Alejandro nació en ‘cuna de oro’, como dirían sus abuelos. Sus papás no se mezquinaron en darle todos sus gustos, ropa de marca, juguetes de moda y estudios en uno de los mejores colegios de la ciudad.
Sin embargo, a medida que iba creciendo, empezó a mostrar problemas de adaptación, principalmente en el colegio, situación que era inadvertida por sus papás. Los maestros vieron actitudes egoístas, dificultades para la interacción con el resto de los niños y miedo cuando le tocaba exponer proyecto de aula. Su timidez la transmitía con agresividad y violencia.
A sus 25 años, luego de visitar a un profesional por los problemas de agresividad que tenía, el psicólogo le diagnosticó “inseguridad” y que tenía que iniciar terapia para revertir esa situación que lo estaba perjudicando en sus relaciones personales y laborales.
Al respecto, Sandra Vargas Fernández, docente de la carrera de Psicología de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, asegura que los padres deben observar el desempeño de sus hijos, desde muy pequeños, en cada una de las actividades que realizan, considerar su grado de independencia, de acuerdo a la edad, cómo reaccionan al fracaso, cómo enfrentan actividades novedosas y cuál es la retroalimentación que él mismo se realiza.
“Sólo así se podrá observar la confianza que tienen en sí mismo ya sea en sus acciones o en los propios comentarios que vierte sobre su misma persona, situaciones que deben ir acompañadas de una constante comunicación familiar, sobre todo los padres”, explica la experta.
Características de los niños inseguros
Los niños inseguros, como es el caso de Alejandro, presentan algunas características comunes que los padres podrían identificar fácilmente:
• Muestra una baja autoestima
• Falta de confianza en sí mismo
• Sentimientos de inferioridad
• Dificultad para reconocer sus logros
• Dificultad para establecer y mantener una comunicación asertiva
• Problemas para mantener una postura y mirada adecuada al momento de mantener una relación interpersonal
Para Vargas, existen otros aspectos que pueden manifestarse en comportamientos desde una excesiva timidez, donde el niño puede privarse de la participación social por temor a equivocarse, avergonzarse y no saber manejar dicha situación, hasta comportamientos agresivos y de constante defensa, con sentimientos de inferioridad enmascarados en conductas que demuestran superioridad.
Causas y síntomas de la inseguridad en los niños
Los sentimientos de inseguridad en los niños provienen, por lo general, de la educación y estilo de crianza a la cual se encuentran sometidos, debido a que, durante el desarrollo, se va alimentando su autoestima y se vivencia experiencias en las que pueden fracasar o tener éxito.
Sin embargo, la forma en que esas experiencias son retroalimentadas por los primeros cuidadores, los padres y todo el entorno familiar, es fundamental para fortalecer la autoestima de uno y por ende desarrollar mayor confianza.
La sobreprotección, la excesiva exigencia, comparaciones constantes, énfasis solamente en los errores y otros comportamientos, no le permiten al niño descubrir sus fortalezas y potencialidades y solo alimentan su inseguridad.
¿Cómo enfrentar esta situación?
Para ayudar a los hijos a que vayan adquiriendo mayor seguridad en sí mismos es importante el acompañamiento y retroalimentación positiva y constructiva a las diferentes situaciones o experiencias que vive.
El objetivo es que el niño reconozca sus fortalezas y debilidades y que, pese a eso, sea capaz de lograr cosas, alcanzar objetivos y sentirse satisfecho consigo mismo en su desempeño.
Momentos de frustración -según la docente- puede haber, el que aprenda a expresarlo es de suma importancia, para luego analizar los aspectos positivos e ir construyendo una autoestima positiva basada en hechos reales.
La inseguridad afecta el aprendizaje del niño y futuras relaciones
La inseguridad en el niño afecta en su proceso de aprendizaje, ya que no logra visualizar los resultados alcanzados por su propio esfuerzo, debido a que sus expresiones siempre serán negativas o en búsqueda de aprobación constante del maestro.
El temor a equivocarse no le permite disfrutar de un aprendizaje constructivo y participativo, evitando que demuestre todo su potencial y llevando a que haya calificaciones que no reflejen su real desempeño académico.
La inseguridad en el niño, también afecta en las relaciones que establece donde se podrá observar comportamientos de sometimiento, excesiva timidez y pasividad.
“Su baja autoestima, lo hará sentirse inferior dejándose llevar por el sentimiento de que los demás son mejores que uno, así como sus decisiones. Por otro lado, se podría presentar conductas agresivas utilizadas como defensa, donde el querer demostrar superioridad física, podría enmascarar su inseguridad”, dice la académica.
Tomar conciencia del rol que juegan la familia y el sistema educativo en la formación personal de un niño, ya que una palabras mal dicha o mal interpretada puede marcar toda la vida de una persona, llevando consigo sentimientos de inferioridad e inseguridad que no permitirán descubrir sus potencialidades y celebrar sus logros de manera adecuada.