los estudiantes, pero, sobre todo, se convierte en un asistente de los profesores, que va llevando experiencias personalizadas», afirma el experto ingeniero de sistemas.
Sima tiene dos alternativas de robot social. El primero, que es para teléfono inteligente y permite orientar clases grupales y el segundo, es para tableta y es ideal para individualizar la enseñanza de contenidos.
¿Cómo funciona?
Sima es un robot amigable, empático, que tiene una plataforma GPT de acceso para los profesores, donde podrán vaciar el contenido, imágenes y gestos que reflejará el robot, al momento que interactúe con los estudiantes.
«Es como si estuvieran llenando un formulario de Google (…). Aumenta la motivación, el compromiso y permite personalizar el aprendizaje», enfatiza Araya.
El germen de Sima fue la ocurrencia de Araya y su esposa por crear un robot para su hijo recién nacido. El éxito del prototipo generó interés para producir en cantidades.
«El objetivo de un robot no es hacer una tarea en lo físico, sino, que a través de una interacción de las personas, imitando la forma cómo nosotros nos comunicamos, sea capaz de atender una necesidad de las personas», afirma Araya.
El CEO de Sima explica que es difícil acceder a un robot que se fabrica en Japón para mejorar la educación en América Latina, tal como fuera el costo de un vehículo y esta razón fue parte de su motivación para facilitar el androide en varios países. Aunque su próxima meta será incursionar en el mercado tecnológico asiático.
“Hay dos cosas importantes de la inteligencia de Sima, tiene una inteligencia artificial, que ayuda a responder cualquier tipo de preguntas (…), pero también cuenta con una plataforma para que los profesores generen y adapten las actividades que van alineadas a los estudiantes”, afirma Araya.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y Cultura (Unesco, por su abreviación en inglés) afirma que el uso de la inteligencia artificial tiene el objetivo de reducir la brecha de desigualdad en el acceso a la educación.
En el mundo, según datos de la Unesco, luego de la pandemia, al menos 100 millones de estudiantes atraviesan dificultades de aprendizaje. Para paliar este panorama se requiere formar 60 millones de profesores, también con el fin de cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible, pero en la actualidad, solo hay 20 millones de educadores.
La innovación tecnológica, para Araya, es importante ya que explota al máximo las capacidades creativas y resuelve varias necesidades. Considera que se debe persistir con un sueño.
“Pienso que es importante no dejar de soñar nunca y ser muy terco y obstinado, independientemente que uno cree, que ustedes crean que el entorno, posiblemente, no era el propicio”, afirma.