La transformación educativa está desafiando a las instituciones de educación superior a sentar las bases para la construcción de un renovado ecosistema capaz de constituirse en motor de cambio para el futuro, cultivando conocimientos y habilidades, fomentando la innovación y promoviendo la sostenibilidad.
Considerando el principio dinámico del proceso educativo, marcado por una sostenida comunicación entre los actores, se establece una reciprocidad entre todos los sujetos involucrados, explica el abogado Raúl Chuquimia, docente de la carrera de Derecho de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
“Nos permite generar diversos caminos que buscan una educación con mayor calidad y eficiencia”, puntualiza el académico. Sin embargo, ¿el actual ecosistema educativo tiene la capacidad de garantizar un futuro desarrollo significativo en el país?
En primer lugar, según Chuquimia, la infraestructura se revela como un elemento de necesidad ineludible en nuestra realidad. A pesar de las buenas intenciones, nos enfrentamos a deficiencias que nos detienen, ya sea por problemas en la estructura misma o en el acceso a la misma.
“Así tengamos buenas intenciones, aún tenemos deficiencias que nos detienen, ya sea desde la misma estructura o acceso a la misma”, indica.
La tecnología, por otro lado, no se detiene. Mientras observamos la implementación de redes 5G en diversas capitales del mundo, en nuestro país aún carecemos de velocidad y acceso a Internet, sumado a los altos costos. Este escenario contradice las bases del ecosistema educativo, que requiere una inversión considerable para alcanzar estándares comparables con nuestros países vecinos.
Las telecomunicaciones, siendo un servicio básico, resulta esencial para el desarrollo de la educación, equiparable a tener buenas intenciones con la educación, pero carece de lugares adecuados para impartir debido a su precariedad.
“Al comprar un celular de última generación no puede tener un uso óptimo por el servicio que se proporciona, se asemeja a tener muy buenas intenciones con la educación, pero sin tener dónde impartir la misma por su precariedad”, manifiesta Chuquimia.
En este contexto, el estudiante emerge como el actor y destinatario clave del proceso. Aunque cuenta con acceso fácil a la información gracias a las avanzadas características de los celulares en la era digital, el papel de los profesores y del entorno familiar como mediadores se vuelve crucial.
“Como profesores debemos considerar que cada estudiante tiene sus propias necesidades, estilos e inteligencias. Es una obligación para el profesor considerar todos estos avances, la ciencia tiene una dinámica que cambia los estándares educativos”, señala el académico.
La ciencia dinámica que cambia los estándares educativos exige que los profesores consideren las necesidades individuales, estilos e inteligencias de cada estudiante. La conciencia de actualización constante es imperativa. La participación activa del Estado y la sociedad en general se torna vital para el éxito de este ecosistema.
Javier Alejandro Otoya y Fanny Tubay, expertos ecuatorianos en innovación educativa, los ecosistemas educativos representan organizaciones complejas en la que sus elementos interactúan y se influencian entre sí; y en algunos casos estimulan positivamente el proceso educativo, aunque en otros lo obstaculizan y afectan.
“Los procesos pedagógicos en las instituciones educativas deben ser transformados para proveer ambientes adecuados para la generación, reflexión, análisis y comunicación de las ideas al estimular la participación activa de cada uno de los miembros del microsistema escolar (…). El paradigma del ecosistema y aprendizaje tiene gran influencia en los procesos creativos de los menores, incentiva la autonomía para que sean productivos en el ámbito de la creatividad y potencia su aprendizaje”, aseguran.
Características de un nuevo ecosistema educativo
Christian Guijosa, en su artículo “¿Cómo será el ecosistema educativo del futuro?”, asegura que las escuelas, los colegios técnicos y las universidades actuarán en el futuro como nodos educativos que guían a los estudiantes en su camino educativo individual durante toda su vida y que el nuevo ecosistema incluirá tres esferas:
● Plataformas educativas globales (en línea) se convertirán en los principales proveedores de conocimiento y contenido.
● Formatos educativos en las ciudades ofrecerán diferentes servicios educativos para desarrollar habilidades específicas (parques, centros educativos en ciudades, clubes deportivos).
● Comunidades de práctica fomentarán el intercambio de experiencia y transferencia de tecnología.
Por otra parte, las experiencias educativas tendrán diferentes duraciones, intensidades, estilos (cooperativo y competitivo, cognitivo y emocional, participativo y observacional) o contexto (locales con soporte de plataformas de cooperación global).
Aunque el acceso a la información y comunicación es ventajoso, el desafío radica en equilibrar el fin educativo frente al entretenimiento, considerando la obligatoriedad frente a la distracción.
“La educación tiene una ventaja conforme el acceso a la información y comunicación, pero el fin educativo frente al entretenimiento no tiene comparación por un sentido de obligatoriedad frente a la distracción, es una llamada de atención que no debe ser visto como una desventaja, más aún debemos intentar llegar por estos medios a generar interés en lo académico”, precisa Chuquimia.
Es imperativo tomar conciencia del papel de cada individuo en este ecosistema educativo. La colaboración conjunta y progresiva es esencial para evitar falencias.
Trabajar con los recursos actuales y la toma de conciencia sobre el uso de las herramientas disponibles en nuestro ecosistema actual son responsabilidades compartidas. El progreso de nuestro país se refleja en la responsabilidad de cada actor, siendo vital para su desarrollo.
“Todos formamos parte importante en el proceso, esto lo debemos realizar de manera conjunta y progresiva para evitar falencias, trabajar con lo que contamos es una toma de conciencia y el uso que damos a las herramientas que nos permite nuestro actual ecosistema”, concluye el docente universitario.