Los errores y hábitos alimenticios que están afectando la salud

By Aldo Juan Peralta Lemus

Comer es un acto cotidiano, casi automático para muchos, pero lo que ponemos en el plato tiene un impacto directo y profundo en nuestra salud. A diario, las personas cometen errores alimenticios que, aunque parecen inofensivos, pueden desencadenar desde problemas digestivos hasta enfermedades crónicas como diabetes, hipertensión, afecciones cardiovasculares, obesidad y sus múltiples enfermedades asociadas.

Marie Paulette Étienne Morales, docente de la carrera de Medicina de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, asegura que muchas personas tienen un esquema alimenticio desorganizado, lo que produce desequilibrios en el metabolismo.

“Uno de los errores más comunes es no mantener un ritmo adecuado en la alimentación. Es decir, no contamos con un comportamiento alimentario estructurado. Lo ideal sería implementarlo desde la infancia, incorporando al menos cinco comidas al día. Si alteramos esta rutina, lo que provocamos es la aparición de enfermedades como el sobrepeso, la obesidad y sus consecuencias: diabetes, hipertensión y factores vinculados al síndrome metabólico, como las dislipidemias o la arteriosclerosis”, explica Étienne.

Existen determinados hábitos alimenticios que muchas personas mantienen y que, aunque parecen normales, deberían cambiarse para lograr una nutrición equilibrada. Entre los errores más comunes, según la especialista, se encuentran:

1. Saltarse el desayuno. Al omitir la primera comida del día, el cuerpo queda sin el «combustible» necesario tras varias horas de ayuno nocturno. Esto puede provocar fatiga, dificultad para concentrarse, irritabilidad y bajo rendimiento físico o mental. Además, se altera el metabolismo, lo que a largo plazo puede favorecer el aumento de peso, ya que el organismo tiende a almacenar más grasa cuando no recibe energía con regularidad. Otra desventaja es el descontrol del apetito durante el resto del día.

2. No consumir suficiente proteína. Este nutriente es esencial para la reparación y formación de tejidos, incluyendo músculos, órganos y piel. Una dieta pobre en proteínas puede provocar pérdida de masa muscular, debilidad, fatiga constante y disminución del rendimiento físico.

3. Dejar pasar muchas horas entre comidas. Cuando el organismo permanece demasiado tiempo sin recibir alimentos, se produce un aumento excesivo del apetito, lo que lleva a comer de forma descontrolada en la siguiente comida, muchas veces eligiendo opciones poco saludables o en porciones excesivas. Esto no solo puede favorecer el aumento de peso, sino también provocar trastornos digestivos como gastritis, reflujo o distensión abdominal.

4. Consumir demasiadas calorías. Ingerir calorías en exceso, incluso a partir de alimentos aparentemente saludables, puede generar sobrepeso y obesidad. Este desequilibrio se produce cuando la ingesta supera el gasto energético, acumulando grasa corporal que impacta negativamente en la salud metabólica.

5. No beber suficiente agua. El cuerpo necesita mantenerse hidratado para llevar a cabo funciones vitales como la digestión y la eliminación de toxinas. La falta de agua puede afectar órganos como los riñones, provocar estreñimiento y ralentizar el metabolismo, dificultando la pérdida de peso.

6. Consumir alimentos industrializados en exceso. Productos como snacks, comidas precocinadas y embutidos están cargados de azúcares añadidos, grasas trans, sodio y conservantes. Su consumo habitual puede alterar el metabolismo y aumentar el riesgo de enfermedades como la obesidad, hipertensión arterial, diabetes tipo 2 y afecciones cardiovasculares.

Otro hábito nocivo es el abuso de la sal. Aunque es necesaria en pequeñas cantidades, su consumo elevado —frecuente en embutidos, sopas instantáneas y alimentos procesados— eleva la presión arterial y daña gradualmente órganos vitales como el corazón y los riñones.

También es un error pensar que todos necesitamos la misma dieta. Cada cuerpo es distinto. Lo que funciona para una persona puede resultar perjudicial para otra. La alimentación debe adaptarse al estilo de vida, edad, metabolismo y necesidades individuales, idealmente con orientación profesional.

“Por motivos laborales, dependiendo del área en la que uno trabaje, varía mucho la alimentación. Por ejemplo, algunos desayunan desordenadamente, meriendan a cualquier hora o comen cuando pueden. Lo ideal es tener una rutina y un comportamiento alimentario que evite desbalances y desequilibrios metabólicos que derivan en problemas como la obesidad o la hipertensión”, explica Étienne.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las personas consumen cada vez más alimentos ricos en calorías, grasas, azúcares libres y sal, y la mayoría no ingiere suficientes frutas, verduras ni fibras dietéticas. Esta tendencia se relaciona con el aumento en la producción de alimentos procesados, la rápida urbanización y los cambios en los estilos de vida.

El Atlas Mundial de la Obesidad 2025, elaborado por la Federación Mundial de la Obesidad, estima que en Bolivia hay más de 3.5 millones de personas con obesidad, lo que representa el 32 % de los adultos del país. Además, se registra un preocupante incremento del sobrepeso.

Datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) reflejan que el sobrepeso afecta mayormente a personas entre 40 y 49 años. Este grupo tiene mayor riesgo de desarrollar enfermedades asociadas, como cardiovasculares, diabetes tipo 2, trastornos de fertilidad y problemas en la función sexual.

Cuidar la alimentación no es solo una cuestión estética, sino una herramienta poderosa para prevenir enfermedades, mejorar la calidad de vida y aumentar los niveles de energía. Corregir estos errores es el primer paso para recuperar la salud desde el plato.

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