En el fascinante universo de las startups, la colaboración entre gobierno, industria y academia, conocida como el modelo de la Triple Hélice, emerge como un motor clave para el impulso de la innovación y el desarrollo empresarial.
Este enfoque colaborativo desempeña un papel crucial, particularmente para los emprendedores o startups (empresas emergentes que, gracias a su modelo de negocio escalable y al uso de las nuevas tecnologías, tienen grandes posibilidades de crecimiento) al facilitar un entorno propicio para su creación y desarrollo.
La Triple Hélice se basa en la idea de una sinergia entre tres actores principales: el sector gubernamental, la industria y las instituciones académicas que, cuando trabajan de la mano, son capaces de crear un ecosistema robusto que propicia la transferencia de conocimientos, la investigación aplicada y la creación de startups dinámicas.
Según la teoría de Etzkowitz y Leydesdorff (autores originales del modelo), este concepto se basa en la interacción entre academia, empresa y gobierno y se centra en la sinergia de los roles que desarrollan cada uno de ellos. Sirve, también, como base para desarrollar plataformas de innovación, que permiten la transferencia y la creación de productos y servicios basados en el conocimiento colaborativo que generan un mejor impacto en la sociedad.
Según el modelo, las empresas (como generadoras de oportunidades de negocio), el Estado (como oferente de un marco regulador apropiado) y las universidades (como productoras de conocimiento) generan entornos de crecimiento que, en definitiva, empujarán al país con una dinámica de crecimiento sustentable y progresiva.
¿Cuáles son los roles que cumplen cada uno de ellos? En primer lugar, el sector gubernamental juega un papel esencial al proporcionar el marco regulatorio y los recursos necesarios para fomentar la innovación. A través de políticas y programas de apoyo, el gobierno puede impulsar la creación de startups al facilitar la inversión, ofrecer incentivos fiscales y establecer ambientes regulatorios favorables.
Por otro lado, la colaboración con la industria permite a las startups acceder a recursos, experiencia y oportunidades de mercado. La colaboración directa con empresas establecidas no sólo brinda mentoría valiosa a las nuevas empresas, sino que también abre puertas para asociaciones estratégicas y la comercialización de productos innovadores.
Finalmente, las instituciones académicas aportan el componente crucial del conocimiento y la investigación. La conexión directa con centros de investigación y universidades permite a las startups acceder a avances tecnológicos, conocimientos especializados y talento altamente calificado. Además, el intercambio de ideas entre académicos y emprendedores fomenta la creatividad y la resolución de problemas.
Rolando López, vicerrector de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, asegura que, en el país, el impulso del ecosistema emprendedor está condicionado al logro de alianzas estratégicas a partir de una articulación de la Triple Hélice.
“Eso hace que empiecen a brotar algunas gotas de rocío, ya no solamente como impulso emprendedor, basado en la voluntad humana de nuestros estudiantes, becarios, investigadores docentes o recursos que generamos nosotros, sino también a partir del financiamiento externo (…), con gente que ya sabe cómo se hace esto, cómo se promueve, cómo se financia, cómo se regula, cómo se articula y eso para nosotros es crear un ecosistema”, puntualiza el académico.
El modelo de la Triple Hélice no solo impulsa el nacimiento de startups, sino que también contribuye a su sostenibilidad y crecimiento a largo plazo. La combinación de recursos, conocimientos y apoyo facilita un entorno emprendedor dinámico donde las ideas innovadoras pueden florecer.
Para Antonio Riveros, CEO (Chief Executive Officer) de Creotec y presidente de Startup Bolivia, la interacción exitosa de estos tres elementos, entre otros, puede generar desde pequeños casos de éxito de empresas de la industria 4.0 hasta la atracción de grandes corporaciones que sientan que pueden llegar a un país geográficamente posicionado, con certidumbre legal, financiera y con talento potencial para ejecutar ambiciosos proyectos con mirada internacional.
La colaboración entre los gobiernos, la academia y las empresas o emprendimientos es clave, según el experto, porque, en primer lugar, “los gobiernos en todos sus niveles deben establecer políticas públicas (impermeables a los gobiernos de turno) que van desde regular, desregular, actualizar normativas, incentivar inversión, disrupción, incentivar impacto positivo socio-ambiental, fomentar la investigación y el desarrollo y algo innegable, brindar certidumbre para la inversión”.
En segundo lugar, la academia, que es la fábrica de mano de obra calificada para atender las exigencias de una empresa líder en tecnología. “Bajo este rol, el Estado y la academia deben fortalecer sus instituciones educativas en áreas clave como la ingeniería, investigación en ciencias básicas, industria 4.0, crear un pedigrí de profesionales abiertos a la innovación y disrupción”, agrega.
En tercer lugar, la empresa y los emprendedores innovadores deben contribuir con su agilidad, innovación y dominio del mercado, como sensores de los dolores de la sociedad, del ecosistema de innovación y del ecosistema tecnológico del país.
“Estos tres actores no podrían hacer mucho sin una buena logística, infraestructura, la creación de parques tecnológicos y la mejora de la conectividad digital que son esenciales para respaldar la presencia de empresas de vanguardia”, apunta.
El modelo de la Triple Hélice se presenta como un catalizador esencial para la promoción de startups al crear una red colaborativa entre gobierno, industria y academia. Esta sinergia no solo impulsa la creación de nuevas empresas, sino que también sienta las bases para un ecosistema empresarial vibrante y sostenible.
Gabriela Sanjinés, directora del Instituto de Progreso Económico y Empresarial (IPEE), de Unifranz, suma a este fenómeno la coproducción o la construcción integrada de conocimiento que debe darse en los tres sectores importantes que tiene la sociedad (universidades, Estado y empresas).
“Donde se reconoce la importancia del intercambio de conocimientos y por ende de relaciones, donde lo esencial está en aunar esfuerzos para que las investigaciones que realizan las universidades sean en coproducción con el sector empresarial y gubernamental”, dice la académica.