Invertir en la sostenibilidad: oportunidad clave para el desarrollo económico con justicia ambiental

By Lily Zurita Zelada

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Bolivia está frente a una ventana de oportunidad sin precedentes para transformar su modelo de desarrollo económico bajo una lógica más sostenible, inclusiva y resiliente. Las finanzas sostenibles, que integran criterios ambientales, sociales y de gobernanza (ESG) en las decisiones de inversión, se presentan como un instrumento estratégico para avanzar hacia el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y los compromisos del Acuerdo de París. 

Así lo sostiene Paulo Barbieri, especialista en Deuda y Financiamiento del Centro de Finanzas Sostenibles del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), quien asegura que Bolivia puede capitalizar su riqueza natural y diversidad cultural a través de estos mecanismos innovadores.

“Las finanzas sostenibles canalizan inversiones hacia proyectos que no solo buscan rentabilidad, sino también impacto ambiental y social positivo. Para Bolivia, son fundamentales porque permiten atraer capital internacional, diversificar fuentes de financiamiento y cumplir con los compromisos climáticos internacionales”, afirma Barbieri. 

Según el experto, sectores clave como la energía renovable, la agricultura sostenible, la gestión del agua y los residuos pueden beneficiarse si el país logra conectar sus necesidades de inversión con instrumentos como los bonos verdes, fondos climáticos o esquemas de financiamiento combinado.

En este contexto, los días 28 y 29 de julio se llevará a cabo el primer Foro Nacional de Finanzas Sostenibles en Santa Cruz, bajo el lema “Bolivia, hacia un financiamiento climático con identidad territorial y justicia ambiental”. El evento es organizado por el Gobierno Nacional, a través del Ministerio de Medio Ambiente y Agua (MMAyA), con el apoyo de la cooperación internacional. El foro busca convertirse en un espacio de diálogo multisectorial entre representantes del Estado, la banca, el sector privado, pueblos indígenas y sociedad civil, para visibilizar instrumentos financieros alineados con la justicia climática y diseñar una hoja de ruta común.

Beneficios ambientales y sociales

Por su parte, Osvaldo Nina, economista y docente de la carrera de Ingeniería Económica en la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, señala que “las finanzas verdes canalizan recursos hacia actividades económicas que generan beneficios ambientales y sociales sin comprometer la rentabilidad financiera”. 

Los préstamos verdes han comenzado a posicionarse como una herramienta innovadora en América Latina, ampliando el espectro más allá de los bonos verdes. Estos préstamos permiten financiar proyectos como energías renovables, transporte sostenible, edificaciones ecológicas o la conservación de recursos naturales, muchas veces con condiciones preferenciales para incentivar su adopción.

“Al adoptar políticas de financiamiento verde, los bancos acceden a fondos climáticos internacionales como el Green Climate Fund o el Climate Investment Funds, lo que amplía su capacidad de fondeo con condiciones más favorables”, explica Nina. 

Para Barbieri, Bolivia aún enfrenta retos significativos para aprovechar plenamente el potencial de las finanzas sostenibles. Entre ellos se encuentran la necesidad de desarrollar una taxonomía verde nacional, establecer mecanismos de monitoreo, reporte y verificación de inversiones sostenibles, y fortalecer el marco regulatorio que promueva la transparencia y reduzca los riesgos financieros derivados del cambio climático. 

“Se trata de construir una arquitectura financiera sólida que facilite el acceso a recursos internacionales, sin comprometer la soberanía ni el desarrollo social del país”, sostiene.

Asimismo, el especialista resalta que el enfoque boliviano debe respetar y potenciar los saberes ancestrales, involucrando a los pueblos indígenas en la toma de decisiones sobre los proyectos de desarrollo. 

Esto implica diseñar instrumentos financieros con mecanismos de participación, cogestión y beneficios compartidos, como los canjes de deuda por naturaleza o los fondos climáticos comunitarios. 

“Las comunidades deben ser protagonistas informadas de los procesos de financiamiento verde, evitando esquemas extractivistas o asistencialistas”, remarca Barbieri.

Esta estrategia también abre la puerta a la inclusión financiera verde, al permitir que emprendedores, pequeñas empresas o familias accedan a capital para implementar soluciones sostenibles como paneles solares, vehículos eléctricos o viviendas ecológicas.

Además del impacto ambiental, las finanzas sostenibles refuerzan la competitividad del sistema bancario, al alinear los productos financieros con los valores de los consumidores actuales, especialmente los jóvenes. 

“No se trata únicamente de cumplir con nuevas regulaciones o de tener una postura ética, sino de adoptar un enfoque integral que combine sostenibilidad, rentabilidad y gestión de riesgos”, agrega Nina.

La consolidación del ecosistema de finanzas sostenibles en Bolivia exige coordinación interinstitucional, formación técnica y voluntad política. Sin embargo, como afirma Barbieri, se trata de mucho más que un nuevo tipo de inversión: es una vía para conectar la identidad territorial del país con los desafíos del siglo XXI. 

En palabras del experto del PNUD, “las finanzas sostenibles no son una moda, sino un nuevo paradigma que combina rentabilidad, resiliencia y responsabilidad. Para Bolivia, significan una oportunidad histórica de crecer en armonía con la Madre Tierra”.

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