Robots en la educación: cómo la robótica impulsa el aprendizaje en la era STEM+

La robótica educativa se ha convertido en una de las herramientas más innovadoras para potenciar la enseñanza y preparar a los estudiantes frente a los retos de la era digital. Su implementación en el aula no solo estimula la creatividad y el pensamiento lógico, sino que fortalece competencias técnicas y blandas esenciales para el futuro profesional. En este contexto, la educación STEM+ (Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Matemáticas y habilidades blandas) encuentra en los robots un aliado clave para transformar la forma de enseñar y aprender.

“A partir de estos conocimientos, los estudiantes pueden desarrollar grandes proyectos; la robótica puede llegar a solucionar muchos problemas que actualmente tenemos”, afirma José Francisco Aranibar, docente de la carrera de Ingeniería de Sistemas de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.

De acuerdo con un estudio publicado en la revista Nature, titulado “Efectos globales de la educación basada en robots en los logros académicos, la computación, la motivación y el rendimiento”, el uso de robótica en los programas educativos tiene “un efecto positivo y significativo en los resultados académicos en comparación con métodos tradicionales”. El metaanálisis, que recopiló datos de más de 3.200 estudiantes en 36 estudios, concluyó que los alumnos que trabajaron con robots demostraron una comprensión más profunda en matemáticas y ciencias, mayor conocimiento computacional y una motivación sostenida para aprender.

Por su parte, Grecia Bello, coordinadora del Fab Lab Santa Cruz, asegura que “la robótica educativa es una herramienta que permite desarrollar habilidades de diseño, análisis y creatividad, aplicable en todos los niveles educativos, desde kínder hasta la universidad”. En su opinión, esta metodología fomenta la curiosidad de los niños y jóvenes, quienes descubren que programar un robot no solo es un juego, sino una vía para resolver problemas reales.

Bello enfatiza que la robótica se enmarca plenamente en la metodología STEM+. “No solo nutre al estudiante en habilidades matemáticas, sino que también trabaja en áreas de lingüística y despierta la creatividad artística en proyectos aplicados a la robótica”. Así, la robótica trasciende la enseñanza técnica para convertirse en un puente entre disciplinas, estimulando el trabajo en equipo, la comunicación y la innovación.

En la práctica, los robots se incorporan al aula a través de herramientas como Lego Mindstorms, Microbit o Arduino Education. Estas plataformas permiten que niños, adolescentes y universitarios aprendan desde conceptos básicos de programación hasta aplicaciones semiprofesionales. 

“Arduino tiene el trono de ser la placa de desarrollo electrónica más usada del mundo”, comenta Bello, quien resalta además el valor del software libre y las plataformas abiertas que facilitan el acceso a experimentos y proyectos a bajo costo.

Los proyectos que se desarrollan en los programas educativos van desde autos seguidores de línea y robots controlados por bluetooth, hasta manipuladores con articulaciones que enseñan principios de mecánica e hidráulica.

“La ingeniería de sistemas no divorcia el hardware y el software, más al contrario: ambos van de la mano. Si diseño y creo hardware, este va a ser controlado por el software, y ahí entra la programación”, explica Aranibar, destacando la importancia de comprender la robótica como un todo integrado.

El artículo de Nature indica que el uso de robots en la educación fortalece el pensamiento computacional, la capacidad de resolver problemas y, sobre todo, motiva a los estudiantes a involucrarse de manera activa en su proceso de aprendizaje. 

“Lo lúdico crea un efecto motivacional que no es replicable en los grupos que no utilizan robots”, señala el estudio, al tiempo que advierte que esta motivación tiene correlación directa con el rendimiento académico.

Más allá de los beneficios inmediatos en el aula, la robótica ofrece un abanico de posibilidades para enfrentar desafíos globales, desde automatizar procesos industriales y apoyar en cirugías de alta precisión, hasta explorar el espacio o diseñar tecnologías para enfrentar el cambio climático. 

En palabras de Aranibar, “el matrimonio entre hardware y software que representa la robótica abre un campo inmenso de soluciones para el futuro”.

Conscientes de este potencial, universidades como Unifranz han decidido impulsar la robótica desde la formación académica y la práctica extracurricular. Una de las iniciativas más destacadas es el Grand Prix de Robótica, un concurso que desafía a los estudiantes a diseñar y construir prototipos innovadores. 

En ediciones pasadas, el reto fue crear robots terrestres capaces de superar obstáculos, mientras que en su última versión los participantes debieron desarrollar robots acuáticos capaces de enfrentar desafíos bajo el agua. Estos certámenes no sólo fortalecen la competencia técnica, sino también el trabajo en equipo y la creatividad de los futuros profesionales.

La inclusión de robots en la educación, tanto en programas formales como en actividades complementarias, demuestra que la robótica es mucho más que un recurso tecnológico: es una estrategia pedagógica que activa la curiosidad, fomenta la innovación y prepara a los estudiantes para resolver los problemas del mañana. El aprendizaje de robótica no solo enseña a programar máquinas, sino que forma a ciudadanos críticos y creativos, capaces de liderar el futuro de la era digital.

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