Por Manuel filomeno
Desde adolescentes sin instrucción hasta madres con formación técnica o universitaria, las emprendedoras bolivianas en el sector informal abarcan todos los estratos de la sociedad, generando un ecosistema emprendedor rico y lleno de oportunidades y desafíos.
En este mar de variables, la edad parece ser un factor diferenciador en los perfiles de las empresarias, señala el estudio “Perfil de la mujer emprendedora en Bolivia: Dinámicas de emprendimientos liderados por mujeres en la economía informal”, realizado por el Instituto de la Mujer y Empresa (IME) –parte del centro estratégico de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz– con el apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD Bolivia.
La investigación que fue realizada en La Paz, El Alto, Santa Cruz y Cochabamba, ensaya una clasificación de las emprendedoras en el país; sin embargo, reconoce que es imposible definir un único perfil para ellas.
“Queda claro que no existe un perfil de la mujer emprendedora, existen varios. Sin embargo, se identificaron variables diferenciadoras que visualizan algunos de los perfiles de las mujeres emprendedoras y sus negocios”, señala el estudio presentado ayer.
En general, el estudio señala que el promedio de edad de la mujer emprendedora en Bolivia es de 39 años, aunque se observan variaciones regionales de concentración de gente joven en El Alto y Santa Cruz, con un rango etario entre 17 y 78 años, mostrando una gran heterogeneidad en la composición de este sector.
Tomando en cuenta esto, en un primer ejercicio de perfilamiento, se consideró la edad, el nivel de instrucción, las competencias digitales y nivel de bancarización como variables diferenciadoras que permitieron la identificación de cuatro perfiles.
“La edad es una variable diferenciadora importante, así como el grado de instrucción que se relaciona con el acceso a servicios financieros y digitales”, explica el documento.
Según el estudio, primero existe un grupo de mujeres muy jóvenes (menores a 24 años) que se caracteriza por un bajo nivel de instrucción y muy poco acceso a servicios financieros. Por su parte, las mujeres jóvenes (de 25 a 40), tienen más probabilidad de contar con mayor nivel de instrucción, relacionado con el acceso a servicios financieros y digitales.
“Este gran grupo, considera dos subgrupos, las mujeres con mayor probabilidad de tener pareja, que son las que más horas trabajan a la semana, probablemente por su doble carga que incluye labores de cuidado. Por otra parte, las mujeres con mayor probabilidad de no tener pareja, se constituye un grupo que tienen mayores posibilidades de dedicar más tiempo a su emprendimiento o empresa”, explica.
Por último, el grupo de mujeres mayores a 40 años es el segmento más vulnerable, debido a su bajo nivel de instrucción que influye en el escaso acceso a servicios financieros y digitales.
Este primer perfilamiento da lugar a una segunda clasificación basada en la actitud emprendedora de las mujeres; es decir la manera en la que ven su emprendimiento, el tiempo y dedicación que le dedican y si iniciaron su negocio por necesidad o no.
“Como se observa, la edad sigue siendo una variable diferenciadora que, en este segundo ejercicio de perfilamiento, está relacionada con la actitud emprendedora”, consigna el estudio recientemente presentado.
El primer grupo, denominado Emprendedoras, está formado por mujeres jóvenes que, independientemente de su nivel de instrucción, tienen acceso a servicios digitales. Este grupo tiene buenas posibilidades de generar emprendimientos sostenibles, dice el estudio.
El segundo grupo, llamado Espíritu Emprendedor, considera mujeres jóvenes y adultas que cuentan con formación técnica o profesional, usan servicios de Internet, tienen experiencia crediticia y alguna experiencia en emprendimientos anteriores, es quizá el grupo con mayores posibilidades de generar iniciativas por oportunidad escalables y altamente sostenibles.
El grupo de agremiadas, considera mujeres jóvenes y adultas con nivel de instrucción de primaria y secundaria, utilizan la agremiación para acceder a intermediarios para la venta de sus productos, los conocimientos para el emprendimiento generalmente son de tipo familiar y/o ancestral.
Por último, el grupo de artesanas y emprendedoras circunstanciales considera, sobre todo, a mujeres adultas y adultas mayores que iniciaron su emprendimiento debido a la coyuntura, en algunos casos aprendiendo nuevos oficios y que, anteriormente, no habían tenido experiencia en otra área. Este grupo necesita apoyo en el fortalecimiento de habilidades técnicas y blandas, así como el acceso a servicios que les permitan mantener sus negocios.
Para Verónica Ágreda, rectora de Unifranz y CEO del IME, el conocer las particularidades de cada uno de los perfiles de emprendedoras, permitirá, en el futuro, el diseño de planes, estratégias y políticas que puedan coadyuvar a su desarrollo y formalización
“Es importante conocer las realidades en las que viven nuestras emprendedoras. Esta información nos permite darnos cuenta de la realidad de estas mujeres y que el sistema en el que operan es interdependiente ya que a veces las causales para dar este gran salto de pasar de la economía informal a la formal no depende solamente de las voluntades, sino también de políticas públicas, de servicios financieros, de programas de capacitación y otros que hagan posible que ese paso se siga dando y sobre los cuales ahora poseemos la información para trabajar”, expresa.
Por su parte, Diego Suarez, jefe de Experimentación, Laboratorio de Aceleración del PNUD, indica que con esta información se puede entender mejor cómo funciona la economía informal, un primer paso para buscar su paso a la formalización.
“Entender y hablar de economía informal es crucial para Bolivia, es crucial saber cómo y porqué se produce, porqué se ha extendido en nuestras comunidades, en nuestros barrios y cuales son las dinámicas tanto económicas como sociales y que son muy importantes ya que nos llevan a ella”.
Ficha técnica
El tamaño de la muestra tuvo un alcance de ochocientos dieciocho (818) encuestas/ observaciones desplegadas en las ciudades de La Paz (240), El Alto (186), Cochabamba (192) y Santa Cruz de la Sierra (200). Es una muestra representativa a nivel de país que permite tener un 95% de nivel de confianza y un 5% de margen de error.
Las encuestas se aplicaron en el último trimestre de 2022, y se realizaron cuatro grupos focales por ciudad y 10 entrevistas en 2023. La muestra, por su enfoque investigativo mixto, se dirigió a mujeres líderes de pequeños emprendimientos con una actividad económica menor a 10 años de antigüedad.
“El objetivo del estudio es develar las rutas que transitan las microemprendedoras y emprendedoras bolivianas que desarrollan su actividad económica en la informalidad, caracterizar sus perfiles, entender dinámicas de sus emprendimientos para formular recomendaciones para eliminar los obstáculos y desarrollar proyectos y programas pertinentes y relevantes para ellas”, explica el documento.