Con más oportunidades que amenazas para la sociedad del conocimiento, la educación superior busca un salto cualitativo para adaptar sus procesos de enseñanza aprendizaje a una nueva realidad.
El acceso permanente a internet, más aún con el crecimiento vertiginoso de la Inteligencia Artificial (IA) reduce la importancia de la transferencia de contenido según el modelo de la educación tradicional. Es momento de promover con más intensidad las habilidades blandas.
Ante esta nueva concepción educativa, se exige un cambio en los roles que cumplen los docentes y los propios estudiantes. Según Alejandro Zegarra, vicerrector adjunto de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz Santa Cruz, “necesitamos desarrollar habilidades de autogestión, de indagación, de comunicación y de pensamiento» para ubicar al estudiante como «el actor central de su educación».
Habilidades blandas en los estudiantes
La visión renovada de la educación superior encuentra en el desarrollo de habilidades blandas un nuevo punto de inflexión porque deja atrás el ‘qué aprender’ y hace énfasis en el ‘cómo aprender’ y “porque aprender”.
Las universidades avanzan en el modelo educativo por competencias. Apuntan al desarrollo de las capacidades demandadas por el mercado laboral demanda, pero prioriza aspectos propios de un entorno actualizado como la capacidad de innovar, adaptarse, aprender a aprender y a forjar el carácter de las personas con valores.
“Poder explicar lo aprendido y relacionarlo con otros ámbitos del conocimiento, en otras palabras, he aprendido a pensar, he aprendido a aprender y nuevamente me tocará desaprender porque lo que aprendí poco tiempo antes, será poco después obsoleto”, agrega Zegarra.
Rol del docente y del estudiante
El profesor cumple funciones de facilitador del proceso de aprendizaje. Acompaña a los estudiantes en los procesos de acceso y síntesis del conocimiento; promueve espacios de aprendizaje colaborativo.
El alumno ha dejado de ser un actor pasivo en el aula. Se espera una actitud cuestionadora hacia los aprendizajes en un marco de interacción tanto con el docente como con los estudiantes.
“Los roles han cambiado y no solamente hablamos de que la educación está centrada en el alumno, sino que el mismo alumno, ahora, es centro de ese aprendizaje”, indica Zegarra.
Los cambios también se sienten en los recursos pedagógicos al alcance de la comunidad educativa. Según el académico, las nuevas tecnologías están brindando un abanico de herramientas en los procesos de enseñanza aprendizaje y que dependerá de los educadores su elección y uso en función a la metodología que aplica.