Papanicolaou: el control al que las mujeres temen pese a que puede prevenir el cáncer
En Bolivia, miles de mujeres en edad fértil aún no acceden a un examen sencillo que podría salvarles la vida: el Papanicolaou. El cáncer de cuello uterino, completamente prevenible si se detecta a tiempo las células anormales, sigue siendo una de las principales causas de muerte entre mujeres en el país. ¿Por qué tantas lo evitan?
Según la Organização Mundial da Saúde (OMS), cada año más de 350.000 mujeres mueren en el mundo por cáncer cervicouterino, y casi el 90 % de los casos ocurren en países de ingresos medios y bajos, donde el acceso al examen es limitado. En Bolivia, también según la OMS, cada día, entre cuatro a cinco mujeres mueren por Cáncer de Cuello Uterino, una de las tasas más altas de incidencia y mortalidad a nivel mundial y la más alta de América Latina.
El examen de Papanicolaou (Pap) —que permite detectar lesiones antes de que se transformen en cáncer— debería realizarse cada uno o tres años, dependiendo de la edad y antecedentes médicos. Sin embargo, las cifras muestran que sólo alrededor del 14 % de las mujeres bolivianas accede regularmente a esta prueba, una de las coberturas más bajas de la región, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
El Alto: una ciudad joven con grandes desafíos
En El Alto, donde la población femenina es mayoritariamente joven y trabajadora, las condiciones sociales y culturales agravan esta realidad. La ciudad tiene largas distancias entre zonas, horarios de trabajo extensos y servicios de salud con recursos limitados.
En ese contexto, un grupo de estudiantes de octavo semestre de la carrera de Enfermería de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz El Alto, desarrolló una investigación sobre los “Factores que influyen en la poca afluencia al examen de Papanicolaou de mujeres de 20 a 45 años en el consultorio vecinal Elizardo Pérez del distrito 2”; El trabajo fue premiado entre los mejores de las V Jornadas de Investigación Unifranz.
Su estudio, basado en encuestas aplicadas a 40 mujeres, revela una realidad que va más allá de los números: el miedo, la vergüenza y la falta de información siguen siendo las principales barreras para la prevención.
Lo que encontraron las futuras enfermeras
Los resultados muestran que, aunque el 77,5 % de las mujeres entrevistadas dijo haberse realizado alguna vez el examen, muchas no lo hacen con la frecuencia recomendada o lo postergan durante años. El 22,5 % nunca se lo realizó.
“Una de las causas principales es el desconocimiento: muchas mujeres no saben exactamente quiénes deben hacerse la prueba ni entienden su importancia”, explica Wendy Riveros, una de las investigadoras, quien trabajó de la mano de sus compañeras Dina Sonco, Yhoselin Marca, Evelin Mamani, Eliana Vargas y Laura Quispe para lograr los resultados.
El estudio también identificó miedos y prejuicios que influyen directamente: “Hay vergüenza al momento del examen, miedo al resultado y desconfianza cuando el personal de salud es masculino (…) incluso encontramos que, en algunos casos, la pareja desaprueba que la mujer se realice el examen, lo que se convierte en una barrera adicional”, dice Dina.
Entre la rutina, la cultura y la falta de apoyo
Según el estudio, muchas mujeres trabajan largas jornadas, tienen responsabilidades domésticas y no pueden acudir al centro de salud durante el horario habitual. A ello se suma la influencia cultural y social, donde hablar de salud íntima todavía genera tabú.
“El tiempo, la carga familiar y el poco apoyo de la pareja o del entorno son determinantes”, indican las investigadoras. No obstante, aclaran que el problema no radica en la infraestructura o el horario del centro, sino en la información, confianza y educación comunitaria.
Educación y empatía: claves para revertir la tendencia
Las autoras proponen acciones concretas para aumentar la participación de las mujeres en los controles preventivos:
- Campañas educativas y comunitarias, con lenguaje accesible y apoyo de líderes barriales y medios locales.
- Capacitación al personal de salud, fomentando la empatía y el respeto a la privacidad, y priorizando la atención por personal femenino cuando sea posible.
- Involucrar a los hombres y las familias, para que comprendan la importancia del examen y se eliminen los prejuicios que lo rodean.
- Facilitar el acceso, con jornadas de salud móviles, horarios extendidos y espacios seguros donde las mujeres puedan acudir sin miedo ni vergüenza.
Un llamado a la prevención con enfoque humano
El examen de Papanicolaou es una herramienta que puede salvar vidas con un simple control periódico. Pero para que eso ocurra, es necesario romper el silencio, hablar de salud femenina sin tabúes y llevar la información donde más se necesita.
“Queremos que las mujeres entiendan que hacerse el Papanicolaou no es motivo de vergüenza, sino un acto de amor propio”, concluyen las estudiantes de Enfermería.