Retos virales: la estrategia de marketing cultural que une a millones en redes sociales

By Manuel Joao Filomeno Nuñez

No hace falta una cancha ni un himno para encender el orgullo nacional, en la actualidad basta con un reto viral para que millones se lancen a defender lo propio, incluso desde el anonimato de una pantalla. Una receta, un acento o un símbolo cultural pueden convertirse en bandera, y las redes sociales en el escenario donde los países se enfrentan en batallas invisibles que se sienten tan intensas como una final deportiva.

Estos retos virales representan una oportunidad única para las marcas, pues demuestran cómo una acción simple puede transformarse en una estrategia de marketing con un alcance masivo y sin precedentes, explica Shirley Lozada Hidalgo, directora de la carrera de Publicidad y Marketing en la Universidad Franz Tamayo (Unifranz).

“Cada interacción, desde un clic hasta un comentario, contribuye a la visibilidad de un país y fortalece la percepción de su cultura a nivel global. Este tipo de fenómenos demuestra que las emociones compartidas se pueden convertir en estrategias de participación digital que impactan directamente en el branding cultural”, explica.

El ejemplo más reciente es el Mundial de Comidas organizado por el streamer español Ibai Llanos. Lo que parecía un simple entretenimiento gastronómico terminó transformándose en una competencia cargada de emociones colectivas a la que se sumaron, incluso, los mandatarios de algunos países. 

De pronto, una salteña boliviana o una medialuna argentina no eran solo recetas, eran banderas que representaban a países enteros en una batalla digital. El juego se ha convertido en asunto de identidad, donde cada voto es una declaración de pertenencia.

“Los usuarios no solo participan por diversión, generan un movimiento orgánico que fortalece la comunidad digital y la presencia de sus símbolos culturales. Cada receta, cada video, se convierte en un producto que representa a un país y permite a las audiencias involucrarse de manera activa, convirtiéndose en embajadores de su propia cultura a través de la interacción digital”, puntualiza Dudan Camacho, docente de la carrera de Publicidad y Marketing en Unifranz.

Para los expertos, lo llamativo no es el concurso en sí, sino la manera en que las audiencias lo viven. Como si se tratara de un mundial deportivo, los usuarios de distintos países inundan Youtube, X , TikTok e Instagram con mensajes de apoyo, memes, videos explicativos y hasta campañas improvisadas para lograr que su plato avance de ronda. Lo que empieza como humor se convierte en una demostración de patriotismo digital, capaz de unir a miles en un mismo propósito, hacer que su cultura sea reconocida.

“Se puede observar que estas dinámicas activan emociones profundas de pertenencia y orgullo. Las personas sienten que forman parte de algo más grande y que sus acciones contribuyen al reconocimiento de su país. Este tipo de interacción refleja cómo la identidad y el sentido de grupo se fortalecen en entornos digitales, generando motivación para participar y defender lo propio de manera intensa”, indica, desde otra perspectiva, Liudmila Loayza, directora de la carrera de Psicología en Unifranz.

En este contexto, agrega Loayza, los retos virales se convierten en una especie de espejo emocional que refleja la necesidad de reafirmar raíces. Defender una receta, un baile o un acento, no es trivial, es el recordatorio de que la cultura es una herencia viva que se protege incluso en espacios virtuales. Así, lo que se cocina en una olla termina teniendo la misma relevancia simbólica que lo que se grita en un estadio. 

“Cada interacción digital se puede entender como una estrategia de marketing cultural. Las publicaciones, los memes y los videos no solo entretienen, sino que posicionan la identidad de un país y fortalecen su visibilidad global, generando un efecto de branding que aprovecha el orgullo y la participación colectiva”, acota Camacho.

Estrategia de marketing digital

Pero detrás de la viralidad también se esconde la lógica del marketing digital. Estos concursos no solo entretienen, sino que generan un movimiento colectivo que incrementa interacciones, posiciona tendencias y convierte la identidad nacional en una estrategia de participación masiva. Cada país se vuelve su propio embajador, y cada usuario, un portavoz que publicita muchas veces sin darse cuenta su cultura frente a un público global.

“El verdadero premio no es ganar la competencia, sino lograr que la cultura de un país tenga un espacio dentro de la conversación global. Cada publicación, video o meme fortalece la visibilidad de un país y crea un efecto multiplicador, donde más personas se sienten orgullosas de sus raíces y motivadas a defenderlas activamente”, agrega Camacho.

El Mundial de Comidas es solo un ejemplo entre muchos, ya antes se habían viralizado competencias similares sobre acentos, banderas o canciones tradicionales. En todos los casos, la fórmula es la misma, una mezcla de entretenimiento, orgullo y deseo de reconocimiento que moviliza a comunidades enteras. Porque en internet, hasta el gesto más pequeño puede ser leído como una causa nacional.

“Internet tiene la capacidad de convertir lo cotidiano en un fenómeno masivo de identidad cultural. Cada usuario puede amplificar la visibilidad de su país a través de pequeñas acciones, demostrando que el patriotismo digital es real y poderoso, y que la construcción de comunidad alrededor de símbolos culturales puede generarse sin necesidad de eventos presenciales”, concluye Lozada.

Estos fenómenos revelan que el patriotismo no es un sentimiento exclusivo de fechas conmemorativas ni de victorias deportivas. También late en la defensa de lo cotidiano, en una receta, en un meme o en un reto viral. Y aunque el escenario parezca trivial, lo que realmente está en juego es el derecho a existir y a ser visto en un mundo cada vez más globalizado. Cuando las pantallas se encienden, las banderas se levantan, aunque sea desde un simple clic.

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