Innovación y creatividad local: artistas bolivianos construyen identidad en la economía creativa
La innovación y construcción de identidad en la creatividad local fue el centro de un debate que puso sobre la mesa cómo el arte y la creatividad no solo generan belleza, sino también identidad, cohesión social y desarrollo económico. Este debate fue parte de los paneles organizados por el III Foro Internacional de Economía Creativa, un evento organizado por la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, en la ciudad de El Alto.
El panel, bajo la moderación de la embajadora de Colombia en Bolivia, Elizabeth García Carrillo, contó con la presencia de cuatro artistas de diferentes ramas, quienes, pese a la diversidad de enfoques, coincidieron en que la innovación no significa romper con el pasado, sino reinterpretar tradiciones vivas para proyectarlas hacia el futuro.
El escultor alteño Ramiro Sirpa, conocido como el “escultor de gigantes”, compartió cómo su pasión autodidacta lo llevó a llenar plazas y edificios con réplicas monumentales de personajes de ficción. “Lo que hago son réplicas de personajes que me encantan y me gusta hacerlos grandes. Empecé en 2009, poco a poco, con mucho esfuerzo”, relató.
Para él, la constancia y la autogestión son claves. “Es encontrar lo que a ti te gusta y no dejarlo. Esa ha sido mi fortaleza, de no abandonar lo que me apasiona, y gracias a eso puedo vivir del arte”. Sus palabras reflejan cómo la innovación no siempre viene de recursos abundantes, sino de la perseverancia y el ingenio para transformar lo cotidiano en obra.
Patricia García, con más de tres décadas de experiencia en teatro, abordó otro ángulo de la discusión: la necesidad de revalorizar el arte escénico en Bolivia y de entenderlo como herramienta de autoconocimiento y transformación.
“Decirse artista es una palabra enorme porque implica tener un criterio de identidad propio. El título no te lo da: el camino es el que lo construye”, explicó.
Su apuesta va más allá de formar actores profesionales; su énfasis está en el impacto que el arte puede tener en cualquier persona, independientemente de su carrera.
“Muchos de mis estudiantes no buscan ser actores, sino conocerse a sí mismos y usar las herramientas que da el arte escénico en su vida y su profesión”, agregó. Su testimonio reafirmó que la creatividad es, ante todo, un proceso de aprendizaje colectivo.
La muralista Valeria Kolosh sumó la perspectiva del arte urbano como vehículo de memoria social. Para ella, los murales son mucho más que adornos en la ciudad. “Un mural no es solo una pared bonita, tiene una carga cultural. Es un diálogo entre el artista y la comunidad, y cuando la gente se apropia de él, lo cuida y lo defiende, se convierte en memoria viva”.
Kolosh subrayó también la dimensión económica del muralismo, en la que los artistas deben aprender a gestionar sus trabajos en distintos niveles. “Como artistas debemos movernos en tres esferas: con la comunidad, con las instituciones y de forma personal. Es ahí donde se sostiene la economía creativa y donde logramos que el arte sea sostenible en el tiempo”.
Sus palabras conectaron con las preocupaciones de otros panelistas sobre la necesidad de valorar el trabajo artístico y superar la idea de que el arte no es rentable.
El cierre estuvo a cargo de la diseñadora paceña Eliana Paco, reconocida internacionalmente por llevar la estética de la chola paceña a pasarelas de alta costura. Paco se definió como heredera de una tradición que supo transformar en motor económico.
“Me inspiran las trenzas largas, las enaguas de encaje, la manta tejida a mano y el sombrero de la chola paceña. Eso es identidad y, al mismo tiempo, economía creativa”, señaló.
Su experiencia le ha permitido comprobar el poder de la moda como industria cultural. “Hoy los trajes de la chola son considerados alta costura por la complejidad de su elaboración. Eso demuestra que nuestra identidad no solo es cultura, también genera empleo y desarrollo económico”.
Paco coincidió con Kolosh y García en la urgencia de que el Estado valore el peso de la cultura como sector económico, con políticas que respalden a los artistas y fortalezcan la cadena de valor creativo.
A lo largo del panel, los cuatro artistas compartieron trayectorias distintas pero atravesadas por puntos comunes: la autogestión, la perseverancia y la convicción de que el arte no es un lujo, sino una herramienta para transformar realidades.
Desde las esculturas gigantes en El Alto, pasando por los escenarios teatrales, los murales urbanos y las pasarelas internacionales, sus experiencias mostraron que la innovación no significa romper con lo que somos, sino reinterpretar tradiciones y proyectarlas en clave contemporánea.
El espacio, parte de las actividades del III Foro Internacional de Economía Creativa de Unifranz, dejó claro que Bolivia cuenta con talento y creatividad suficientes para posicionarse en el mapa global, pero requiere voluntad política y políticas públicas que acompañen este esfuerzo. La creatividad, coincidieron los panelistas, es más que un recurso cultural: es un pilar de identidad y una alternativa viable de desarrollo económico sostenible para el país.