Por Lily Zurita
La proliferación de las redes sociales ha supuesto un reto nuevo para el periodismo tradicional. A pesar de las transformaciones emprendidas por el sector periodístico, la disrupción abarca tanto el ejercicio informativo en sí como el sustento en un modelo de negocios efectivo.
Tres profesionales con contrastada carrera afrontan un debate sobre los retos que se deben encarar. Mónica Salvatierra, jefa de redacción de EL DEBER, Gabriel Romano, corresponsal para medios internacionales, y Raúl Peñaranda, presidente de la Asociación de Periodista de La Paz, responden a las inquietudes del sector.
En 2020 el mundo sufrió un remezón por la irrupción de un nuevo virus, el SARS-CoV-2. La vida de millones de personas afrontó drásticos cambios a sus rutinas. La cuarentena y el confinamiento supuso un freno a muchas esperanzas.
La pandemia también llegó plagada de noticias falsas, de mentiras y distorsiones. La especulación y la desinformación en medios de comunicación y redes sociales ganaron rápidamente terreno y superaron a la información fidedigna, verificada, real o certera.
La Infodemia hace alusión a un exceso de información (veraz o no) que dificulta que las personas accedan a aquella proveniente de fuentes fiables y obtengan orientaciones válidas para la toma de decisiones, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Además, hace referencia a un gran aumento del volumen de información relativa a un tema, donde aparece una mezcla de información científica y técnica con rumores, datos manipulados, falsos expertos, información incorrecta y noticias falsas y tendenciosas que dificultan su procesamiento y discernimiento.
Para combatir la desinformación, en marzo de ese año, nació el portal bolivianverifica.com, en coordinación con la Fundación para el Periodismo y el Sistema de las Naciones Unidas, una página web donde se publicaba información verificada sobre la prevención y estado de la enfermedad en Bolivia.
Infodemia: instantaneidad y avalancha de contenidos
El 30 de diciembre del pasado año, Chequea Bolivia, otro portal que detecta noticias falsas, alertaba que circulaba contenido engañoso sobre una supuesta militarización de Santa Cruz, tras los conflictos ocurridos en esa ciudad, luego de la aprehensión de su gobernador, Luis Fernando Camacho.
Las noticias falsas o fake news siempre existieron sin embargo con la llegada del internet y las nuevas tecnologías de la información, estas se acrecentaron peligrosamente.
Si bien es cierto que hay que ser ágil para presentar las noticias, una regla básica del periodismo es que no se puede dar una información que no esté verificada.
“Ahí es donde entra el criterio, la forma y la búsqueda de verificar si algo es cierto o no. La credibilidad de una noticia es el valor más importante del periodista y del medio donde trabaja”, reflexiona la periodista Mónica Salvatierra, jefa de redacción de El Deber y docente de la carrera de Periodismo de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
La avalancha de contenidos podría parecer una forma de poner a disposición de los usuarios un sinfín de alternativas, entre ellas, las estrictamente informativas.
“Esto se presenta como una apariencia de libertad donde cada individuo tiene la posibilidad de elegir aquellos contenidos que prefiera según las aficiones y preferencias personales (…)”, sostiene por su parte el corresponsal internacional Gabriel Romano, también docente universitario en Unifranz La Paz.
En tanto, el presidente de la Asociación de Periodistas de La Paz, Raúl Peñaranda, explica que los medios no deben enviar información no verificada a sus públicos, pero los usuarios de las redes sociales lo hacen sin ningún problema.
“El periodista tiene el desafío de discernir, jerarquizar o eliminar lo que realmente no es necesario y tratar de poner en foco lo importante, pero cada vez hay más información disponible, siendo una tarea más difícil”, indica
Credibilidad, el mayor capital del periodista
Antes que ser un ciudadano, el periodista se juega por una idea u otra. Esta confrontación de posiciones se refleja en el reportaje periodístico que recoge las posturas de todas las partes.
“No podemos esconder ni negar que los periodistas tenemos nuestra opinión sobre las cosas que pasan, pero a la hora de informar tenemos que dejar de lado esa opinión y ser lo más profesionales y objetivos posibles en el recojo de información”, dice Salvatierra.
La credibilidad es el mayor capital del periodista, quien tiene que ser fiel a sus valores, a sus principios, tratar de medir con la misma vara a todos, aunque en una sociedad polarizada ello genera solo críticas.
Peñaranda, quien fuera director de importantes matutinos en el país, cuenta que, en su caso, por ejemplo, cuando hace algún comentario sobre la oposición, inmediatamente los trolls (personas que publican mensajes instigadores en Internet escondidos en cuentas con identidades falsas en redes sociales ) empiezan a cuestionarlo. “Durante el gobierno transitorio, el periódico que dirigía fue muy crítico del gobierno de Añez, y los usuarios los veían como traidores”, recuerda.
En una sociedad polarizada, las partes en disputa buscan eliminar los matices. Es un fuego cruzado que busca imponer la ilusión de que únicamente hay dos alternativas. La lógica de la polarización es de suma cero, donde uno es el que gana todo y el otro pierde absolutamente todo. Este razonamiento se aleja de los patrones democráticos en los que se pide a los extremos ceder para encontrar un punto de equilibrio.
Para Romano, en una sociedad polarizada se genera un periodismo militante y, bajo la premisa de que la objetividad no existe y tampoco la neutralidad, se intenta justificar la existencia de esa militancia periodística, que en el fondo pasa a ser un instrumento de un proyecto político y no un útil de la sociedad.
Estudiar periodismo en tiempos disruptivos
El periodismo tiene una fuerte relación con la democracia, con el estado de derecho, con los valores y con lo que la gente percibe como sus principios fundamentales. Según Romano, hay que estudiar periodismo porque debemos seguir defendiendo esos valores y principios, peor en tiempos en los que gobiernos autoritarios conculcan derechos y ejercen violencia.
Además, estudiar periodismo –dice Peñaranda- da muchas satisfacciones personales, uno disfruta de su trabajo. De manera inmediata, se conecta con la gente y también puedes ayudar a resolver problemas
Finalmente, Salvatierra sostiene que hay que estudiar periodismo porque el periodista es el que ve la película de la vida en primera fila. “Los periodistas estamos ahí, estamos viendo todo y vivimos en un sube y baja constante de las cosas que le pasan a nuestra sociedad”.