Por Manuel Filomeno
Dormir es esencial para la salud, pero el exceso puede ser perjudicial. Estudios recientes han revelado que dormir más de lo necesario está asociado con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares y diabetes. Encontrar el equilibrio adecuado en las horas de sueño es crucial para aprovechar los beneficios del descanso sin poner en riesgo nuestra salud.
“Un sueño reparador es un marcador de buena salud física y mayor bienestar psicológico. La privación o falta del sueño contribuye a una serie de cambios moleculares, inmunes y neuronales que desempeñan un papel importante en el desarrollo de múltiples enfermedades. Dormir menos de seis horas o más de nueve horas, aumenta el riesgo de muerte temprana”, indica la doctora Maribel Gutiérrez Elías, médico anestesiólogo y docente de la carrera de Psicología de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
La experta señala que el sueño reparador es esencial para mantener una buena salud y bienestar general. Durante el sueño, el cerebro trabaja para consolidar la memoria y procesar la información del día, lo que mejora la capacidad de aprendizaje y la memoria.
Además, dormir lo suficiente ayuda a reparar y rejuvenecer el cuerpo. Durante el sueño, se liberan hormonas que promueven el crecimiento y la reparación de tejidos, músculos y huesos. También fortalece el sistema inmunológico, ayudando al cuerpo a combatir infecciones y enfermedades, regula la presión arterial y reduce el riesgo de enfermedades cardíacas. Por otro lado, la falta de sueño puede aumentar el riesgo de hipertensión, ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares.
Dormir bien también ayuda a mantener un metabolismo saludable y a regular el apetito. La falta de sueño puede llevar a un aumento de peso y a problemas metabólicos como la diabetes. Finalmente, el sueño adecuado mejora el estado de ánimo y reduce el riesgo de trastornos mentales como la depresión y la ansiedad.
Sin embargo, los especialistas advierten sobre los riesgos asociados tanto con la falta como con el exceso de sueño, ya que ambos pueden tener consecuencias serias para la salud. Según la Academia Estadounidense de Medicina del Sueño, los adultos deben dormir al menos siete horas por noche, mientras que los adolescentes necesitan entre ocho y diez horas. Dormir menos o más que estas recomendaciones podría indicar problemas subyacentes.
La Academia Estadounidense de Medicina Conductual del Sueño asegura que exceder las diez horas de sueño probablemente sea excesivo y pueda resultar en una sensación de “ebriedad del sueño”, dejando a las personas aturdidas o confusas por la mañana.
Por su parte, Susan Redline, profesora de la Universidad de Harvard, afirma que las personas que duermen más de 10 horas tienden a tener peor salud que aquellas que duermen un promedio de siete u ocho horas. “Las mujeres tienden a dormir más que los hombres, lo que las pone en una posición más vulnerable ante enfermedades cardíacas”, señala.
Según un estudio de Quebec, Canadá, “las personas que duermen más de nueve horas diarias tienen un 25% más de probabilidades de subir de peso”. En este contexto, Teresa Canet, neurofisióloga, advierte que “es igual o casi igual de malo dormir poco que dormir mucho”, señalando que ambos extremos causan alteraciones metabólicas, entre otros problemas.
En casos extremos, la falta y el exceso de sueño pueden influir en el riesgo de desarrollar diabetes y enfermedades cardiovasculares.
Por estas razones, explica Gutierrez, es crucial mantener un equilibrio saludable en el horario de sueño. Dormir entre siete y nueve horas por noche parece ser el rango óptimo para la mayoría de las personas. Las recomendaciones apuntan a evitar tanto la privación como el exceso de sueño, remarcando la importancia de escuchar a nuestro cuerpo y buscar ayuda profesional en caso de cualquier alteración persistente en nuestros patrones de sueño.
Importancia de mantener un equilibrio
A pesar de su importancia, muchas personas no prestan la atención adecuada a sus hábitos de sueño. El estilo de vida agitado, el estrés, el uso excesivo de dispositivos electrónicos y los horarios irregulares pueden interferir con la cantidad y calidad del sueño, lo que lleva a un ciclo perjudicial de privación de sueño y deterioro de la salud.
Vivimos en una sociedad de 24 horas en la que cada vez se exigen más horas de trabajo, la nocturnidad es una realidad que afecta a millones de personas en todo el mundo debido a un incremento de la exposición lumínica (luz artificial, luz de dispositivos móviles), que bloquea totalmente el funcionamiento del reloj biológico (cronodisrupción) que afecta progresivamente la salud.
“Es de suma importancia garantizar una cantidad y calidad adecuada de sueño para la prevención de enfermedades. Y desarrollar estrategias de concientización sobre la higiene del sueño y su repercusión en la calidad de vida”, manifiesta Gutiérrez.
También es importante adoptar hábitos y prácticas que favorezcan un descanso reparador. Esto incluye mantener un horario regular de sueño, crear un ambiente propicio para dormir, limitar la exposición a pantallas antes de acostarse, y practicar técnicas de relajación como la meditación y la respiración profunda.
El sueño, finalmente, es un componente esencial para una vida saludable y equilibrada. Priorizar el descanso adecuado no solo mejora la salud física y mental, sino que también ayuda a vivir una vida más plena y satisfactoria.