Avances científicos devuelven la esperanza a quienes viven con fibromialgia

By Lily Zurita Zelada

IMAGEN UNIFRANZ

“Imagínate despertar cada día sintiendo que tu cuerpo fue atropellado por un tren. El dolor está en todas partes: músculos, huesos, articulaciones. A eso súmale insomnio, fatiga extrema y que te digan que todo está en tu cabeza. Así es vivir con fibromialgia”, describe Laura, una mujer de 38 años diagnosticada hace cuatro, lo que significa convivir con una de las enfermedades crónicas más incomprendidas de nuestro tiempo. 

Hoy, gracias a los avances científicos y tecnológicos, cada vez más personas como ella encuentran alivio, comprensión y una ruta de tratamiento que mejora su calidad de vida.

Gabriel Mendoza, médico con especialidad en patología de esta enfermedad y docente de la carrera de Medicina de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, explica que la fibromialgia afecta entre el 2 y 4% de la población mundial, en su mayoría mujeres. Es una condición neurosensorial compleja que genera dolor musculoesquelético generalizado, acompañado de fatiga, trastornos del sueño, niebla mental y una alta sensibilidad al tacto. Durante años, fue minimizada, mal diagnosticada o incluso tratada como una patología psicológica. Pero eso está cambiando.

“La fibromialgia es una condición real que requiere empatía y paciencia. Con un tratamiento adecuado y apoyo emocional, muchos pacientes logran una mejor calidad de vida. Si sospechas que la padeces, consulta a un reumatólogo especialista en dolor crónico”, enfatiza Mendoza.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la fibromialgia es una enfermedad de tipo reumatismo no articular y la tipifica como un trastorno de dolor crónico generalizado dentro de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10) y CIE-11.

La fibromialgia tiene origen neurológico

Durante décadas, los diagnósticos eran tardíos y, en muchos casos, erróneos. Hoy, los avances en neurociencia han permitido demostrar que el dolor que sienten las personas con fibromialgia tiene un origen neurológico concreto, especialmente en cómo el cerebro procesa los estímulos.

“Los adelantos tecnológicos han permitido un diagnóstico más preciso con resonancias magnéticas funcionales y estudios de neuroimagen que detectan anomalías en el procesamiento del dolor”, señala Mendoza.

Estas herramientas no solo ayudan a identificar la fibromialgia con mayor certeza, sino que también han revolucionado su tratamiento.

Tratamientos que evolucionan

Aunque no existe una cura definitiva, los tratamientos han avanzado hacia un enfoque integral y multidisciplinario. En la actualidad, se utilizan medicamentos como analgésicos, antidepresivos y anticonvulsivos para modular el dolor, mejorar el estado de ánimo y favorecer el descanso. Pero las novedades más esperanzadoras llegan desde la estimulación cerebral y la tecnología aplicada.

“Hoy contamos con terapias innovadoras como la Estimulación Magnética Transcraneal (TMS) y el neurofeedback, que ayudan a modular la actividad cerebral y reducen la intensidad del dolor”, explica Mendoza.

La TMS, por ejemplo, es una técnica no invasiva que estimula regiones específicas del cerebro mediante pulsos magnéticos, mejorando el umbral del dolor y disminuyendo los síntomas depresivos asociados a esta enfermedad. Por su parte, el neurofeedback permite al paciente entrenar su cerebro para controlar ciertas respuestas neurológicas, como la ansiedad y el estrés, factores que exacerban los síntomas.

Estas opciones se complementan con terapias tradicionales que han demostrado su eficacia, como el ejercicio físico moderado. Prácticas como yoga, pilates, natación o caminatas diarias ayudan a mantener la movilidad y disminuir el dolor. Además, la alimentación antiinflamatoria —baja en azúcares, gluten y lácteos— puede contribuir a reducir síntomas, especialmente en personas con sensibilidad a ciertos alimentos.

El rol invisible, pero vital, de la familia

La fibromialgia no solo afecta al cuerpo del paciente, sino también su entorno emocional y familiar. Muchas veces, la incomprensión de quienes lo rodean agrava el sufrimiento.

“El apoyo familiar es fundamental, ya que la fibromialgia puede generar aislamiento y frustración. La familia puede ayudar validando el dolor del paciente, acompañando en el tratamiento, facilitando las citas médicas o promoviendo una dieta saludable”, recalca Mendoza.

La validación emocional, es decir, reconocer y no minimizar el sufrimiento, marca una diferencia significativa en el proceso de recuperación o estabilización. La empatía se convierte en medicina.

Durante mucho tiempo, las personas con fibromialgia han sido víctimas del escepticismo médico y social. Frases como “es estrés”, “es psicológico” o “es una exageración” aún persisten, provocando ansiedad, depresión y desconfianza en quienes sufren la enfermedad.

Pero las cosas están cambiando. Las nuevas investigaciones, el respaldo clínico de herramientas tecnológicas y el enfoque biopsicosocial están ayudando a visibilizar y desestigmatizar esta condición.

Desde universidades como Unifranz, se promueve un enfoque humanista en la formación médica, para que los futuros profesionales no sólo diagnostiquen con precisión, sino acompañen al paciente con compasión y responsabilidad y sean capaces de resolver desafíos médicos, investigar curas y brindar esperanza a aquellos que más lo necesitan.

“La ciencia avanza, pero la empatía debe avanzar al mismo ritmo. La fibromialgia no se ve, pero se siente. Y quienes la padecen merecen ser escuchados, tratados y comprendidos”, concluye Mendoza.

En la actualidad, Laura toma sesiones de TMS una vez por semana, camina 30 minutos al día, sigue una dieta antiinflamatoria y ha retomado sus clases de pintura. Dice que el dolor aún está ahí, pero es más leve y llevadero. 

“No sé si algún día se irá del todo. Pero por primera vez en años, siento que tengo el control. Y eso ya es un gran logro para mí”, concluye.

avatar do autor
Lily Zurita Zelada

Deixe um comentário

O seu endereço de e-mail não será publicado. Campos obrigatórios são marcados com *