Dos años de innovación colaborativa transforman ideas en soluciones reales en Santa Cruz

En apenas dos años, el Fab Lab Santa Cruz se ha consolidado como un espacio pionero donde la innovación y la creación colectiva se ponen al servicio de la sociedad. Nacido con el objetivo de democratizar el acceso a la tecnología y la fabricación digital, este laboratorio se ha convertido en un referente para jóvenes, emprendedores y profesionales que buscan transformar ideas en soluciones con impacto social. 

Desde el desarrollo de prótesis hasta la creación de fibras textiles a partir de botellas plásticas, los logros del Fab Lab confirman que la tecnología con propósito puede cambiar realidades.

“El Fab Lab Santa Cruz se ha convertido en un verdadero catalizador de talento joven, integrando disciplinas tan diversas como arquitectura, diseño, salud y más, en un entorno de aprendizaje colaborativo impulsado por tecnología de punta. Este espacio inclusivo permite que cualquier persona, sin importar su carrera o edad, pueda experimentar con herramientas de fabricación digital”, afirma Jorge Pazos, director del laboratorio.

En estos dos años, el Fab Lab ha logrado posicionarse como un motor de innovación en la región, generando alianzas y proyectos que trascienden el ámbito académico. Su coordinadora, Grecia Bello, destaca que lo más significativo ha sido ver cómo la tecnología despierta nuevas posibilidades en los jóvenes. 

“Hemos acercado la tecnología a jóvenes que nunca imaginaron trabajar con impresión 3D o robótica, y también acompañamos a emprendedores a dar forma a sus ideas. Creo que el mayor aporte ha sido inspirar y demostrar que en Santa Cruz también podemos crear, innovar y soñar en grande”, indica.

El Fab Lab, instalado en los predios de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, nació en 2023 como un centro de producción digital, investigación y educación. Con el respaldo de esta institución y la cooperación internacional, el laboratorio abrió sus puertas con el propósito de empoderar a niños, makers y emprendedores para que trabajen de forma colaborativa en un entorno de conocimiento abierto. Hoy cuenta con más de 65 voluntarios, 13 carreras y nueve universidades involucradas, lo que demuestra el alcance de su impacto en la comunidad cruceña.

Entre sus servicios se encuentran la capacitación en herramientas de fabricación digital, el acceso a impresoras 3D, cortadoras láser, fresadoras CNC, escáneres 3D y equipos de electrónica. Estas tecnologías permiten crear prototipos, objetos funcionales y soluciones tecnológicas de diverso alcance, desde proyectos estudiantiles hasta desarrollos aplicables en la industria.

Algunos de los proyectos más emblemáticos surgidos en este espacio confirman su potencial transformador. Uno de ellos es “Arakuaa”, una máquina creada por Bello que convierte botellas plásticas en fibras textiles, integrando saberes ancestrales guaraníes con tecnologías abiertas. Otro ejemplo es la impresora 3D industrial diseñada por Ruddel Callisaya, construida desde cero con materiales accesibles, que hoy permite trabajar con compuestos como ABS o fibra de carbono, abriendo nuevas posibilidades para la industria local.

El impacto del Fab Lab también se mide en historias personales, como la de Miguel Larico, quien recibió prótesis ortopédicas elaboradas en el laboratorio. Estos ejemplos reflejan cómo la innovación no se limita al ámbito académico, sino que se traduce en soluciones concretas que mejoran la calidad de vida de las personas.

El laboratorio no está solo en este camino: forma parte de la red global de Fab Labs, una comunidad de más de 2.700 espacios en 130 países. Gracias a esta conexión, Santa Cruz tiene acceso a software y hardware de código abierto, lo que permite compartir conocimientos y replicar proyectos en distintas realidades. 

“Estamos formando alianzas nacionales con nuevos espacios makers para crear una Red de Fab Labs Bolivia y así compartir proyectos a nivel nacional. El objetivo es tener presencia en todo el país y brindar a los jóvenes makers bolivianos acceso a la fabricación digital”, resalta Pazos.

Desde su fundación, Unifranz ha sido clave para la consolidación del proyecto. La universidad no sólo impulsó su creación, sino que mantiene el compromiso de fortalecer un ecosistema donde la academia, la sociedad civil y la empresa privada convergen en torno a la innovación. 

De cara al futuro, el Fab Lab Santa Cruz busca ampliar horizontes con alianzas internacionales, nuevos proyectos interdisciplinarios y una mayor inserción en la región. Para Pazos, el desafío es consolidar un “referente de innovación con corazón”, mientras que Bello insiste en que la misión seguirá siendo inspirar a más jóvenes a experimentar, crear y creer en sus capacidades. 

En palabras de Diego Suárez, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), este espacio es “un testimonio de cómo la tecnología y la colaboración pueden converger para crear soluciones que beneficien tanto a las personas como al planeta”.

A dos años de su nacimiento, el Fab Lab Santa Cruz no solo es un taller de máquinas avanzadas, sino un semillero de creatividad y colaboración. Con el respaldo de Unifranz y la fuerza de una comunidad en expansión, este espacio se proyecta como un faro de innovación en Bolivia y Latinoamérica, demostrando que el conocimiento abierto y compartido es la base de una transformación real y duradera.

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