Angelica se sienta frente a su computadora, dispuesta a escribir un reporte para la universidad; al poco tiempo se siente ansiosa e inclina su cabeza hacia un lado y ve su celular, de pronto se encuentra revisando sus redes sociales y chateando con amigos; luego, se levanta para prepararse un piqueo, mientras prende el televisor y empieza a ver una serie. Al final de la tarde, no escribió su reporte, procrastinó.
¿Qué es procrastinar?
La Organización Mundial de la Salud (OMS) refiere, según estudios, que la procrastinación es aquella conducta consciente de postergar cierta actividad, que es percibida como desagradable o incómoda.
“La procrastinación se refiere a la tendencia de posponer y retrasar voluntariamente actividades o tareas que se nos han planteado, tanto en el ámbito académico como en el ámbito laboral e incluso personal”, señala Consuelo Medina, docente de la carrera de Psicología de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
De acuerdo con la profesional, la procrastinación es un acto consciente, pero también tiene un acto irracional, ya que el procrastinador sabe lo que hace, pero al mismo tiempo sabe que lo que hace es perjudicial.
“Tenemos que analizar que estos actos de postergación son conscientes, es decir que al no realizar cierta tarea o demorarla, suele ser bastante perjudicial, puesto que son a menudo sustituidas por otras tareas menos importantes o distracciones”, explica.
Asimismo, señala que la procrastinación es indicador de una deficiente disciplina, autocontrol y organización en la persona, pero también se puede relacionar con el estrés y la ansiedad.
“La procrastinación está relacionada con un comportamiento de evitación o de incomodidad, pues trae sentimientos de molestia asociados con la tarea y se busca otra tarea que traiga mayor calma o tranquilidad. Puede ser un síntoma de estrés o de ansiedad y se puede presentar un estilo de afrontamiento evitativo”, indica.
La psicóloga explica que esto quiere decir que algunas personas utilizan la procrastinación para lidiar con la ansiedad o algún miedo o temor hacia el fracaso o la evaluación negativa, ya que, el posponer las tareas les sirve para evitar las fallas inmediatas y el estrés asociado con la tarea que se tiene.
Efectos de la procrastinación
La procrastinación afecta en la vida diaria, sobre todo cuando se hace un hábito constante, impacto también en la toma de decisiones, pues en algunos casos implica valorar temporalmente el beneficio a corto plazo por encima del largo plazo.
Esto impacta en el desempeño académico o laboral e incluso personal. Por ejemplo, en el caso de los estudiantes, puede causar una reducción en la calidad de sus estudios, ya que siempre estarán dejando sus tareas para el último momento. “Lo que resulta, al final, en un trabajo de baja calidad y con malos resultados”.
De la misma manera, en el ámbito laboral puede disminuir la productividad y la eficiencia de los trabajadores.
“Los plazos no se cumplen y sale un trabajo apresurado, es más, las personas al darse cuenta de ello, tienden a sentirse culpables porque son conscientes de no cumplir con su responsabilidad, lo que afecta negativamente a su bienestar emocional”, argumenta.
Para Medina, a largo plazo, la procrastinación puede minar la autoestima y la autoeficacia; es decir, las personas que se ven a sí mismas como procrastinadoras pueden auto percibirse como seres que no controlan sus propias vidas en ningún ámbito porque no establecen metas claras.
Cómo superar la procrastinación
La psicóloga plantea ocho pasos para superar la procrastinación y tener control para realizar las tareas asignadas sin distraerse.
“Primero, es importante reconocer que es perjudicial en nuestra vida y en el desarrollo de nuestras actividades y va a ser más perjudicial si se vuelve crónico”, señala.
Un segundo paso es realizar un cambio progresivo de autocontrol, disciplina y compromiso.
En tercer lugar, se debe buscar cambiar los hábitos de procrastinación mediante el establecimiento de metas alcanzables, para que el procrastinador pueda enfocarse en ellas y tomar los pasos necesarios para concretarlas, desde los pasos más pequeños y manejables.
En cuarto lugar, se debe formar planes de acción con técnicas de gestión de tiempo, incluyendo cronogramas, plazos, listas de tareas y también descansos apropiados.
Un quinto paso será evitar, luego reducir y finalmente eliminar, conscientemente las distracciones, puesto que normalmente éstas son las que promueven o mantienen la postergación.
El sexto paso será utilizar los logros como motivación. “Los avances de la dedicación, al momento de completar una tarea, conectar con los valores personales, los objetivos que se han cumplido con las tareas importantes”, puntualiza Medina.
El séptimo paso es aprender a lidiar con las emociones negativas. “La ansiedad, el pensar, creer, anticipar resultados o tener miedo al fracaso son pensamientos que encadenan y que se relacionan con la procrastinación”.
Por último, es necesario realizar ejercicios de atención y técnicas de relajación.
“Mediante estos pasos es posible sobreponerse a la procrastinación y desarrollar hábitos sanos de realización de tareas”, manifiesta la psicóloga.