¿Cómo controlar nuestros propios impulsos en tres simples pasos?
Paula Gómez tiene un problema, no puede dejar de comer chocolate. “Todo en mi vida está controlado, me alimento bien, hago ejercicio, me levanto temprano y trabajo con esmero, pero cuando veo chocolate pierdo la cabeza y no puedo parar”. Como ella, muchas personas pierden los estribos con toda clase de situaciones, desde una compulsión para comprar, hasta morderse las uñas. Estas personas tienen problemas de autocontrol, la capacidad de resistir los impulsos.
“El autocontrol es la capacidad que nos permite gestionar de manera correcta nuestras emociones y no permite que sean estos, los que nos dirijan a nosotros. De lo que se trata es que todos los impulsos, tanto las positivos como los negativos, se experimenten y se expresen de forma adecuada”, expresa José Ignacio Vásquez Jaliri, experto en psicoterapia conductual y sistémica y docente de la carrera de Psicología de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
De acuerdo con el experto, las investigaciones muestran que un alto autocontrol se asocia con la felicidad, la satisfacción con la vida, la salud y el éxito (por ejemplo, relaciones románticas, escuela, trabajo).
Agrega que el autocontrol es fundamental por varias razones que impactan personal y profesionalmente en las personas, como la toma de decisiones saludables, el manejo del estrés y las emociones, o alcanzar metas a largo plazo.
“Por ejemplo, mediante el autocontrol podemos elegir una ensalada en lugar de comida rápida cuando se quiere comer algo saludable; practicar técnicas de respiración profunda cuando te sientes ansioso o estresado, en lugar de reaccionar de forma impulsiva; o ahorrar dinero regularmente en lugar de gastar sin medida, para alcanzar una meta financiera como comprar una casa”, señala.
De la misma manera, el autocontrol es clave en las interacciones sociales, ya que puede mejorar nuestras relaciones al evitar conflictos innecesarios y promover la comprensión y empatía y, en el ámbito laboral, el autocontrol puede mejorar nuestra productividad y efectividad, permitiéndonos priorizar tareas y manejar mejor nuestro tiempo.
Mejorar nuestro autocontrol
Un reciente artículo de la revista especializada Psychology Today sugiere tres maneras de mejorar el autocontrol para alcanzar objetivos:
- Establecer metas claras y específicas
Tener metas claras y específicas puede ayudar a mantenerse enfocado y motivado. Dividir nuestras metas grandes en pequeñas metas alcanzables. Esto nos permitirá avanzar paso a paso, reduciendo la sensación de estar abrumados y mejorando nuestra capacidad para mantener el autocontrol.
Por ejemplo, si nuestro objetivo es mejorar tu salud, en lugar de decir: «Quiero estar más saludable», establece metas específicas como «caminar 30 minutos al día» o «comer al menos cinco porciones de frutas y verduras diarias».
- Practicar la atención plena (mindfulness):
La atención plena ayuda a aumentar la conciencia de nuestros pensamientos y emociones, lo que te permite tomar decisiones más conscientes en lugar de reaccionar impulsivamente. Técnicas como la meditación y la respiración profunda pueden ser muy útiles.
Es posible dedicar 10 minutos al día a meditar o practicar ejercicios de respiración profunda. Esto nos ayudará a calmar la mente y mejorar nuestra capacidad para resistir los impulsos.
- Eliminar o reducir las tentaciones
Una de las formas más efectivas de mejorar el autocontrol es eliminar o reducir las tentaciones de nuestro entorno. Si no tenemos acceso fácil a aquello que queremos evitar, será más sencillo mantener el autocontrol.
Así, por ejemplo, si queremos reducir el consumo de alimentos poco saludables, debemos evitar comprarlos y tenerlos en casa. En su lugar, debemos llenar nuestra despensa y refrigerador con opciones más saludables.
Ventajas
Vásquez explica que gestionar las emociones ofrece dos ventajas clave: primero, permite reconocer los impulsos y trabajar con ellas de manera saludable, evitando que se conviertan en problemas mayores como la depresión. Segundo, ayuda a controlar nuestras respuestas, previniendo comportamientos inadecuados que podrían dañar nuestras relaciones o nuestra integridad personal.
“Es muy complejo que las personas puedan desenvolverse de manera adecuada en un entorno socio emocional, es decir, que no solo es el coeficiente intelectual lo importante, sino también la regulación para la mejor interacción con nuestro entorno”, finaliza el académico.