Industria 5.0: evolución, propósito y desafíos en la era de la colaboración humano-máquina

By Manuel Joao Filomeno Nuñez

La industria ha atravesado numerosas revoluciones que han transformado de raíz la manera en que producimos y vivimos: desde la máquina de vapor, pasando por la electricidad, la automatización y la digitalización, hasta llegar a la Industria 5.0, un nuevo paradigma donde la clave es la colaboración entre el ser humano y la máquina.

“El tránsito hacia esta nueva etapa puede ser desafiante para algunos trabajadores, más aún si se resisten a adoptar las nuevas tecnologías como aliadas estratégicas”, asegura Hammeleth Saavedra, director de la carrera de Ingeniería Comercial de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.

La Industria 5.0 busca ir más allá de la automatización avanzada propia de la etapa anterior. No se limita a la eficiencia y la digitalización, sino que coloca al ser humano en el centro del proceso productivo. Se trata de un modelo donde la inteligencia artificial, la robótica y el big data no reemplazan, sino que potencian el trabajo humano, generando una simbiosis en la que la creatividad, la personalización y la sostenibilidad adquieren protagonismo.

En este marco, los expertos advierten que los desafíos son múltiples. Saavedra señala que la automatización de ciertas tareas podría afectar empleos en sectores específicos, pero al mismo tiempo representa una “excelente oportunidad para transformar habilidades” y abrir espacio a nuevos modelos de negocio basados en la colaboración hombre-máquina.

La adaptación, sin embargo, no es automática. Implica repensar la educación y el mercado laboral. Las universidades, sostiene Saavedra, deben rediseñar currículos que incluyan competencias digitales, creatividad, innovación y habilidades socioemocionales. 

“Es clave el entrenamiento en pensamiento crítico y la resolución de problemas, porque son habilidades cruciales en un entorno donde los profesionales deben adaptarse y abordar desafíos complejos”, explica.

De la máquina de vapor a la inteligencia colaborativa

El recorrido hacia la Industria 5.0 se comprende a partir de las transformaciones anteriores. La Primera Revolución Industrial (siglo XVIII) estuvo marcada por la máquina de vapor y la mecanización; la Segunda (finales del XIX) por la electrificación y la producción en masa; la Tercera (mediados del XX) por la automatización y la robótica; y la Cuarta (inicios del XXI) por la digitalización y el internet de las cosas, que dieron paso a las fábricas inteligentes.

Hoy, la quinta revolución industrial plantea un cambio de propósito: no se trata solo de producir más rápido o con mayor precisión, sino de integrar la tecnología en beneficio del bienestar humano y social. 

Para Alejandro Zegarra, vicerrector adjunto de Unifranz, esta nueva etapa está anclada en el valor del conocimiento: “Estamos viviendo una cuarta revolución, que es la del conocimiento, y en una sociedad con conocimiento es aún más importante desarrollar la capacidad para conectar entre distintos ámbitos. El recurso más importante siempre fue el conocimiento”.

En esta línea, Zegarra resalta la necesidad de un “multiconocimiento”, es decir, la capacidad de nutrirse de distintas miradas y disciplinas para construir una comprensión multidimensional de la realidad. Este enfoque, afirma, será decisivo en un mundo donde la tecnología avanza a un ritmo vertiginoso y donde la especialización aislada resulta insuficiente.

Desafíos éticos, sociales y ambientales

La Industria 5.0 no solo abre oportunidades, también plantea riesgos y dilemas. Entre ellos, la ampliación de las brechas sociales si ciertos sectores no logran adaptarse; la privacidad y seguridad de los datos, cada vez más expuestos por la interconexión digital; y la vulnerabilidad frente a amenazas cibernéticas que podrían afectar infraestructuras críticas.

En el plano ético, la toma de decisiones autónomas por parte de algoritmos opacos plantea la urgencia de garantizar un uso equitativo y transparente de la inteligencia artificial. “La sociedad debe abordar cómo garantizar que la IA se utilice de manera ética y equitativa”, puntualiza Saavedra.

A ello se suma la preocupación ambiental. Aunque la tecnología puede contribuir a soluciones sostenibles, la producción masiva de dispositivos electrónicos y la generación de residuos digitales representan un riesgo si no se gestionan de forma adecuada.

En este escenario, tanto Saavedra como Zegarra coinciden en que el talento humano debe redefinirse. No bastará con dominar habilidades técnicas: será necesario combinar competencias blandas —como la empatía, el trabajo en equipo y la comunicación— con destrezas digitales avanzadas.

“En esta era del conocimiento es vital aprender distintos saberes, de distintos ámbitos, para tener una mirada multidimensional de lo que observas”, señala Zegarra, quien subraya que la formación debe ser acumulativa e incremental.

De esta manera, la Industria 5.0 no se entiende solo como una evolución tecnológica, sino como una auténtica revolución cultural y social. Su propósito va más allá de optimizar procesos: busca redefinir el rol del trabajo humano en un entorno donde la tecnología es aliada, no amenaza.

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