Por Lily Zurita
Datos últimos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) informan que el 10% de la población mundial, es decir más de 850 millones de personas, padece enfermedad renal crónica y que la tasa de morbilidad y mortalidad por esta causa aumenta cada año.
En América Latina la situación es más alarmante. En 2019, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) indicó que, en toda la región, las enfermedades renales fueron responsables de 254.028 decesos y que las tasas de mortalidad más altas se registraron en Nicaragua, El Salvador y Bolivia.
En el país, la atención de población con esta enfermedad de base, afiliada al Sistema Único de Salud (SUS) supone una inversión de Bs 300 millones anuales para el Estado, sin contar a los enfermos con esta patología que se atienden en el seguro o de forma privada.
A sus 35 años, Alejandra Ramos empezó a presentar problemas urinarios. Las infecciones se volvieron más frecuentes, con micciones con sangre, fiebre y dolores intensos en el abdomen que la obligaban a hospitalizarse.
“No traté mi problema a tiempo, no tomé la medicación, ni seguí los consejos del médico en cuanto a alimentación y otros cuidados personales. Además, por temas económicos, solo recurría a la medicina tradicional para curarme”, recuerda.
Seis años después, sus riñones empezaron a fallar. Primero fue el izquierdo y luego el derecho. Hoy, a sus 47 años, ninguno de los dos funciona y tres veces a la semana le hacen hemodiálisis en un centro hospitalario.
“No es nada fácil. Salgo agotada y adolorida después de cada sesión los lunes, miércoles y viernes. Esos días no puedo ni atender a mis hijos y menos a mi negocio de venta de comida. Quisiera tener una varita mágica para retroceder los años y evitar la situación que ahora atravieso”, dice la madre de cuatro hijos.
Esta condición puede desarrollarse de manera silenciosa durante años, manifestándose en etapas avanzadas con síntomas graves y complicaciones irreversibles.
Griselda Vargas, directora de la carrera de Medicina de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, asegura que mantener una buena salud renal es piedra angular para el bienestar general.
“Los riñones son órganos increíblemente resilientes y pueden funcionar con eficacia incluso con una cantidad reducida de tejido renal. Es fundamental cuidar de ellos y prevenir enfermedades renales mediante hábitos de vida saludables y chequeos médicos regulares. La detección temprana y el tratamiento adecuado de las enfermedades renales pueden ayudar a prevenir complicaciones graves y mantener la función renal a largo plazo”, puntualiza.
Los riñones, órganos vitales del sistema excretor, desempeñan un papel fundamental en la eliminación de desechos y toxinas del cuerpo, así como en el equilibrio de los niveles de líquidos y minerales. Sin embargo, su función puede verse comprometida por diversos factores, lo que subraya la necesidad de adoptar medidas preventivas y de cuidado.
Vargas enfatiza que «el cuidado renal debe ser una prioridad en la atención médica y en el estilo de vida de las personas, ya que la prevención es fundamental para evitar el deterioro progresivo de la función renal».
Enfermedades renales más comunes
Algunas de las enfermedades más comunes que afectan a los riñones son:
- Enfermedad renal crónica (ERC), con un daño progresivo e irreversible en los riñones.
- Nefritis, inflamación de los riñones que puede ser causada por infecciones, enfermedades autoinmunes u otros factores.
- Cálculos renales que son depósitos sólidos que se forman en los riñones y pueden causar dolor intenso.
- Insuficiencia renal aguda, es decir la pérdida repentina de la función renal, generalmente reversible si se trata adecuadamente.
- Enfermedad renal poliquística, una condición genética que causa la formación de quistes en los riñones, afectando su función.
La académica explica que los avances tecnológicos permiten, en la actualidad, diagnósticos más precisos y tratamientos más efectivos, gracias al uso de equipos de diálisis eficientes y seguros, monitores avanzados para el control de la presión arterial y la función renal, métodos de imagenología como la ecografía renal y la tomografía computarizada (TC) para evaluar la estructura y función de los riñones.
“También existen sistemas de información médica que permiten a los nefrólogos acceder a la información del paciente de manera rápida y segura, dispositivos de acceso vascular para diálisis, como catéteres y fístulas arteriovenosas, o sistemas de depuración extrarrenal que pueden utilizarse en casos de insuficiencia renal aguda grave, entre otros”, agrega.
Cuidado de los riñones
El cuidado de los riñones no es una tarea difícil e implica adoptar hábitos saludables, como una dieta equilibrada baja en sodio y azúcares refinados, mantenerse hidratado adecuadamente, evitar el consumo excesivo de alcohol y tabaco y realizar actividad física regularmente.
Vargas resume en cinco los consejos:
- Mantener una dieta saludable: consumir alimentos ricos en nutrientes y bajos en sodio, azúcares añadidos y grasas saturadas.
- Mantenerse hidratado: beber suficiente agua para mantener la función renal adecuada.
- Controlar la presión arterial y el azúcar en la sangre: mantener la presión arterial y los niveles de glucosa en sangre dentro de los rangos normales.
- Evitar el consumo excesivo de alcohol: el consumo excesivo de alcohol puede dañar los riñones.
- No fumar: el tabaquismo puede aumentar el riesgo de enfermedad renal.
Asimismo, es crucial controlar los factores de riesgo asociados, como la hipertensión arterial, la diabetes mellitus y la obesidad, mediante consultas médicas periódicas y pruebas de detección temprana.
La detección precoz de anomalías en la función renal permite implementar estrategias de manejo y tratamiento oportunos, reduciendo así el riesgo de complicaciones graves, como la insuficiencia renal crónica o la enfermedad renal en etapa terminal que requiere diálisis o trasplante.
La educación y la sensibilización juegan un papel fundamental en la promoción de la salud renal. Es importante que la población esté informada sobre los factores de riesgo, los síntomas de alerta y las medidas preventivas que pueden adoptar para preservar la función renal y mejorar su calidad de vida a largo plazo.
“El cuidado de los riñones es una responsabilidad compartida entre individuos, profesionales de la salud y autoridades sanitarias. Al priorizar la salud renal y tomar medidas proactivas para su protección, podemos reducir la incidencia de enfermedades renales y sus consecuencias devastadoras, promoviendo así una sociedad más saludable y resiliente”, concluye la académica.