Por Lily Zurita
América Latina ha logrado reducir su brecha de género en 8,3 puntos porcentuales, alcanzando un índice de paridad del 74,2%. Este avance, el mayor registrado desde 2006, se destaca en el Informe 2024 del Índice Global de Brecha de Género del World Economic Forum (WEF), publicado recientemente.
El Índice Global de Brecha de Género evalúa anualmente el estado y la evolución de la paridad entre hombres y mujeres en cuatro áreas clave: participación económica y oportunidades, logros educativos, salud y supervivencia, y empoderamiento político. Desde su creación en 2006, se ha convertido en una herramienta fundamental para monitorear los avances en la igualdad de género a nivel global.
Para Verónica Ágreda, rectora de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, la educación es un pilar fundamental, para reducir la brecha de género, especialmente para las mujeres, al ser un motor de movilidad social.
“A través de la educación, las mujeres adquieren las habilidades necesarias para acceder a mejores oportunidades laborales, participar activamente en la economía y asumir roles de liderazgo. Además, la educación juega un papel clave en la deconstrucción de estereotipos de género, permitiendo que tanto hombres como mujeres reconozcan su potencial en igualdad de condiciones, señala.
Las iniciativas de formación para emprendedoras, digitalización e innovación, así como los programas que promueven la participación de mujeres en áreas STEAM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Artes y Matemáticas), han sido esenciales para equilibrar la representación de género en estos sectores.
«La primera brecha que reducimos es la de la pobreza. En el caso de las mujeres, esto es aún más significativo porque en Bolivia han estado históricamente vinculadas a empleos precarios, lo que las mantiene atrapadas en un círculo de pobreza por falta de acceso a la educación», señala la también directora del Instituto Mujer & Empresa (IME).
Ágreda destaca que el 70% de los emprendimientos en Bolivia son liderados por mujeres, quienes están impulsando la economía del país.
«Si las mujeres pudieran desarrollar habilidades digitales, recibir formación en emprendimiento y finanzas, podríamos ver un cambio significativo: menos emprendimientos por necesidad y más emprendimientos por oportunidad», reflexiona.
Por su parte, Xiomara Zambrana, directora adjunta del IME, subraya el papel fundamental de la creciente concienciación sobre la igualdad de género, impulsada tanto por gobiernos como por organizaciones no gubernamentales.
«Las políticas públicas que fomentan la inclusión de mujeres en sectores tradicionalmente dominados por hombres, junto con programas que apoyan su participación en educación, salud y política, han sido determinantes para la reducción de la brecha de género en la región», comenta.
Zambrana añade que el aumento de mujeres en posiciones de liderazgo y la promulgación de leyes que protegen sus derechos también han sido cruciales. No obstante, reconoce que aún queda mucho por hacer en estos ámbitos.
El emprendimiento, en particular, ha sido un motor clave para reducir la brecha de género. Según Zambrana, «al liderar sus propias empresas, las mujeres no solo logran independencia económica, sino que también crean redes de apoyo y mentoría, fomentando una cultura de empoderamiento». Las emprendedoras no solo desafían los estereotipos de género, sino que también reinvierten en sus comunidades, generando empleo y promoviendo el desarrollo económico local.
Sin embargo, las emprendedoras todavía enfrentan desafíos significativos. Zambrana señala que el acceso al financiamiento sigue siendo limitado para muchas mujeres, lo que restringe el crecimiento de sus negocios. Además, los estereotipos de género persisten en varios sectores, lo que dificulta la entrada y permanencia de las mujeres en determinados mercados. La falta de redes de apoyo y la baja representación femenina en puestos de liderazgo también son barreras que deben superarse.
«A pesar de los desafíos, con políticas inclusivas y el apoyo adecuado, es posible acelerar este proceso», afirma Zambrana. «Es fundamental que sigamos trabajando de manera colaborativa para cerrar la brecha de género en todos los ámbitos. La igualdad no solo es un imperativo ético, sino también un motor de desarrollo económico y social.»
Instituciones como el IME juegan un rol esencial en la reducción de esta brecha, proporcionando herramientas para que las mujeres emprendedoras puedan desarrollarse profesionalmente. «Nuestra misión es potenciar la innovación y el talento femenino en la era digital, para que las mujeres se conviertan en agentes de cambio en sus comunidades y contribuyan a la reducción de la brecha de género», concluye Zambrana.