Influencers y turismo: el nuevo rostro de la promoción de destinos

By Manuel Joao Filomeno Nuñez

Las nuevas tecnologías y, especialmente, las redes sociales han transformado la manera en que se promocionan los destinos turísticos en el mundo. En este escenario, los influencers digitales se han convertido en protagonistas, capaces de generar interés global hacia un país o región a través de experiencias personales y contenidos que conectan de manera inmediata con millones de usuarios. 

La promoción turística ya no depende únicamente de campañas institucionales, sino también de la capacidad de los creadores de contenido para narrar vivencias auténticas que despierten el deseo de viajar.

“Hoy en día, cuando alguien quiere conocer un lugar, no busca folletos o agencias como antes, busca recomendaciones en TikTok, en Instagram, en las redes. Y ahí entran los influencers, que a través de su experiencia logran mostrar lo que un destino puede ofrecer”, explica Juan Carlos Núñez, docente de la carrera de Administración de Hotelería y Turismo de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.

Según Núñez, la influencia de estas figuras es innegable. Un ejemplo ilustrativo ocurrió en 2013, cuando un fotógrafo japonés difundió en Facebook imágenes del Salar de Uyuni cubierto de agua. Sus fotos de reflejo, en las que no se distinguía cielo de tierra, captaron la atención de miles de personas en Japón. 

“Ese fue un momento neurálgico para Bolivia”, recuerda. Poco después, vuelos repletos de turistas japoneses llegaron al país atraídos por esa experiencia visual. Este caso demuestra cómo un contenido viral puede transformar la dinámica de un mercado turístico y obligar a los servicios locales —hoteles, restaurantes, operadores— a adaptarse a nuevas demandas.

La presencia de influencers, sin embargo, va más allá de la inspiración. Núñez subraya que el impacto se mide en indicadores concretos: noches de hotel ocupadas, pasajes aéreos vendidos, consumo en restaurantes y compras de souvenirs. 

A diferencia de la publicidad tradicional, las campañas con creadores permiten un cálculo más preciso del retorno de inversión. Ejemplos como el Rally Dakar, que multiplicó por más de dos la inversión realizada, muestran cómo la visibilidad puede traducirse en ingresos tangibles para el país.

Otro aspecto relevante es la autenticidad. Los usuarios en redes detectan rápidamente cuándo un contenido es demasiado dirigido. “El influencer que exagera o miente pierde credibilidad para siempre con esa audiencia”, advierte Núñez. 

Por ello, la clave está en elegir perfiles que realmente visiten el país, experimenten su cultura y transmitan vivencias genuinas. La reputación del creador es fundamental, pues de ella depende que los contenidos se perciban como confiables y atractivos.

Un caso reciente que confirma esta tendencia es la visita de la influencer surcoreana Chingu Amiga, quien compartió en sus redes su paso por el Salar de Uyuni, el lago Titicaca y otros destinos bolivianos. Con un estilo fresco y espontáneo, sus publicaciones llegaron a millones de seguidores, generando interacciones positivas y consultas de potenciales turistas. 

La experiencia mostró que Bolivia no solo puede posicionarse como un destino exótico, sino también como un lugar auténtico y hospitalario, capaz de atraer a audiencias jóvenes en mercados emergentes.

Núñez enfatiza que los influencers cumplen hoy un rol similar al de las antiguas guías turísticas impresas, como el “Lonely Planet”, pero con una diferencia crucial: la inmediatez. 

“Antes, un libro podía tardar años en actualizarse. Ahora, un video en TikTok se vuelve obsoleto en cuestión de horas”, comenta. Esa inmediatez es tanto una oportunidad como un riesgo, pues obliga a los destinos a estar siempre preparados para mostrar lo mejor de sí y, al mismo tiempo, a cuidar que la información difundida sea veraz.

Bolivia no es el único país en beneficiarse de estas dinámicas. Figuras como el mexicano Luisito Comunica han dado visibilidad a distintos rincones de América Latina, mostrando la riqueza cultural y natural de la región sin que medie necesariamente una campaña pagada. Estas experiencias demuestran que la influencia digital puede ser gratuita o patrocinada, pero siempre potente.

El desafío, concluye Núñez, es que gobiernos y operadores turísticos trabajen junto a influencers con buena reputación, generando contenidos de calidad que transmitan autenticidad y fomenten la confianza del viajero. Solo así se consolidará una estrategia sostenible en el tiempo, capaz de posicionar al país en el competitivo escenario internacional del turismo.

En definitiva, la promoción turística a través de influencers abre un abanico de oportunidades para países como Bolivia. Se trata de una herramienta que no sustituye, sino que complementa las estrategias tradicionales, aportando frescura, cercanía y alcance global. El reto es saber aprovecharla: elegir con criterio, garantizar autenticidad y medir resultados. Con estas condiciones, la colaboración con influencers puede convertirse en un motor clave para el desarrollo turístico y económico del país.

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