¿Cómo la neuroeducación está transformando el proceso de aprendizaje?

¿Cómo la neuroeducación está transformando el proceso de aprendizaje?

Por Manuel Filomeno

La educación está en constante evolución, adaptándose a los avances científicos y tecnológicos. Una de las transformaciones más prometedoras es la neuroeducación, un enfoque que fusiona neurociencia, psicología cognitiva y pedagogía para responder a una pregunta clave: ¿cómo aprende el cerebro humano y cómo podemos optimizar ese proceso?

Este campo interdisciplinario no solo busca optimizar los métodos de enseñanza, sino también personalizar el aprendizaje para abordar las necesidades específicas de cada estudiante. Según James Robles, doctor en investigación científica y pedagógica y director adjunto del Instituto de Neurociencias de la Universidad Franz Tamayo (Unifranz), este enfoque es clave para mejorar los procesos educativos.

“Todas las ciencias miran al cerebro para que ahí puedan encontrar cómo funciona, cómo aprende mejor. En esto de la neuroeducación hay varias ciencias que se preguntan cómo puede el cerebro aprender mejor con el uso de la tecnología, la información y el conocimiento de los docentes para que puedan enseñar mejor”, señala Robles.

En el corazón de la neuroeducación está la neurodidáctica, o el arte de enseñar utilizando principios neurocientíficos. Este enfoque sugiere que los docentes deben adaptar constantemente sus métodos para capturar y mantener la atención de los estudiantes. Una estrategia clave es activar la emoción, ya que esta juega un papel fundamental en la retención de información.

“El docente tiene que saber eso, tiene que tener la capacidad de cambiar la estrategia, la técnica y la táctica de aprendizaje para que el estudiante no se pierda en el camino”, señala Robles.

Uno de los avances más interesantes en este ámbito es el estudio de cómo neurotransmisores como la acetilcolina influyen en la atención. Estimular este tipo de actividad cerebral puede prolongar la concentración, permitiendo aprendizajes más significativos.

A lo largo de los años, la neuroeducación ha introducido tendencias que están transformando las aulas y los métodos pedagógicos. Entre estas, destacan tres áreas principales:

  • Motivación como motor del aprendizaje. Lograr que los estudiantes se involucren activamente es esencial. Un alumno motivado no solo persiste en sus tareas, sino que experimenta un aprendizaje más duradero y significativo.
  • Herramientas tecnológicas. Desde plataformas digitales interactivas hasta cascos de estimulación electromagnética diseñados para estudiantes con dificultades de aprendizaje, la tecnología está permitiendo enfoques personalizados y efectivos.
  • Internacionalización del currículo. Proyectos como COIL (Collaborative Online International Learning) facilitan la colaboración entre estudiantes de diferentes países, enriqueciendo las perspectivas y fomentando el aprendizaje práctico.

“En la universidad se han inventado cascos de estimulación electromagnética y eléctrica para que se pueda estimular a ciertos estudiantes que tienen deficiencia en el aprendizaje”, menciona Robles, subrayando la importancia de la tecnología como un catalizador en este proceso.

Un enfoque basado en evidencia

La neuroeducación también promueve prácticas pedagógicas fundamentadas en la ciencia. Por ejemplo, la psicología cognitiva ofrece valiosas aportaciones sobre cómo se procesa, almacena y recupera la información en el cerebro. Esto ha llevado a un cambio significativo en el papel de los docentes, quienes hoy reconocen que no todos los estudiantes aprenden de la misma manera.

“Antes, el docente creía que todos los estudiantes pensaban y aprendían igual. Hoy se sabe que cada cerebro aprende de una manera diferente”, enfatiza Robles. Este reconocimiento ha permitido una evolución en la relación entre maestros y alumnos, alejándose de un modelo unidireccional hacia un enfoque más colaborativo y personalizado.

Las tecnologías digitales son otro pilar de la neuroeducación. Estas herramientas no solo facilitan el acceso a información actualizada, sino que también ofrecen experiencias interactivas que involucran a los estudiantes de manera efectiva. Plataformas educativas, aplicaciones y simuladores permiten retroalimentación instantánea y ajustan las actividades según el nivel de competencia de cada alumno.

Además, recopilan datos sobre el rendimiento académico, ayudando a los educadores a identificar áreas de mejora y personalizar sus estrategias de enseñanza. Este enfoque no solo mejora los resultados de aprendizaje, sino que también fomenta la autonomía de los estudiantes.

La neuroeducación no se limita al ámbito académico; también tiene el potencial de influir en políticas educativas a largo plazo. Al integrar descubrimientos científicos en la planificación y evaluación de sistemas educativos, esta disciplina ofrece una oportunidad única para transformar la forma en que entendemos el aprendizaje.

Con un enfoque centrado en la individualidad de cada cerebro, la neuroeducación está demostrando ser una herramienta poderosa para el futuro de la educación. Como concluye Robles, “en esto de la neuroeducación, todas las ciencias se preguntan cómo puede el cerebro aprender mejor”.

Entender cómo aprendemos no solo es un avance científico, sino una revolución educativa que promete cambiar el curso de nuestras vidas.

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