Escucha activa: la clave para comunicarse con los demás

Oír no es lo mismo que escuchar, mientras el primer término se refiere a una función fisiológica y automática, el segundo representa un proceso mental y de conciencia, que pasa por poner atención, ser empático y mostrar interés en nuestro interlocutor. Escuchar para comprender, no sólo para responder, es la escucha activa.

“El no saber escuchar disminuye la confianza y provoca distorsiones en las relaciones provocando una falta de claridad en la transmisión de ideas, sentimientos o intenciones hasta menoscabar el respeto que deberían establecer la personas al momento de la interacción, lo que deriva en un distanciamiento”, explica Consuelo Medina, docente de la carrera de Psicología de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.

Ante esta situación, la psicóloga indica que es importante cultivar la escucha activa, una habilidad que puede ser adquirida y desarrollada con la práctica. Sin embargo, advierte, puede ser difícil de dominar, pues hay que ser pacientes y tomarse un tiempo para desarrollarla adecuadamente.

Las técnicas de escucha activan tienen sus orígenes en los trabajos del psicólogo estadounidense Carl Rogers y en su reformulación de la relación del terapeuta con el paciente. Rogers creía que la terapia era mucho más eficaz cuando el psicólogo practicaba una escucha empática, era capaz de ponerse en el lugar del paciente y centrarse en cómo vivía esa situación.

La escucha activa se refiere a prestar atención plena y consciente mientras se escucha. No se trata solo de oír a la otra persona, sino de demostrar que estamos realmente atentos. Tiene una dimensión interna, que implica centrarnos y comprender lo que se nos dice, y una dimensión externa, donde nuestros gestos y reacciones reflejan nuestra atención. Así nos aseguramos de que la otra persona se sienta escuchada y valorada.

“Aunque pueda parecer sencillo, la escucha activa requiere un esfuerzo considerable de nuestras capacidades cognitivas y empáticas. Escuchar bien es crucial en la comunicación, y a menudo, sin darnos cuenta, pasamos más tiempo pensando en lo que vamos a decir en lugar de escuchar al otro. La verdadera escucha activa nos permite conectar y entender mejor a quienes nos hablan”, agrega la experta.

La escucha activa no es escuchar de manera pasiva, sino que se refiere a la habilidad de escuchar no sólo lo que la persona está expresando directamente, sino también los sentimientos, ideas o pensamientos que subyacen a lo que se está intentando expresar. 

En la escucha activa, la empatía es importante para situarse en el lugar del otro, pero también la validación emocional, la aceptación y el feedback, pues se debe escuchar sin juzgar y es necesario comunicar a la otra persona que se le ha entendido. Existen dos elementos que facilitan la escucha activa:

Disposición psicológica: la preparación interna es importante, estar en el momento presente, prestar atención constante y observar al otro: identificar el contenido de lo que dice, los objetivos y los sentimientos.

Expresión: reflejar que se está escuchando al otro interlocutor, en lo que se conoce como la función fática del lenguaje verbal (ya veo, umm, uh, etc.) y el lenguaje no verbal (contacto visual, gestos, inclinación del cuerpo, etc.).

“Es fundamental reconocer la importancia del respeto y la empatía en la comunicación. La comunicación, el lenguaje y las palabras tienen un poder de impacto psicológico considerable en las relaciones interpersonales. Su uso es importante para el mantenimiento de vínculos saludables y constructivos”, agrega.

Medina indica que es importante conocer y reconocer los beneficios que trae una comunicación fluida y un lenguaje positivo.

“Entre los beneficios está el de ser una persona asertiva que escucha de manera activa las ideas, sentimientos y necesidades promoviendo una mejor comprensión entre las personas. Las palabras y su uso correcto influyen en las personas, pueden elevar el ánimo, fortalecer la autoestima y generar sentimientos de bienestar emocional, un lenguaje positivo puede impulsar y validar pensamientos y acciones”, apunta.

Tipos de escucha activa

De acuerdo con los estudios de Rogers, existen al menos cuatro tipos de escucha activa:

• Escucha empática: este tipo de escucha se centra en comprender profundamente los sentimientos y perspectivas de la otra persona. Es como cuando prestas atención a alguien que comparte una historia personal difícil o una experiencia emocional significativa. En la escucha empática, muestras genuino interés y empatía, poniendo en segundo plano tus propios juicios y experiencias. Es crucial en las relaciones interpersonales y puede fortalecer la confianza y la conexión emocional.
• Escucha apreciativa: esta es la escucha que se realiza por placer y disfrute. Por ejemplo, cuando escuchas tu canción favorita, asistes a un concierto, escuchas a un orador inspirador, o participas en una ceremonia religiosa. La escucha apreciativa no solo mejora el disfrute personal, sino que también puede elevar el estado de ánimo y proporcionar una sensación de bienestar y satisfacción.
• Escucha comprensiva: se da cuando escuchas para aprender algo nuevo o para adquirir información. Por ejemplo, al escuchar un podcast educativo, las noticias diarias, una conferencia, o una clase universitaria. Este tipo de escucha requiere concentración y retención de la información para aplicar lo aprendido más adelante. Es esencial en contextos académicos y profesionales, donde la comprensión detallada y precisa es fundamental.
• Escucha crítica: esta escucha implica analizar y evaluar la información para formar una opinión o tomar una decisión. Ocurre en situaciones como un debate, una discusión política, o al escuchar una presentación de ventas. En la escucha crítica, se cuestiona la validez, lógica y coherencia de lo que se escucha, y se distingue entre argumentos sólidos y débiles. Este tipo de escucha es vital para tomar decisiones informadas y para desarrollar habilidades de pensamiento crítico.