Cada vez es más difícil combatir las enfermedades microbianas. Las bacterias, hongos y parásitos son más difíciles de eliminar y esto podría ser culpa de las mismas personas, que se automedican o abandonan los tratamientos antes de tiempo.
La resistencia a los antimicrobianos (RA) y sobre todo a los antibióticos, es una de las 10 principales amenazas a la salud pública según la Organización Mundial de la Salud (OMS) y se debe, principalmente al uso indebido y excesivo de los antimicrobianos que determina la aparición de patógenos farmacorresistentes.
“Es importante que las personas no se automediquen con antibióticos, ya que cada vez es más la resistencia que tienen las bacterias frente a estas drogas, haciéndolas muy difíciles de tratar”, explica Miriam Rosmery Aguilar, docente de la carrera de Medicina de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
La OMS explica que la resistencia a los antimicrobianos (RAM) surge cuando las bacterias, los virus, los hongos y los parásitos cambian a lo largo del tiempo y dejan de responder a los medicamentos, lo que hace más difícil el tratamiento de las infecciones e incrementa el riesgo de propagación de enfermedades, de aparición de formas graves de enfermedades y de muerte.
Como consecuencia de la farmacorresistencia, los antibióticos y otros medicamentos antimicrobianos se vuelven ineficaces, por lo que las infecciones son cada vez más difíciles o imposibles de tratar.
“Los antibióticos fueron elaborados pensando en lugares estratégicos para atacar a las bacterias, por ejemplo, algunos antibióticos atacan la pared bacteriana, otros atacan la membrana celular de la bacteria, otros son diseñados para atacar los ribosomas de la bacteria. De acuerdo a este diseño, los antibióticos pueden comportarse como bactericidas o bacteriostáticos es por eso que la automedicación no se aconseja ya que el que se automedica nunca cumple un esquema completo del tratamiento con antibióticos y permite que la bacteria desarrolle una resistencia que puede ser heredada y pasada a la siguiente persona que se contagie”, agrega Aguilar.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) y el Banco Mundial (BM) advirtieron que la resistencia a los antimicrobianos, en especial a los antibióticos fue la causa de entre 1 y 1.5 millones de fallecimientos en todo el planeta en 2022 y alertaron que en 2050 esta cifra podría llegar a los 10 millones de muertes.
La aparición y propagación de patógenos farmacorresistentes han adquirido nuevos mecanismos de resistencia, lo que conduce a la resistencia a los antimicrobianos y siguen comprometiendo nuestra capacidad para tratar infecciones comunes. Es especialmente alarmante la rápida propagación mundial de bacterias multirresistentes y panresistentes (denominadas también «superbacterias») que provocan infecciones que no pueden tratarse con los medicamentos antimicrobianos al uso, como los antibióticos.
“La bacteria cuando es atacada con un antibiótico se debilita y cuando no cumplimos un esquema completo antibiótico baja su concentración plasmática y hace que se haga más resistente la bacteria ya que ella busca mecanismo para protegerse del siguiente contacto con el mismo antibiótico”, explica la doctora Aguilar.
Esto es especialmente preocupante tomando en cuenta que la línea de desarrollo clínico de nuevos antimicrobianos está agotada.
En 2019, la OMS determinó que había 32 antibióticos en fase de desarrollo clínico capaces de combatir los patógenos de la lista de patógenos prioritarios de la OMS, de los que solo seis se clasificaron como innovadores. Es más, la falta de acceso a antimicrobianos de calidad sigue siendo un gran problema.
La escasez de antibióticos afecta a países de todos los niveles de desarrollo y especialmente a sus sistemas de atención de salud.
Adicionalmente, al llegar la pandemia del Covid-19, las estrategias planteadas con anterioridad y los recursos, tanto humanos como financieros, que contribuían con la vigilancia y respuesta ante este problema de salud en la región de las Américas, se desviaron para la atención de la emergencia. Asimismo, la resistencia a los antimicrobianos siguió ganando terreno por el aumento en el uso de antibióticos para tratar a las personas con coronavirus, ante la preocupación por coinfecciones bacterianas y la dificultad de diferenciar entre ambas enfermedades.
La resistencia a los antimicrobianos tiene un costo considerable para las economías de los países y sus sistemas de salud, ya que afecta a la productividad de los pacientes o de las personas que los cuidan, al prolongar las estancias hospitalarias y requerir una atención más cara e intensiva.
Sin herramientas eficaces para la prevención y el tratamiento adecuado de las infecciones farmacorresistentes y la mejora del acceso a antimicrobianos nuevos y existentes de calidad asegurada, aumentará el número de personas para quienes el tratamiento está fallando o que morirán a causa de la infección. Será más arriesgado llevar a cabo procedimientos médicos como las intervenciones quirúrgicas, incluidas las cesáreas, la implantación de prótesis de cadera, la quimioterapia contra el cáncer y el trasplante de órganos.
Por lo tanto, es sumamente importante evitar la automedicación, como una medida de salud pública para evitar la propagación de la resistencia a los antibióticos.
“La mejor estrategia que se debe emplear es concientizar mediante campañas no solo a las personas comunes sino también al personal de salud para que siempre se dispense los antibióticos con receta médica y, si es posible, el tratamiento completo para evitar la resistencia bacteriana”, concluye la médica.