Cinco estrategias de las «universidades líquidas» ante los desafíos de la modernidad

Cinco estrategias de las «universidades líquidas» ante los desafíos de la modernidad

Por Luis Flores

En el siglo XXI, la sociedad parece pasar de una estructura sólida a una difusa y cambiante, proceso que el sociólogo Zygmunt Bauman bautizó como “modernidad líquida”. Las instituciones, valores y relaciones humanas que durante siglos fueron estables se transforman constantemente, asimismo la educación superior. Las universidades se plantean retos y desafíos ante esa modernidad, explica Ariel Villarroel, experto de la Jefatura de Enseñanza y Aprendizaje (JEA) de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.

“La organización y celebración de la Conferencia Mundial sobre la Educación Superior, que tuvo lugar en París, en el inicio del siglo XXI, ya puso de manifiesto que en todas las regiones del mundo se vive un proceso de transformación universitaria”, destaca la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, por sus siglas en inglés). 

Las universidades que se adaptan a esos cambios se denominan “universidades líquidas”, según el experto en educación, quien plantea que debe existir una flexibilidad en las universidades ante la irrupción de la inteligencia artificial (IA), los nuevos mercados laborales, la aceleración de la globalización y la fragilidad de las certezas sociales y económicas. 

“Las universidades están experimentando una transformación profunda que las obliga a adaptarse a las demandas de un mundo donde todo cambia a gran velocidad. Esta adaptación no solo afecta a los contenidos de la enseñanza, sino también a las estructuras organizativas, los roles docentes y, sobre todo, la forma en que la educación es concebida y valorada”, comenta Villarroel.

La universidad líquida surge como una respuesta a esa modernidad flexible y variante, explica el especialista, y plantea que las instituciones educativas no sean estáticas, sino organizaciones dinámicas y adaptables, capaces de evolucionar de acuerdo con las demandas sociales, económicas y tecnológicas de su tiempo, aporta el docente. 

Estas cinco estrategias buscan la adaptación de las universidades ante estos panoramas, según el docente boliviano:

  1. Flexibilidad curricular y personalización del aprendizaje

La universidad líquida permite a los estudiantes diseñar su propio trayecto educativo, combinando disciplinas y adaptando el currículum a sus intereses. Este enfoque fomenta la autonomía, creatividad y resolución de problemas, mientras que la tecnología facilita el acceso a recursos educativos en cualquier momento y lugar. Responde a las demandas del mercado global y competitivo, promoviendo la formación personalizada.

  1. Integración con el entorno socioeconómico y el mercado laboral 

Las universidades deben vincularse estrechamente con la sociedad y el mercado laboral, colaborando con empresas y organizaciones para resolver problemas globales. Esto incluye investigación aplicada, prácticas profesionales y educación en campos emergentes. Los estudiantes adquieren habilidades prácticas que mejoran su empleabilidad y participación en desafíos reales, como sostenibilidad y salud pública.

  1. Desarrollo de habilidades blandas y pensamiento crítico

Las universidades ahora tienen que priorizar habilidades blandas como el pensamiento crítico, la creatividad y la capacidad de trabajar en equipo. Estos son esenciales en un mundo automatizado, donde el ser humano es crucial en áreas que requieren juicio y adaptabilidad. Se fomenta un aprendizaje participativo, con clases interactivas y atención al bienestar emocional, preparando a los estudiantes para afrontar la incertidumbre.

  1. Promoción del aprendizaje continuo y la educación a lo largo de la vida

La universidad líquida busca impulsar el concepto de aprendizaje continuo, ofreciendo programas que acompañan a los estudiantes a lo largo de su vida profesional. Las universidades proporcionan plataformas y programas de educación continua, como microcredenciales y diplomados, para que los profesionales sigan aprendiendo y se adapten a un mercado laboral en constante cambio.

  1. Fomento de la investigación interdisciplinaria y la innovación abierta

La universidad líquida debe promover la colaboración interdisciplinaria para abordar problemas complejos como el cambio climático y las desigualdades sociales. A través de la innovación abierta, las universidades trabajan con empresas y la sociedad civil para generar soluciones prácticas. “Iniciativas como incubadoras y hackatones fomentan una cultura de innovación y emprendimiento dentro del ámbito universitario”, aconseja el experto en educación.

La universidad líquida representa una evolución hacia una educación superior más dinámica y centrada en el estudiante, buscando preparar a los graduados para un entorno laboral cada vez más incierto y cambiante, concluye Villarroel.

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