Por Manuel Filomeno
Cuando comienzas un negocio, muchas veces no sabes cómo vas invertir, «cuánto debes guardar y cuánto gastar para mantener el inventario, cuánto tomar para uno, cuánto poner en el banco o debajo del colchón”, explica Rómulo, dueño de una tienda de abarrotes.
Desafortunadamente, la escasez de conocimientos básicos en finanzas es una realidad que afecta a muchas personas, exponiéndolas a riesgos financieros y limitando sus oportunidades.
Datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) dan cuenta que en Estados Unidos, sólo el 27% de los adultos jóvenes están familiarizados con conceptos como la inflación, la diversificación del riesgo o pueden hacer cálculos de interés sencillos. En Perú, únicamente el 41% puede añadir un interés de 2% a los ahorros iniciales de 100 soles peruanos. En tanto que, en Dinamarca, el 73% tiene poco o ningún conocimiento sobre los tipos de interés. Mientras tanto, el 52% de los adolescentes británicos ya se ha endeudado a los 17 años.
En la región, Bolivia es uno de los países con mayor número de iniciativas de educación financiera junto con Perú, de acuerdo con un estudio de la Federación Latinoamericana de Bancos (Felaban). Sin embargo, otras estadísticas muestran que, si bien existen iniciativas de educación, la inclusión aún no es la ideal.
El número de cajeros automáticos es bajo: hay 38 cajeros por cada 100.000 adultos, además, están distribuidos de una forma muy desigual: de los 2.970 cajeros automáticos del país, 2.590 se encuentran en zonas urbanas y sólo 380 en rurales.
Asimismo, el uso de la banca móvil o por internet es del 11% de la población y alrededor 67% de la población de entre 18-46 años hace uso de los cajeros automáticos, mientras que sólo un 35% de los que superan esta edad hacen uso de estas tecnologías, según datos de Felaban.
Los principios fundamentales de la educación financiera incluyen aprender a presupuestar, realizar un seguimiento de los gastos, saldar las deudas de manera eficaz y planificar adecuadamente la jubilación.
La planificación financiera eficaz, la gestión adecuada de la deuda, el cálculo preciso de los intereses y la comprensión del valor del dinero en el tiempo son características de tener conocimientos financieros.
“La educación financiera enseña conocimientos financieros, incluyendo la gestión financiera personal, la elaboración de presupuestos y la inversión. La educación financiera ayuda a las personas a ser autosuficientes para que puedan lograr la estabilidad financiera, por tanto, se enfoca en gran medida en el correcto manejo de las finanzas personales”, explica Jenny Andia, directora de la carrera de Ingeniería Económica de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
Según la académica, una educación financiera sólida permite a los ciudadanos evitar deudas o estafas, además que enseña a administrar la riqueza de mejor manera, lo que se traduce en un mayor bienestar y resiliencia en caso de una crisis económica.
“Los beneficios para la sociedad son muchos, la educación financiera puede ayudar a evitar estafas, evitar el ahorro informal, y proporcionar previsibilidad para planificar la vida. Además, un nivel básico de educación financiera puede ayudar a reconocer las señales de alerta y, como mínimo, saber dónde acudir para buscar ayuda, asesoramiento o más información. Aprender a administrar la riqueza de manera más eficiente aporta beneficios a los hogares, que se traduce en una mejora del bienestar económico”, puntualiza.
Para Andia, es fundamental adquirir los conocimientos para comprender cómo funciona el dinero en el mundo y tomar decisiones informadas sobre la economía, ya que permite comprender cuáles son las mejores opciones financieras en nuestro día a día, hacer un presupuesto para lograr estabilidad económica, conseguir la meta de ahorrar, conocer las ventajas y riesgos del sector financiero y la forma de protegerse de fraudes.
“Otra de las ventajas que ofrece es la libertad financiera, que significa poder disponer de nuestro tiempo y esfuerzo y dedicarnos a lo que realmente nos gusta sin necesidad de preocuparnos por la generación de ingresos, ya que un sistema los está obteniendo por nosotros o éste te llega fruto de las buenas inversiones que hemos realizado”, dice la experta.
Conceptos básicos
Activo: es aquello que hace que llegue dinero a nuestro bolsillo. Como, por ejemplo, las propiedades, las regalías por la venta de un libro o una canción, los dividendos de las acciones, entre otros.
Pasivo: es lo que hace que salga dinero de nuestro bolsillo. Como los servicios de una casa, impuestos, reparaciones y créditos al banco. Otro ejemplo claro es un automóvil y el combustible que usa, las revisiones mecánicas, los repuestos, accesorios e impuestos.
Ingreso activo: es aquel ingreso donde se requiere de nuestra presencia física para conseguir dinero. El ejemplo más común es el empleo.
Ingresos pasivos: Son aquellos ingresos que se pueden generar sin que sea necesaria nuestra presencia física. Es el fruto de un esfuerzo realizado durante un período de tiempo, que posteriormente permite recibir compensación monetaria sin ser necesario nuestro tiempo ni esfuerzo.
Juegos para enseñar educación financiera
De acuerdo con la OCDE, si bien muchos países han adoptado estrategias para enseñar educación financiera desde la escuela, no existe una receta única para el éxito.
Una de estas estrategias es la gamificación, la cual ha sido puesta a prueba en países como Argentina, donde tuvo el apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Las ventajas de la gamificación (el aprendizaje a través del juego) son que las lecciones están basadas en interacciones simples, intuitivas y centradas en la experiencia del usuario.
La experiencia argentina consistió en el uso de juegos virtuales, en los cuales los participantes se involucraron tomando decisiones para avanzar en el juego. Estas decisiones estaban relacionadas con situaciones cotidianas, tal como ahorrar para comprar una bicicleta o decidir qué hacer cuando recibimos dinero como regalo de cumpleaños. De esta forma, se puso a los jóvenes en contacto con conceptos financieros básicos, como inflación, interés o diversificación de riesgos.
De acuerdo con las experiencias del programa, a través de las decisiones sobre cómo recaudar dinero para una compra en un contexto inflacionario y qué hacer con éste, se observó que la mayor parte de los jóvenes involucrados en la experiencia demostraron ser capaces de identificar instrumentos financieros básicos.
Respecto a cómo juntar el dinero necesario para cumplir con el objetivo de compra que proponía el juego, los jóvenes también mostraron capacidad para decidir sobre estrategias diversas, desde optar por un trabajo en relación de dependencia, llevar adelante un emprendimiento propio o invertir.
Super interesante modo de aprendizaje en relación a la educación financiera