Por Luis Flores
El mundo cambió particularmente en las últimas décadas, desde la irrupción de las redes sociales hasta la implementación de la inteligencia artificial (IA). Por esa razón, “los cambios en la educación son necesarios para que ésta no se quede atrás”, detalla Ricardo Román, director del Colegio Alberto Blest Gana, uno de los 100 mejores espacios educativos del mundo. El experto propone que la educación moderna debe ser entretenida, tecnológica y emocional.
Para la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés), “la innovación digital ha demostrado su capacidad para complementar, enriquecer y transformar la educación, y posee el potencial para acelerar el avance en la consecución del Objetivo de Desarrollo Sostenible 4 (ODS 4) para la educación, así como para transformar los modos de acceso universal al aprendizaje”.
“Hay que tener en cuenta que estamos en una avalancha, un tsunami de tecnologías, con la inteligencia artificial, con la neurotecnología, que están interviniendo el cerebro, con la robótica y eso está avanzando muy rápido y están pasando muchas otras cosas en el mundo, en la política, medio ambiente, etcétera”, comentó Román en su participación en el Foro Internacional de Economía Creativa, organizado por la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, en Cochabamba.
Guy Haug, experto internacional en políticas universitarias, asegura por su parte, que es impensable e irresponsable pensar la educación superior de hoy y la de mañana sin tener en cuenta el impacto de la tecnología en la educación que, de por sí, no es uniforme y más bien es muy variable, según países, tipos de instituciones, categorías de población, disciplinas y profesiones.
No obstante, Román puntualiza que la educación moderna no solo tiene que ver con el uso de tecnología, sino que también es importante darle valor a elementos como un espacio alegre, divertido, dinámico; el aprovechamiento correcto de los recursos tecnológicos, no dejar que las máquinas hagan las tareas, sino convertirlas en un tutor y compañía personalizada; y las habilidades, como la creatividad, empatía, intuición y otras.
Primero, se deben dejar atrás los colegios tradicionales, serios, formales, llenos de reglas, de autoridad. “Esto ya no hace sentido a los estudiantes. Ellos están viviendo otro mundo y se torna muy tedioso, muy aburrido y también muy cansador para los profesores”.
Segundo, hay que incorporar tecnologías, pero con un uso adecuado. Román señala que sus maestros ya aprovechan las IA para las materias de historia, arte, lenguaje, matemáticas, robótica, programación y electrónica, pero en todas las áreas como un complemento, un tutor, un guía, que ayuda al estudiante, no haciendo la tarea por él.
“Hay que aprovechar lo más que se pueda la tecnología, porque va a ser lo que van a vivir nuestros estudiantes, lo que ya están viviendo, pero también ayuda mucho a acelerar y profundizar los aprendizajes”.
Por último, Román subraya que no hay que olvidar el desarrollo de la educación emocional, puesto que a pesar de los avances tecnológicos, estos no pueden reemplazar las habilidades como la intuición, la empatía y la creatividad humana.
“La STEAM (ciencias, tecnología, ingeniería, arte y matemáticas, por sus siglas en inglés) no lo es todo, son importantes pero STEAM sin educación emocional va a ser insuficiente”, comenta.
Sobre los educadores, el experto llama a la actualización, porque muchos de ellos se formaron bajo las escuelas del siglo XIX y XX. “La escuela del siglo XXI tiene otro tipo de desafío, otro tipo de estudiante, entonces hay que cambiar desde el carácter, las prácticas y la relación entre educador y estudiante”.
El profesor debe evitar seguir mostrándose como el que más sabe del aula, como el que manda, y tiene que transformarse en un mentor, un guía, un motivador. “Debe ser una persona divertida en lo posible. Tiene que desarrollar muchas habilidades del carácter más que habilidades técnicas y habilidades de conocimiento”, finaliza.