Por Jorge López y Lily Zurita
Hablar de la mujer es evocar fortaleza, conquistas, empoderamiento, liderazgo e innovación, junto a otros valores que reflejan su capacidad de resiliencia ante la adversidad. En el natalicio de Adela Zamudio y Día de la Mujer Boliviana, este 11 de octubre es momento propicio para reflexionar sobre sus luchas, desafíos y oportunidades a futuro.
La construcción de sociedades igualitarias y justas en toda la región pasa, necesariamente, por la promoción de sus derechos y su inclusión equitativa en todos los ámbitos de la sociedad, desde la educación hasta la economía, asegura Verónica Ágreda de Pazos, CEO del Instituto Mujer y Empresa (IME) y rectora nacional de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
“Los países latinoamericanos florecieron y Bolivia ha reducido su pobreza a la mitad, porque la mujer ha entrado a trabajar y ése es el impacto más claro”, puntualiza.
La igualdad y el empoderamiento de las mujeres es el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número 5 de la Agenda de Naciones Unidas hacia el 2030. El objetivo demanda adoptar medidas urgentes para eliminar las causas profundas de la discriminación que todavía restringen sus derechos.
Para ello, según Ágreda, la resiliencia y el liderazgo femenino son elementos vitales e inspiradores en la mejora de la calidad de vida de la población a fin de superar los altos índices de pobreza que caracterizan a la región.
“La resiliencia de la mujer boliviana se nutre de su capacidad para sobreponerse a las barreras estructurales que enfrenta, sin perder su esencia”, comenta Ágreda, para quien, ver a una mujer en un cargo de liderazgo es una inspiración, un ejemplo de que se puede alcanzar grandes metas sin tener que ajustarse a los moldes tradicionales impuestos por una sociedad patriarcal. “Ellas no buscan alinearse para convertirse en hombres para crecer. Ahí te das cuenta de que, si ella puede, ¿por qué yo no podría?”, agrega la CEO del IME, subrayando la importancia de los modelos femeninos en la toma de decisiones políticas y empresariales.
La participación laboral de la mujer en el país alcanza el 62%, la más alta en América Latina y el Caribe, donde se registra un 51%, según datos de la Organización de Naciones Unidas (ONU). Su contribución en el mercado laboral tiene enormes beneficios en la reducción de la pobreza.
Un camino lleno de desafíos
Las mujeres son un motor vital en diversas esferas, desde la agricultura en las áreas rurales hasta el liderazgo empresarial y político en las ciudades. A menudo, son ellas quienes sostienen a sus familias a pesar de las dificultades económicas y sociales.
Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, los retos persisten. Según un documento de la Comisión Económico para América Latina y el Caribe (Cepal), el acceso a empleos formales y bien remunerados aún es limitado para muchas mujeres, especialmente en las zonas rurales.
“Esto no solo aumenta la desigualdad de género, sino que perpetúa ciclos de pobreza en sectores vulnerables de la sociedad boliviana”, informa el organismo internacional.
Bolivia también se destaca a nivel mundial por el avance importante hacia la equidad de género en el ámbito político. Clara muestra es la alta representación femenina en la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP), asambleas departamentales y concejos municipales.
En el ámbito económico y productivo, el emprendedurismo en Bolivia tiene rostro de mujer. De acuerdo con un estudio del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (Cedla), en el país, el 95% de las empresas son micro, pequeñas y medianas (MiPyMe) y el 70% de ellas son lideradas por mujeres, la mayoría en la economía informal.
En tanto, en las zonas rurales, las mujeres han asumido el rol de defensoras del medio ambiente y promotoras de prácticas agrícolas sostenibles, aunque su rol a menudo ha sido subestimado. Como explica el Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM), “las mujeres rurales bolivianas son clave en la construcción de un futuro sostenible, pero su contribución ha sido ignorada durante demasiado tiempo”.
El cambio llega con las nuevas generaciones
Las jóvenes bolivianas, por su parte, están al frente de una nueva ola de cambios. Organizan movimientos feministas, toman las calles para exigir el fin de la violencia de género y luchan por sus derechos reproductivos. Esta generación de mujeres, muchas de ellas estudiantes, trabajadoras y activistas, están rompiendo las barreras que han limitado durante mucho tiempo su pleno desarrollo.
«Hoy en día las mujeres bolivianas enfrentan varios desafíos que reflejan tanto barreras estructurales como también sociales. Por ejemplo, la violencia de género, con altas tasas de feminicidio, y la desigualdad laboral, donde persiste la brecha salarial”, explica la abogada Magaly Mariaca Garrón, docente de la carrera de Derecho en la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
En el ámbito rural, las campesinas continúan luchando por el acceso a la tierra y la protección de los recursos naturales, enfrentando una triple carga: ser trabajadoras, cuidadoras del hogar y líderes en sus comunidades, con recursos escasos y oportunidades limitadas, pero firmes en su lucha por un futuro más justo.
Sin embargo, según la jurista, “las mujeres bolivianas siguen liderando el cambio. En áreas rurales, enfrentan desafíos como la falta de recursos, pero se mantienen en la lucha por la protección de sus derechos y la representación política, incluso en cargos de poder”.
Superar el ciclo de la desigualdad
Adela Zamudio es pionera del feminismo en Bolivia. Poeta y educadora, Zamudio usó su pluma para cuestionar las injusticias que vivían las mujeres de su época, abogando por la igualdad de derechos y el acceso a la educación. Su obra más famosa, “Nacer hombre”, desafió las normas patriarcales que restringían el desarrollo de las mujeres, marcando un punto de inflexión en la historia del feminismo en el país.
“Adela Zamudio es un símbolo no solo de la literatura boliviana, sino también de la resistencia feminista en América Latina. Su obra y su vida nos recuerdan que la igualdad de género no es un favor, sino un derecho que debe ser respetado y protegido”, destaca el Parlamento Andino en su portal digital.
Las historias de superación en Bolivia abundan. Desde mujeres indígenas que preservan y promueven su cultura frente a la discriminación, hasta aquellas que, al perder todo, han comenzado de nuevo, demostrando que la resiliencia no es solo un acto de supervivencia, sino una respuesta valiente a los retos que el sistema les impone.
Este 11 de octubre también recordamos que aún es necesario encarar muchos cambios e innovaciones. Desde la erradicación de la violencia de género hasta el cierre de la brecha salarial, las mujeres bolivianas merecen una sociedad donde sus derechos sean plenamente respetados. No es suficiente con conmemorar este día, es necesario amplificar las voces femeninas que construyen un país más equitativo y justo.