Por Manuel Filomeno
Pasión, esfuerzo, determinación o curiosidad, estos adjetivos se reúnen en torno a la figura de Maria Salomea Skłodowska-Curie, más conocida como Marie Curie, científica pionera en el campo de la radioactividad, ganadora de dos premios Nobel y un ejemplo a seguir.
“Bajo el ejemplo de científicas como Marie Curie, es imprescindible que se motive desde los colegios a las niñas y, en la etapa universitaria, a las jóvenes, a desenvolverse en la ciencia y la tecnología, darles la confianza de que pueden ser excelentes ingenieras de sistemas, investigadoras científicas e impulsarlas a seguir ese camino”, expresa Zulma Aliaga, de la Jefatura de Enseñanza y Aprendizaje (JEA) de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
Este mes de julio se cumplen 90 años de la muerte de la científica polaco-francesa, a los 66 años, a causa de su exposición prolongada a la radiación, dejando un legado de investigaciones, descubrimientos e inventos.
Conocida como la “madre de la física moderna”, Curie nació el 7 de noviembre de 1867 en Varsovia, quinta hija de Wladyslaw y Bronislawa Boguska. A los 10 años perdió a su madre y poco después, su hermana Sofía murió de tifus.
Curie obtuvo licenciaturas en física y matemáticas. Se casó con Pierre Curie, con quien colaboró en numerosos proyectos científicos hasta la muerte de Pierre en un accidente con un carruaje.
Marie Curie arriesgó su vida en nombre de la ciencia, exponiéndose a la radiación durante sus investigaciones. Se cree que su muerte en 1934, debido a anemia aplásica, fue causada por los largos años de trabajo en su laboratorio. Su cuerpo fue enterrado en un ataúd sellado con una pulgada de plomo para aislarlo.
Siempre que le preguntaban sobre sus logros más importantes, Curie solía decir: “Nada en este mundo debe ser temido, solo entendido”, una frase que reflejaba su pasión por la ciencia.
En 1890, Bronya, hermana de Marie, se convirtió en la primera mujer de la familia en poder estudiar. Mientras tanto, Marie trabajaba como institutriz en Varsovia y financió los estudios de medicina de su hermana en la Universidad de París. En un “pacto de damas”, Bronya ayudó a que Marie, en 1891, iniciara sus estudios de física, química y matemáticas en la misma universidad francesa.
El 26 de diciembre de 1898, los Curie anunciaron la existencia de un segundo elemento, al que llamaron “radio”, derivado de un vocablo latino que significa rayo. En la investigación se acuñó la palabra “radiactividad”.
Entre 1898 y 1902, los Curie publicaron, tanto juntos como por separado, un total de 32 trabajos científicos de gran relevancia. Uno de ellos fue fundamental: “En un ser humano expuesto al radio, las células enfermas que forman tumores son destruidas más rápido que las sanas”. Esta definición abrió las puertas a la radioterapia y marcó un primer gran avance en la lucha contra el cáncer.
En 1903, “en reconocimiento por los extraordinarios servicios rendidos en sus investigaciones conjuntas sobre los fenómenos de radiación descubiertos por Henri Becquerel”, Marie, junto con Henri Becquerel y Pierre Curie, fue galardonada con el Premio Nobel de Física, convirtiéndose en la primera mujer en recibir este honor.
En 1910, Marie Curie logró demostrar que era posible obtener un gramo de radio puro. Un año después, en 1911, recibió en solitario el Premio Nobel de Química “en reconocimiento por sus servicios en el avance de la Química, por el descubrimiento de los elementos radio y polonio, el aislamiento del radio y el estudio de la naturaleza y compuestos de este elemento”. Además, sus investigaciones incluyeron los primeros estudios sobre el tratamiento del cáncer con isótopos radiactivos.
Los Curie decidieron no patentar sus descubrimientos, aunque estos generaron enormes riquezas. Rechazaron todo tipo de honores. En 2009, una encuesta de la revista New Scientist la nombró “La mujer más inspiradora de la ciencia”.
La importancia de incentivar a las mujeres a estudiar ciencias
De acuerdo a datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), hoy día, a nivel mundial, las mujeres representan el 33% de los investigadores en las ciencias, a pesar de que representan el 45% y el 55% de los estudiantes de grado y de maestrías y el 44% de los matriculados en programas de doctorado.
Además, numerosos datos indican que existe una baja representación de mujeres en áreas STEM (por las siglas en inglés ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) en diferentes niveles de formación desde el pregrado hasta posgrado y posterior seguimiento de una carrera en estas áreas.
“El informe (2019, con datos de 2017) de la Unesco sobre la educación de las niñas y las mujeres en las áreas STEM, menciona que la educación en estas asignaturas puede proporcionar a quienes las estudian, los conocimientos, habilidades, actitudes y conductas necesarias para crear sociedades inclusivas y sostenibles. Especialmente, cuando muchos de los empleos proyectados para el futuro derivarán de estas disciplinas”, expresa Lucia Alvarado, coordinadora nacional de Investigación de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, y miembro de la Organización para las Mujeres en Ciencia para el Mundo en Desarrollo (OWSD).
Según Alvarado, de acuerdo con este reporte (que se basa en una revisión de datos nacionales de más de 120 países, literatura, resultados de encuestas transnacionales y otras fuentes), si bien el acceso a la educación para niñas y jóvenes ha mejorado a nivel mundial, aún persisten importantes inequidades a nivel local, nacional y regional.
“Es importante disminuir las brechas de género en la ciencia. Hasta el momento, gracias a diversas estrategias, como la visibilización de científicas mujeres, sus trayectorias y experiencias de vida en la ciencia, se busca fomentar y empoderar la participación plena y equitativa en la ciencia de mujeres y niñas”, puntualiza.
A pesar de estos obstáculos, las mujeres y las niñas siguen siendo líderes en innovaciones en materia de investigación. Ellas han diseñado medicamentos que salvan vidas y han atravesado la barrera del sonido, han explorado el universo y han sentado las bases para comprender la estructura del ADN. Son modelos a seguir para las generaciones futuras.
Jornadas de investigación
Unifranz celebró la cuarta versión de sus Jornadas de Investigación, un evento anual que se ha convertido en referente para la difusión de la producción científica y académica de docentes y estudiantes.
Este año, el evento ha alcanzado un nuevo récord de participación con 553 trabajos presentados, reflejando el creciente interés y compromiso de la comunidad universitaria en el ámbito de la investigación.
Las Jornadas Unifranz de Investigación se destacan por su enfoque inclusivo, permitiendo la participación tanto de investigaciones realizadas como parte de asignaturas, como de aquellos proyectos desarrollados de manera independiente por sociedades científicas, según Alvarado.
Este año, la convocatoria recibió una respuesta masiva, especialmente de facultades como Ciencias de la Salud, Económicas y Empresariales, Ciencias Jurídicas y Sociales, e Ingeniería y Diseño Cross Media.