Por Christhoper Gongora
Un estudio elaborado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) revela que, a nivel mundial, la tasa de fecundidad bajó de 3,2 nacimientos por mujer en 1990 a 2,5 en 2019. La proyección apunta una disminución que persistirá en los próximos años, con una baja de la tasa hasta un 2,2 de nacimientos por mujer en 2050.
Cada vez son más personas que optan por no tener hijos. Anteponen como prioridad sus proyectos personales y profesionales antes que plantearse la maternidad o la paternidad.
Tatiana Montoya, psicoterapeuta familiar y docente de la carrera de Psicología de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, resume las determinaciones de los jóvenes. Éstos encuentran una gran competitividad en el campo laboral y, por tanto, prolongan su proceso de formación. Además, aspiran a formas de vida que incurren en altos costos.
“Los jóvenes se han dado cuenta en principio de lo competitivo que es el mundo laboral, definitivamente el no tener una especialización, una maestría, un doctorado, un post doctorado, les resta probabilidades de llegar a su zona de seguridad”, afirma.
Elena es una joven de 28 años que acaba de titularse de la universidad con una maestría en administración de empresas. Trabaja en una empresa de tecnología. Siente que se trata de un ambiente estable y con buena remuneración. Gracias a su trabajo vive en un departamento cómodo en el centro de la ciudad de La Paz.
Es cierto que muchos jóvenes tienen varias razones para no querer hijos y alguna de ellas es la libertad, el cambio climático y la estabilidad económica. Las prioridades han cambiado, la tendencia de estar en pareja durante años, pero sin tener en mente un niño toma mucha fuerza, modificando el ciclo de vida: nacer, crecer, reproducirse y morir.
“Pienso que el miedo y la creencia que ellos tienen de la incapacidad de criar y educar seres humanos que sean beneficiosos para la sociedad es uno de los aspectos que ha hecho que ellos decidan no tener hijos”, indica Montoya.
Hoy en día, a estas personas que eligen no tener hijos, se les conoce como “childfree” (sin hijos por elección) un término que surgió en Estados Unidos. No obstante, la mayoría de la gente al decidir por ello, no saben que están optando por una vida libre de paternidad.
A pesar de que muchos de sus amigos y familiares le preguntaban cuándo pensaba tener hijos, Elena no se ve a sí misma como madre. La idea de dedicar gran parte de su tiempo y energía a criar a un hijo no la atrae, y prefiere dedicarse a su carrera y a desarrollarse como persona.
Sin embargo, es importante destacar que, aunque la decisión de no tener hijos puede ser una elección personal y válida, todavía existe una fuerte presión social para que las personas sigan el modelo tradicional de la familia.
“A veces, los mensajes que se mandan desde los cuidadores primarios o de la familia extensa de tener hijos, llegan a ser estresantes o difíciles”, apunta la psicóloga.
A medida que pasaba el tiempo, Elena comenzó a notar que muchos de sus amigos compartían sus preocupaciones. Hablaban de las dificultades económicas que implica criar a un hijo, así como de los desafíos emocionales y psicológicos que enfrentan los padres.
Una elección válida
Para la psicoterapeuta familiar, la decisión de los jóvenes de no tener hijos es una toma de decisiones que no tiene que ver con vivencias disfuncionales o traumáticas.
“No necesariamente es algo que tenga que considerarse una manera de ser egoísta. (…) Pero pienso que es una decisión bastante respetable y bastante funcional, simplemente no quieren tener hijos, no por malas experiencias, sino por decisión propia y porque se dan cuenta que su vida de esta manera funciona bien, que son funcionales y que de alguna manera tienen estados de felicidad”, afirma.
Las generaciones anteriores y las de ahora difieren en muchos aspectos. Desde la paternidad, donde en el pasado era considerado un deber y una forma de continuar la línea familiar.
El rol de los programas
La importancia de estos programas radica en que muchos jóvenes no tienen acceso a información sobre la paternidad y sus implicaciones en la vida cotidiana, incluyendo el impacto económico, emocional y social.
“Creo que hay que hacer como más hincapié en este trabajo, primero los adolescentes no deberían ser padres. Es una problemática muy grande que influye a nivel económico, social, político, de salud porque hay jóvenes que son mamás y no están preparadas”, cuestiona la psicóloga.
Según Montoya, son embarazos precoces que se presentan en los jóvenes, ya que no tienen la madurez cerebral, emocional y económica que deberían tener. Sin embargo, esto se debe a la poca intervención de adolescentes en talleres que promueve las gobernaciones.
“Todos los gobiernos han estado viendo políticas públicas para disminuir los embarazos adolescentes a través de programas de sensibilización y concienciación (…) tenemos espacios como el CIES y otros espacios municipales que ayudan a adolescentes”, señala Montoya.
Los programas y campañas para informar y educar a los jóvenes sobre la paternidad responsable son fundamentales para promover una toma de decisiones conscientes y bien fundamentales sobre su futuro.
“Considero que es importante abarcar estos temas igual en los colegios, en las universidades y mostrarles que no es una decisión que puede culpabilizarse. El no tener hijos es simplemente una opción de vida, no es una obligación tener hijos”, concluye.