Universidades y emprendimiento: claves para formar a la próxima generación de innovadores

Bolivia es un país con vocación emprendedora. Según el Global Entrepreneurship Monitor (GEM), más del 30% de los bolivianos en edad productiva ha intentado alguna vez iniciar un negocio, una de las tasas más altas de América Latina. Esta fuerza emprendedora, impulsada tanto por necesidad como por oportunidad, constituye un motor económico que, sin embargo, requiere de mayor articulación para consolidarse.
En este escenario, las universidades se convierten en actores clave; no solo forman profesionales, sino que también deben ser semilleros de emprendimientos innovadores capaces de transformar el país.
“La academia no es simplemente un trampolín para el mundo laboral, sino un pilar fundamental en el ecosistema emprendedor. La academia genera el capital intelectual que impulsa la innovación, prepara a los estudiantes en habilidades técnicas y blandas, y fomenta una cultura colaborativa que es esencial en el éxito de las startups”, afirma Antonio Riveros, CEO de Creotec y presidente de Startup Bolivia.
Desde esa perspectiva, la universidad moderna ya no puede limitarse a impartir contenidos teóricos. Su papel es cultivar mentalidades emprendedoras, crear entornos colaborativos y ofrecer herramientas para enfrentar el competitivo mundo de los negocios.
“La formación especializada que se brinda en la universidad, debe estar enfocada, no solo en inculcar conocimientos empresariales, sino que también debe fomentar la creatividad y el pensamiento estratégico, preparando a nuestros estudiantes para enfrentar los desafíos específicos del mundo emprendedor local”, asegura Erick Vía, director de la carrera de Administración de Empresas de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
En esa línea, Riveros insiste en que es vital que las instituciones de educación superior siembren el espíritu emprendedor desde las aulas, generando no solo profesionales, sino también innovadores capaces de liderar proyectos de impacto social y económico. Para lograrlo, sugiere promover metodologías activas de aprendizaje, fomentar la interdisciplinariedad y facilitar espacios de encuentro entre estudiantes, emprendedores y sector privado.
En un reciente artículo, el docente Ulrick Noel, del Instituto de Emprendimiento Eugenio Garza Lagüera del Tec de Monterrey, indica que el éxito del emprendedor no se alcanza en el primer intento. En promedio, afirma, un emprendedor logra consolidar un proyecto exitoso en su cuarto intento (3.8). Por ello, las universidades deben ofrecer a los estudiantes un ecosistema de apoyo que les permita experimentar, fallar y volver a intentarlo con mejores herramientas. Ejemplos como el de la empresa Someone Somewhere, surgida en el Tec, muestran cómo la educación puede ser el germen de emprendimientos con impacto social y económico.
Por su parte, Vía subraya que el trabajo colaborativo es la clave para desarrollar startups sólidas. Identifica elementos esenciales como la definición de objetivos comunes, el intercambio de información, la confianza entre los equipos y la digitalización de procesos. Estos factores permiten que los emprendimientos ganen agilidad, optimicen recursos y fortalezcan su capacidad innovadora.
Asimismo, es importante que las universidades impulsen el emprendimiento a través de hackatones, ferias de innovación, programas de mentoría y espacios de coworking, donde los estudiantes puedan experimentar de primera mano la dinámica de los negocios emergentes. Estos espacios, además de brindar experiencias prácticas, fortalecen la resiliencia y la creatividad, dos cualidades fundamentales para sobrevivir en un entorno altamente competitivo.
Es importante recordar que la educación no elimina los riesgos del emprendimiento, pero sí prepara a los jóvenes para enfrentarlos con mayor efectividad. La universidad, entonces, se convierte en un laboratorio donde las ideas pueden fallar sin destruir al emprendedor, al mismo tiempo que lo dota de redes y conocimientos para intentarlo de nuevo con más probabilidad de éxito.
Universidades como semilleros de emprendimiento
La evidencia internacional y las experiencias locales demuestran que cuando las universidades apuestan por el emprendimiento, los resultados trascienden a la formación profesional: impactan en el desarrollo económico, en la innovación social y en la competitividad de todo un país. Por eso, más allá de transmitir saberes, las universidades deben educar para emprender, promoviendo la creación de proyectos que respondan a necesidades reales del entorno.
Unifranz, consciente de esta misión, ha incorporado el emprendimiento como parte esencial de su modelo educativo innovador, potenciando la creatividad y la colaboración de sus estudiantes. Con programas que fomentan la creación de startups y espacios que estimulan el trabajo en equipo, la universidad se posiciona como un actor clave en el fortalecimiento del ecosistema emprendedor boliviano.