Por Dennis Luizaga
El mundo del deporte de competición evoluciona con la ciencia para romper límites de rendimiento. La suplementación alimenticia en este contexto es un factor importante, sin embargo, en los hechos se prioriza la farmacología que debiera aplicarse con conocimiento científico y al ser de relativo acceso de los consumidores, el uso desinformado y empírico pone en riesgo la salud.
“Se hace referencia a la farmacología deportiva a la dosificación de medicamentos que pueden ayudar a incrementar el rendimiento o la capacidad de recuperación. Sin embargo, varios de los fármacos están prohibidos por los organismos deportivos, ya que generan una serie de efectos adversos a medio y a largo plazo”, afirma Milton Lobo Ozuna, docente de la carrera de Bioquímica y Farmacia, de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
Un deportista de alta resistencia aeróbica mejora con cada entrenamiento y tiende a superar sus registros en tiempo o marcas. Un atleta de fuerza, desarrolla mayor cantidad de masa muscular para que a la par tenga fuerza corporal. En ambos casos, la alimentación es primordial.
Los resultados, en muchos deportes, demandan de un proceso a mediano y largo plazo, y para ese fin se requiere desarrollar disciplina y actuar con consecuencia en la actividad.
Luego de tres meses de entrenar en su gimnasio de preferencia, Franz redujo de seis a sólo tres sesiones a la semana porque no podía eliminar su excesiva grasa corporal. En una oportunidad conoció a Alfredo, con quien compartía sus entrenamientos. Luego de un inicio de amistad sutil, el más experimentado ofreció al novato un denominado ciclo de volumen y otro de definición.
Franz comenzó a usar los fármacos que le vendía Alfredo y para evitar que se generen sospechas, ambos ingresaban a los vestidores para aplicar la inyección. En seis meses el joven fisicoculturista bajó de 30 a 20% de grasa y la densidad muscular creció en 7 kilos magros, además de una proporción y definición media.
Dos semanas después que se subió a la balanza, Franz vio que aumentó el acné en su espalda y pectorales; y en sólo 10 días la infección ya era mórbida y cuando acudió al dermatólogo, el médico le dijo que su hígado estaba inflamado. Tras los análisis relató a los especialistas que usaba testosterona en aceite y fue su concentración química la que provocaba el acné. Decidió cortar el ciclo de fármacos, pero no tomó en cuenta que su cuerpo debía recuperarse y al omitir ese procedimiento es que apareció la ginecomastia.
Para Lobo, aplicar fármacos en el deporte es incurrir en el dopaje, “que es la administración o uso de sustancias de cualquier forma ajenas al cuerpo humano o de sustancias, fisiológicas, en cantidades anormales y con métodos anormales por personas sanas, con el propósito exclusivo de obtener un aumento artificial e injusto del rendimiento en la competición”, afirma el académico.
Las dosis exageradas que se aplicó Franz contaminaron sus órganos, no obedeció a la cantidad de inyección que debía suministrarse y pensó en la lógica de “mayor cantidad es tener mejor resultados”.
El docente de Unifranz sugiere evitar el consumo de los fármacos en el deporte y si son necesarios, que sea sólo para tratar el dolor e inflamación; también para afecciones médicas, como, asma o diabetes y para enfermedades comunes, como resfriados, congestión, tos, alergias, diarreas e infecciones de la piel, pero no en todos los casos.
Los deportes de exhibición, como fisicoculturismo, fitness y todas las categorías referidas a la tarima no fueron considerados olímpicos, hasta los juegos de Tokio en 2022. El control del dopaje es estricto, es más, en Estados Unidos y Canadá consideran sustancias controladas a varios anabolizantes esteroides.
¿Qué son los sintéticos de testosterona?
Los esteroides anabólicos son sustancias químicas androgénicas que producen testosterona exógena, es decir, aplicado de manera externa. Una vez en el cuerpo, el organismo deja de producir de forma natural la hormona. Existen fármacos que están hasta ocho días en el cuerpo y otros de corta periodo, con tan solo tres.
Uno de estos productos es la trembolona, que es usado por atletas que buscan fuerza, masa muscular y definición. Su cadena química compleja tiene efectos secundarios, como el incremento de la presión arterial, aumento de la libido, respiración pesada; elevación de la temperatura, insomnio y pesadillas; además de paranoia y trastorno de los estados de humor, incluso con agresividad.
Para una persona que no cumple con un esquema calculado para su sistema, es altamente tóxico para el hígado y riñones, produce cefaleas por la elevada presión arterial y puede provocar hígado graso, no relacionado con el alcohol. Uno de los efectos, si no se elimina del cuerpo, es la ginecomastia.
“Generalmente se los aplica a través de una inyección, pero no es recomendable su utilización. Se debe considerar perjudicial, porque todos los medicamentos conducen a efectos secundarios negativos a corto o largo plazo”, sostiene Lobo.
Existe un mercado ilegal para el comercio de este tipo de fármacos. Si bien Lobo afirma que está regulado porque toda venta debe ser bajo prescripción médica, en redes sociales hay una múltiple presencia de ofertantes de ciclos; al igual que en tiendas virtuales que ofrecen combos.
Al tener acceso relativo a estos contactos, los aficionados que buscan resultados de inmediato acceden a comprar los paquetes que van desde Bs 450 hasta Bs 3.000, según el tipo de resultados que busca el comprador.
Más aún es el comercio de intermediarios que con el producto de los proveedores, le agregan un 10% de valor para vender a los aficionados iniciales. “Hay anabolizantes naturales como la creatina, la coenzima B12, las proteínas, la glutamina, la leucina”, enfatiza Lobo.
Otra gama de productos de la farmacología deportiva tiene que ver con los diuréticos que producen un efecto negativo en los riñones e hígado. Uno de los casos que llamó la atención al deporte de exhibición fue el del austriaco Andreas Munzer, quien fue un atleta de élite en los campeonatos de Míster Olympia desde los últimos años de la década de 1980 y en 1996 murió cuando estaba a bordo de un avión, luego de su última presentación.
Este fisiculturista era conocido como el “hombre sin piel”, ya que su nivel de porcentaje de grasa era casi nulo y siempre estaba definida la musculatura. Para sostener ese régimen abusó de diuréticos y en la autopsia, encontraron tumores en el hígado.