¿Qué significa ser un profesional de clase mundial en el mercado global?

By Paula Beatriz Cahuasa

La globalización ha transformado el panorama laboral, exigiendo que los profesionales sobresalgan en escenarios internacionales y trasciendan la competencia local. En este contexto, las universidades enfrentan el desafío crucial de formar estudiantes capaces de responder a las demandas de un mercado global dinámico y competitivo.

Para Carlos Dabdoub, vicerrector de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, “un profesional de clase mundial es aquel que tiene la capacidad de participar en trabajos, acciones y programas que trascienden su radio de acción, ya sea en la ciudad, la región o el país”. 

Sin embargo, subraya que la clave no solo reside en actuar más allá de las fronteras, sino también en entender el pensamiento globalizador que prevalece fuera del país y abrazar la globalidad del conocimiento y de la competencia.

En la actualidad, según el académico y exministro de Salud, el trabajo remoto y las consultorías internacionales han llevado a los profesionales bolivianos a competir con expertos de otros países, además de sus pares locales. “Hoy, personas que han estudiado ingeniería comercial u otras profesiones en Bolivia están realizando consultorías para otros países”, matiza.

Habilidades blandas y nuevo enfoque educativo

Más allá de los conocimientos específicos de una profesión, Dabdoub destaca la importancia de las habilidades blandas para alcanzar el éxito laboral. 

“Las empresas ya no buscan solo personas con un conocimiento estrecho de su profesión; también valoran habilidades como el pensamiento crítico, el trabajo en equipo, la empatía y una visión internacional”.

Además, enfatiza el rol de la participación comunitaria en la formación de los estudiantes. “No se trata solo de ejercer la profesión, sino también de ser ciudadanos participativos que contribuyan al bienestar de la sociedad”.

Las habilidades blandas van más allá de los conocimientos técnicos, propios de la formación profesional, nos ayudan a saber relacionarnos con los demás, tener comunicación efectiva y asertiva para crear cohesión, sinergia en el equipo de trabajo a fin de poder compactarlas con las habilidades técnicas para lograr los objetivos de la institución o de la empresa.

Evolución de las carreras y adaptación al cambio

El Informe 2023 sobre el Futuro del Empleo del World Economic Forum (WEF) prevé que hasta 2027, casi un cuarto de los puestos de trabajo (23%) cambien con la creación de 69 millones de nuevos empleos y la eliminación de otros 83 millones. Este panorama evidencia la creciente necesidad de recualificación y la adopción de tecnologías disruptivas en el ámbito laboral.

Dabdoub reflexiona sobre este contexto, afirmando que las universidades deben mantenerse actualizadas, tanto en contenidos como en las carreras que ofrecen. “Hay profesiones que están desapareciendo y otras que están emergiendo. Para adaptarnos, debemos tener una mentalidad abierta y estar alineados con los avances tecnológicos, sin perder de vista los valores éticos”, sostiene.

Según el académico, la educación debe evolucionar al ritmo de la tecnología, especialmente tras la pandemia, poniendo al estudiante como el eje central del proceso educativo, mientras que el docente solo actúa como facilitador y orientador. 

“Por ejemplo, el enfoque de ‘aprender haciendo’, permite a los estudiantes trabajar en problemas concretos y casos de estudio en un entorno cooperativo”, aclara.

El impacto de la educación en el desarrollo

Dabdoub subraya que la educación es la base del desarrollo personal y económico ya que no solo fortalece áreas individuales, sino también sistemas democráticos en cada uno de los países del mundo. “Cuando una persona comprende la situación de su país y sus necesidades, puede elegir líderes que valoren la educación como herramienta de progreso”, reflexiona.

Por otro lado, el cambio de un modelo memorístico a uno centrado en competencias prácticas ha sido fundamental a lo largo del proceso innovador en la educación. “La pandemia nos obligó a replantear nuestra forma de enseñar, acelerando la adopción de tecnologías en la educación. Ahora, formamos profesionales que están preparados para resolver problemas reales con un enfoque ético y global”, afirma.

En un contexto donde la educación se convierte en el motor del cambio, la formación de profesionales de clase mundial no solo beneficia a los individuos, sino también a la sociedad en su conjunto. 

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