El mercado laboral es cada vez más competitivo, obligando a las empresas a buscar profesionales con una actitud proactiva y el deseo de seguir aprendiendo, más allá de solamente los conocimientos teóricos sólidos.
La formación académica de calidad es fundamental, pero en la actualidad no basta. La actitud, el esfuerzo constante y el compromiso con el desarrollo profesional son igual de importantes.
“Hay una buena formación, pero no todo es la teoría, necesitamos práctica, jóvenes profesionales con actitud y que se estén actualizando permanentemente”, reflexiona Pablo Camacho, presidente de la Cámara Nacional de Industrias (CNI), quien participó en la tercera versión de la feria de empleabilidad de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
La tecnología ha transformado todas las áreas del conocimiento. Un economista, ingeniero, médico o cualquier otro profesional debe adaptarse a las herramientas digitales que optimizan y facilitan su labor. Sin embargo, la actualización constante no se limita a aprender nuevas herramientas; requiere una mentalidad abierta al cambio y la disposición de salir de la zona de confort para buscar oportunidades de crecimiento.
La actitud es, además, esencial para fomentar el espíritu emprendedor. En lugar de buscar únicamente un empleo seguro, los jóvenes deben estar dispuestos a explorar sus propias ideas y emprender proyectos que no solo generen ingresos, sino que también impulsen el desarrollo de Bolivia.
Esto implica una visión a largo plazo y una mentalidad orientada a metas claras, porque «una vida sin metas es como un largo camino sin posadas y si nuestros jóvenes no tienen metas es bien difícil ese cambio de actitud «, afirma el líder de los industriales.
Para que el país alcance un nuevo nivel de desarrollo, es fundamental que los profesionales no se conformen con hacer lo mínimo indispensable. La actitud de innovación, iniciativa y crecimiento debe ser una constante en cada área profesional.
Según el Ministerio de Educación, en 2023, un total de 210.726 estudiantes de los sistemas de educación regular, alternativa y especial de todo el país, culminaron el bachillerato, de los cuales cerca del 40% prosiguió estudios en una universidad y otro 40% buscó insertarse en el mercado de trabajo.
Por ese motivo, Camacho puntualiza que “hoy, más que nunca, Bolivia necesita líderes con actitud, que impulsen cambios y contribuyan activamente al progreso del país.
La importancia del empleo para el desarrollo social
El empleo desempeña un papel esencial en el desarrollo social al permitir que las personas accedan a ingresos estables, mejoren su calidad de vida y contribuyan activamente al bienestar de sus comunidades.
En Bolivia, según Camacho, la formalidad económica sigue siendo un desafío, con aproximadamente solo un 20% de la economía operando de manera formal. Esta situación limita la capacidad de muchos trabajadores de acceder a beneficios sociales, seguridad laboral y oportunidades de crecimiento profesional. Por ello, la promoción de una economía formal es una tarea urgente para garantizar un desarrollo equitativo y sostenible en el país.
Para avanzar hacia este objetivo, es crucial que las universidades lideren investigaciones enfocadas en soluciones innovadoras que fomenten la formalización económica. Estas investigaciones deben considerar factores como la simplificación de trámites, incentivos fiscales y el fortalecimiento de la educación empresarial.
“Debemos continuar trabajando para formalizar nuestra economía, debemos trabajar también en el tema de investigación en las universidades, tenemos que trabajar con nuestros jóvenes el tema de actitud, entre otros. Son varios retos que tenemos hoy en Bolivia, en la academia y también en la industria”, indica el empresario.
Además, las instituciones educativas tienen la responsabilidad de preparar a los jóvenes no sólo en términos técnicos, sino también en su actitud frente al empleo y el emprendimiento. Cultivar una mentalidad orientada al compromiso, la creatividad y la adaptabilidad será clave para enfrentar los desafíos del mercado laboral contemporáneo.
Por otro lado, la industria debe trabajar en conjunto con el sector académico para identificar necesidades específicas y crear programas que integren a los jóvenes al mercado laboral formal. Este esfuerzo colaborativo permitirá no solo reducir la informalidad, sino también garantizar que las futuras generaciones tengan acceso a empleos dignos y productivos.
Camacho considera que, con el compromiso de la academia, la industria y el gobierno, Bolivia puede superar los retos actuales y construir una economía más inclusiva que impulse el desarrollo social en todas sus dimensiones.
“Este es un momento en el que el boliviano debe cambiar definitivamente el chip. Debemos comenzar a valorar, para empezar, a los profesionales bolivianos, a veces viene un profesional extranjero y tiene mayor puntuación por haber estudiado afuera y el hecho en Bolivia (…); es importante apoyar nuestro hecho en Bolivia ya que es la única forma en que vamos a mejorar y aumentar los empleos y vamos a hacer que nuestras industrias crezcan”, finaliza Camacho.