Por Manuel Filomeno
Vivimos en un mundo de incertidumbre con múltiples desafíos, como los económicos y los vinculados al desarrollo humano, además de las presiones planetarias, como el calentamiento global o la migración masiva del campo a la ciudad. En este escenario, los edificios sostenibles y verdes, que mejoren la calidad de vida de las personas y minimicen el impacto ambiental, se constituyen en la clave para la construcción de las ciudades del futuro.
“La construcción de infraestructura sostenible busca minimizar las emisiones de gases de efecto invernadero, reducir la contaminación local y mejorar la resiliencia al cambio climático. También se considera la infraestructura verde, que conecta espacios naturales y seminaturales, para mejorar la calidad de vida urbana”, explica Marcelo Arroyo, economista senior del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Bolivia.
El experto indica que, para avanzar en la construcción de infraestructuras sostenibles, son necesarias métricas para medir de manera adecuada los impactos, así como reducir la demanda de energía en los edificios, y adoptar políticas que mitiguen el efecto de las islas de calor. Como ejemplo, mencionó a la ciudad colombiana de Medellín, donde se ha logrado una disminución del promedio de temperatura en dos grados centígrados gracias a la plantación sostenida de árboles.
“Además, Medellín es un referente en gestión eficiente del agua, algo crucial en ciudades como La Paz, que han enfrentado serias dificultades con este recurso. La construcción sostenible debe maximizar el uso eficiente del agua, vital para el desarrollo urbano y la vida de los ciudadanos. Además, debemos conservar la biodiversidad urbana y proteger los pocos bosques que tenemos, ya que son esenciales para la salud de nuestras ciudades. Por ejemplo, la contaminación provocada por los incendios fuera de las ciudades impacta significativamente en La Paz y Santa Cruz, demostrando la importancia de mantener un equilibrio entre áreas urbanas y rurales”, acota.
Arroyo participó recientemente del Futures Week, un evento organizado por la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, que reunió a una treintena de expertos nacionales e internacionales con un millar de jóvenes, con el propósito de generar propuestas e impulsar acciones para la proyección de ciudades inteligentes, tecnológicas, cultas, creativas, conscientes y saludables.
Retos apremiantes
El economista senior del PNUD Bolivia, indica que los desafíos planetarios actuales ponen en riesgo el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030.
“El Informe de Desarrollo Humano 2020 del PNUD muestra que la curva del desarrollo humano ha tenido un desplazamiento significativo debido a estas presiones planetarias. Los objetivos de la Agenda 2030 enfrentan un alto riesgo de no cumplirse; sólo el 17% de las metas están en proceso de ser alcanzadas, mientras que el 35% están en retroceso o estancamiento. Específicamente, el ODS 11, relacionado con ciudades y comunidades sostenibles, enfrenta un panorama desalentador con mil millones de personas viviendo en barrios marginales y un 90% de la población urbana respirando aire contaminado”, reflexiona.
A nivel global, las ciudades ocupan menos del 3% de la superficie habitable del planeta, pero generan el 75% de las emisiones globales. Este dato subraya la necesidad de avanzar hacia un desarrollo urbano sostenible.
En Bolivia, el crecimiento de las áreas metropolitanas ha sido significativo. Informes del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo destacan el crecimiento de la población urbana en ciudades como La Paz, Cochabamba y Santa Cruz desde los años 50, impulsado por eventos políticos como la Revolución de 1952 y la relocalización de 1985.
“Se prevé que para 2030, al menos el 85% de la población de Bolivia vivirá en áreas urbanas. Este crecimiento plantea la necesidad de políticas públicas que permitan un desarrollo ordenado y sostenible. Las ciudades intermedias han triplicado su población entre 2001 y 2012, principalmente en el eje central del país. A pesar de la polémica del último censo, los datos muestran una importante transición demográfica con más del 65% de la población en edad de trabajar”, puntualiza.
En términos económicos, las áreas metropolitanas como La Paz, Cochabamba y Santa Cruz concentran cerca del 60% del Producto Interno Bruto (PIB) del país. Esto representa un desafío para el futuro desarrollo urbano, donde es fundamental pensar en la sostenibilidad y en cómo las políticas públicas pueden contribuir a un crecimiento equilibrado y equitativo en toda Bolivia.
El sector de la construcción tiene un gran potencial, pero necesita incorporar elementos de sostenibilidad. Al menos el 92% de las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) están vinculadas con este sector. Esto incluye áreas como energía, transporte, agua, gestión de residuos y, sobre todo, edificaciones sostenibles. A finales de 2021, el PNUD creó la mesa de infraestructura sostenible, una plataforma de colaboración interinstitucional que promueve proyectos de infraestructura sostenible en el país.
Sin embargo, el sector enfrenta barreras como la falta de incentivos fiscales, escasez de información, desafíos de gestión de residuos, falta de innovación tecnológica y dificultades de acceso al financiamiento.
Para superar estas barreras, según el experto del PNUD en Bolivia, se deben implementar estrategias como la gestión de políticas públicas, gestión del conocimiento, interacción interinstitucional, financiamiento sostenible y fortalecimiento de actores clave. Es necesario integrar estándares y criterios internacionales de sostenibilidad en el contexto local, evaluar y medir el progreso, y desarrollar productos y servicios sostenibles. La infraestructura sostenible es una oportunidad para acelerar el desarrollo y fomentar la innovación, especialmente entre los jóvenes.
A pesar de este escenario sombrío, el economista apunta que la próxima década ofrece una importante oportunidad de inversión en la construcción de edificios ecológicos, estimada en 24,7 billones de dólares a nivel global y 4,1 billones de dólares en América Latina. Sin embargo, para aprovechar estas oportunidades, es necesario cerrar la brecha de inversión en infraestructura sostenible, que requiere un aumento del 1.8% al 3.12% del PIB regional en inversión pública y privada.
“Ante esta situación es importante movilizar recursos y flujos económicos para hacer realidad estas aspiraciones de infraestructura sostenible y mejorar la calidad de vida en las ciudades del futuro”, concluye.