“Los primeros días sólo hablaban a mis espaldas, murmuraban cosas, se reían y señalaban. Yo no les hacía caso. Después fueron muy amables, aunque yo me mantuve desconfiada. Me pidieron ser amigos en redes sociales y, con algo de temor, acepté. Ése fue mi peor error”, cuenta Celeste, una joven víctima de acoso.
La época estudiantil fue “la peor de su vida”, asegura la jóven, quien fue víctima de acoso y ciberacoso (acosada a través de sus redes sociales), hasta que cerró sus cuentas o bloqueo a quienes se escudan en el anonimato bajo perfiles falsos.
Un número significativo de niños, niñas y adolescentes en todo el mundo se enfrentan a la violencia en la escuela y al acoso, incluido el ciberacoso, lo que repercute en su salud, bienestar y proceso educativo.
Por esta razón, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) proclamó el primer jueves de noviembre como el Día Internacional Contra la Violencia y el Acoso en la Escuela, incluido el ciberacoso, “reconociendo que la violencia escolar en todas sus formas constituye una violación de los derechos a la educación, salud y bienestar de los niños, niñas y adolescentes”.
El organismo internacional anima a estudiantes, padres, miembros de las comunidades educativas, autoridades educativas y diversos sectores y socios, incluyendo la industria tecnológica, a participar en la prevención de todo tipo de violencia.
“La tecnología puede desempeñar un papel importante en la prevención del acoso en línea y fuera de línea. Es importante resaltar que la tecnología puede ser una herramienta valiosa en la prevención del acoso. No es una solución completa. La educación, la concienciación y la promoción de una cultura de respeto y empatía son fundamentales para abordar el acoso de manera efectiva”, señala Ariel Villarroel, experto de la Jefatura de Enseñanza Aprendizaje (JEA) de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
De acuerdo con Villarroel, algunas formas en las que se puede utilizar la tecnología para prevenir el acoso son:
Educación y concienciación: utilizar la tecnología para crear campañas de concienciación y programas de educación sobre el acoso. Las redes sociales, sitios web y aplicaciones móviles pueden ser utilizados para difundir información sobre el impacto del acoso y cómo prevenirlo. Asimismo, las redes sociales y otros sitios web pueden proporcionar formas fáciles y anónimas de denunciar el acoso. Estas plataformas pueden permitir a los usuarios informar sobre contenido o comportamiento inapropiado y tomar medidas contra los acosadores.
Filtros y bloqueos: las plataformas en línea pueden ofrecer a los usuarios la capacidad de filtrar comentarios ofensivos y bloquear a usuarios que los acosan. Estas funciones ayudan a reducir la exposición al acoso.
Inteligencia artificial y aprendizaje automático: las tecnologías de IA pueden utilizarse para identificar automáticamente contenido y comportamiento de acoso en línea. Las plataformas pueden tomar medidas proactivas para eliminar o advertir sobre contenido ofensivo.
Privacidad y control de datos: las empresas tecnológicas pueden empoderar a los usuarios brindándoles un mayor control sobre su privacidad y datos personales. Esto puede ayudar a reducir el riesgo de ser acosado a través de la divulgación no autorizada de información personal.
Aplicaciones de mensajería segura: fomentar el uso de aplicaciones de mensajería segura que cifren las conversaciones y protejan la privacidad de los usuarios. Esto puede ayudar a prevenir el acoso en línea y garantizar que las conversaciones sean privadas.
Programas de capacitación en línea: ofrecer programas de capacitación en línea sobre el acoso y cómo prevenirlo, especialmente en entornos educativos y empresariales.
Supervisión parental: los padres pueden utilizar aplicaciones de control parental para monitorear las actividades en línea de sus hijos y recibir alertas sobre posibles situaciones de acoso.
Comunidades en línea positivas: fomentar comunidades en línea que promuevan la empatía, el respeto y la inclusión. Las plataformas pueden establecer pautas de conducta y moderar activamente el contenido.
Colaboración con organizaciones y expertos: trabajar en estrecha colaboración con organizaciones que se especializan en la prevención del acoso, como grupos de defensa y psicólogos, para desarrollar estrategias efectivas.
Además, el experto resalta que la legislación y la aplicación de las leyes contra el acoso son importantes para crear un entorno seguro en línea y fuera de línea.
Dilemas éticos
A pesar de la utilidad de la tecnología para la vigilancia y prevención del acoso, su uso plantea dilemas éticos sobre la privacidad y el derecho a la libre expresión.
Algunos de estos dilemas nacen a raíz de los derechos a la privacidad y a la vigilancia. “La tecnología utilizada para prevenir el acoso a menudo implica la recopilación y el monitoreo de datos personales y comunicaciones en línea. Esto plantea preocupaciones sobre la privacidad de las personas y la posibilidad de un exceso de vigilancia, lo que podría llevar a la vulneración de derechos fundamentales”, dice Villarroel.
En el caso del uso de la IA, es posible que los algoritmos de detección de acoso generen falsos positivos, lo que significa que pueden identificar erróneamente contenido como acosador cuando no lo es. “Esto puede resultar en la censura de contenido legítimo y en la limitación de la libertad de expresión”.
En la misma línea, se puede presentar una discriminación algorítmica, en la cual los algoritmos utilizados para detectar el acoso pueden ser sesgados, lo que significa que pueden ser menos precisos para ciertos grupos de personas, como minorías étnicas o culturas diversas, lo que puede resultar en la discriminación y el aumento del acoso dirigido a estos grupos.
Otros dilemas están relacionados con la responsabilidad y moderación, ya que las decisiones sobre qué constituye acoso y cómo se debe abordar son, a menudo, tomadas por las empresas de tecnología y sus equipos de moderación. Esto plantea preguntas sobre la transparencia, la responsabilidad y la equidad en la toma de decisiones.
Asimismo, la lucha contra el acoso a través de la tecnología puede llevar a la censura de la libre expresión. Es un desafío encontrar un equilibrio entre la protección contra el acoso y el respeto por la libertad de expresión; situación que se agrava por la falta de consentimiento de parte de las personas que son monitoreadas, supervisadas o rastreadas. Esto plantea preguntas sobre el consentimiento y el control sobre los propios datos y actividades en línea.
También, la vigilancia puede tener efectos no deseados. “Las medidas para prevenir el acoso pueden tener efectos no deseados, como la creación de comunidades en línea donde las personas evitan discutir temas importantes debido al temor a ser etiquetadas como acosadoras”, especifica el académico.
Para Villarroel, abordar estos dilemas éticos es fundamental ya que se debe considerar la ética desde el diseño de las tecnologías de prevención del acoso, garantizar la transparencia en las políticas y prácticas, y buscar el equilibrio adecuado entre la protección de las personas contra el acoso y el respeto por los derechos y libertades individuales.
“Además, es importante involucrar a expertos en ética, grupos de defensa de derechos civiles y a la sociedad en general en la toma de decisiones sobre cómo se utiliza la tecnología para abordar el acoso”, explica.
Según los últimos datos disponibles de UNICEF, algo más de uno de cada tres estudiantes de entre 13 y 15 años experimentan acoso en todo el mundo y una proporción similar participa en peleas físicas. Asimismo, tres de cada 10 estudiantes de 39 países industrializados admiten que acosan a sus compañeros.
“Si bien las niñas y los niños corren el mismo riesgo de padecer acoso, las niñas tienen más probabilidades de ser víctimas de formas de acoso psicológico y los niños de ser víctimas de violencia física y amenazas”, puntualiza el informe del organismo internacional.