Con apoyos auditivos y táctiles, estudiantes de Unifranz desarrollan sistema para enseñar braille a niños con discapacidad visual

By Paula Beatriz Cahuasa

Imagen Unifranz

La inclusión de personas con discapacidad visual en espacios educativos es uno de los retos más urgentes de nuestra sociedad. En respuesta a esta necesidad, proyectos tecnológicos desarrollados con empatía y creatividad se convierten en herramientas fundamentales para cerrar brechas y construir entornos verdaderamente accesibles. Un claro ejemplo es el trabajo de un grupo de estudiantes de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, quienes crearon un sistema híbrido para enseñar braille a niños ciegos.

“El proyecto está enfocado en el aprendizaje del abecedario braille por parte de niños con discapacidad visual. Lo hicimos pensando en quienes dan sus primeros pasos en este sistema de lectura. Es un sistema híbrido: hardware con implementación de software”, explica Jesús David Huanaco, estudiante de Ingeniería de Sistemas y miembro del equipo desarrollador.

Este innovador sistema fue ideado y concretado durante el Hackathon Psicosocial “Change Makers”, un evento que reunió a estudiantes de distintas carreras para resolver problemáticas reales de inclusión. La solución fue entregada al Centro de Educación Especial Aprecia, institución paceña que atiende a personas con discapacidad visual.

El proyecto incluye una aplicación móvil conectada por Bluetooth a un dispositivo que permite la interacción táctil y auditiva. “Utilizamos motores de vibración para enviar señales al estudiante. A través del tacto, él debe identificar la letra y pulsar un botón correspondiente. La pantalla muestra si la respuesta es correcta o no, y un buzzer emite una señal auditiva para reforzar el aprendizaje”, detalla Carla Nicole Quilla Blanco, estudiante de séptimo semestre y parte del equipo.

El hardware está basado en un microcontrolador ESP32 con conectividad Bluetooth, lo que permite la interacción con la app desarrollada en Flutter. “Incluye pulsadores, motores de vibración y una pantalla LCD, diseñada para que el acompañante visualice la corrección en tiempo real”, añade Jesús. A esto se suma una página web informativa construida con React, destinada a la difusión del proyecto y su aplicación educativa.

“Pensamos que esto puede ser un avance tecnológico significativo en cuanto al aprendizaje del lenguaje braille. En Aprecia identificamos que no existe un sistema integral de enseñanza, por eso diseñamos esta herramienta”, agrega Carla. El equipo no solo buscó construir un producto funcional, sino que lo hizo con un profundo sentido de empatía y propósito social.

Genesis Selaya, docente de Ingeniería de Sistemas de Unifranz y mentora del equipo, resalta el impacto de este tipo de iniciativas. “La experiencia fue un reto interdisciplinario y transdisciplinario. Lo más valioso es que los estudiantes se comprometieron con una causa social. Este proyecto no es solo académico, tiene un verdadero aporte para la comunidad”.

Selaya también destaca el aprendizaje práctico que implica. “Los estudiantes aplicaron conocimientos de programación, automatización e inteligencia artificial, además de habilidades blandas como trabajo en equipo y comunicación. La formación por retos permite que sus conocimientos se traduzcan en productos reales y útiles para la sociedad”.

Desde el Centro Aprecia, el profesor Wilfredo Pomar Miranda valoró enormemente la entrega del proyecto. 

“Nos han mostrado lectores braille, páginas interactivas y una serie de elementos que nos permitirán mejorar el aprendizaje con nuestros estudiantes. Es la primera vez que recibimos una propuesta así desde una universidad. Estos proyectos serán de mucha utilidad en nuestras sesiones educativas”, afirmó.

El modelo educativo de Unifranz, basado en el enfoque de “aprender haciendo”, impulsa este tipo de iniciativas mediante la formación activa, la resolución de problemas reales y la conexión con la comunidad. Este enfoque no solo desarrolla competencias técnicas, sino también sensibilidad social en los futuros profesionales.

“Lo que más nos motivó fue saber que nuestro trabajo tendría un impacto real en niños que están aprendiendo a vivir en un mundo diseñado sin ellos en mente. Si nuestra herramienta puede facilitarles ese camino, entonces valió la pena cada hora de programación y cada línea de código”, concluyen los estudiantes.

Experiencias como esta demuestran que la tecnología puede ser aliada de la equidad, y que los jóvenes, cuando tienen un propósito claro y acompañamiento docente, pueden cambiar realidades concretas. Lo que empezó como un desafío académico, terminó siendo un puente hacia un futuro más accesible.

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