Estudiantes realizan una investigación sobre el reglamento de aguas domiciliarias que sostiene la salud de las ciudades

En Villa Primero de Mayo, Santa Cruz, cada temporada de lluvias se repite la misma escena: calles anegadas, casas inundadas y desagües colapsados. El caso no es aislado. En Cochabamba, varias zonas se inundan por el colapso del sistema de alcantarillado, mientras que, en La Paz, mazamorras y deslizamientos atentan contra la seguridad de los habitantes.
Los casos reflejan un problema que va más allá de la falta de obras: un reglamento técnico para el diseño y la construcción de redes de agua potable, alcantarillado y drenaje pluvial a nivel domiciliario que no logra responder al crecimiento urbano acelerado.
Ante este problema, estudiantes de Derecho de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, realizaron un análisis del Reglamento Nacional de Instalaciones Sanitarias Domiciliarias (RENISDA). Identificaron posibles vacíos y trabajaron una propuesta para la revisión de la norma.
“El trabajo responde a la necesidad de identificar los posibles vacíos a nivel normativo al interior del RENISDA. Se realizó un análisis de los parámetros relacionados a la concepción y definición del manejo de agua en instalaciones y edificaciones de índole privada. Se logró determinar la existencia de vacíos a nivel de determinación adecuada de conceptos, como el caso de aguas verdes y aguas grises”, explica el docente responsable de este trabajo, Rodrigo Milan.
Como respuesta se estructuraron tres documentos de índole jurídica: Informe Legal (carácter descriptivo), Análisis Legal (carácter analítico-comprensivo) y Criterio Legal (de carácter evaluativo y conclusivo). El docente explica que estos permiten no solo el abordaje de la realidad, sino también la comprensión de la problemática para la generación de una respuesta o postura resolutiva.
El manual de manejo de aguas para las viviendas
El RENISDA, vigente desde 2011, fue elaborado por el Ministerio de Medio Ambiente y Agua (MMAyA) como una norma base para el diseño y la construcción de redes de agua potable, alcantarillado sanitario y drenaje pluvial a nivel domiciliario. Su objetivo es garantizar que cada vivienda boliviana tenga instalaciones seguras y saludables.
En teoría, ningún proyecto habitacional debería aprobarse sin que la norma se cumpla. Los municipios deben revisarlo en la aprobación de planos y las empresas prestadoras de servicios de agua (EPSA) deben aplicarlo al momento de conectar viviendas.
Sin embargo, con vacíos legales e imprecisiones, su aplicación se vuelve desigual fuera del centro urbano. En barrios que crecen sin control, las conexiones clandestinas y el mal diseño de drenajes terminan colapsando el sistema entero.
“Contar con una normativa como la del RENISDA, bien estructurada y sin vacíos, es absolutamente crucial. Debemos entender que el RENISDA es la base para que los municipios puedan estructurar sus propias normativas internas. Por eso, la concepción del RENISDA debe ser precisa, clara y coherente, actuando como una guía sólida para la elaboración de los instrumentos de regulación a nivel municipal”, afirma Milan.
Añade que esto no solo permite subsanar inconsistencias, sino que también promueve una gestión del agua uniforme en todo el país, garantizando que los esfuerzos por el uso sostenible del recurso hídrico sean realmente efectivos.
Aguas grises, un tema urgente
Uno de los vacíos identificados está en las aguas grises. Estas son las aguas residuales que provienen de actividades domésticas como duchas, lavamanos, lavanderías y lavavajillas. No contienen desechos fecales, pero sí jabón, restos de comida y productos químicos domésticos.
En edificios y viviendas, duchas, lavamanos y lavanderías generan diariamente decenas de litros de agua que terminan drenándose como residuo. Lo que muchos desconocen es que esta agua, llamada “agua gris”, podría tener una segunda vida para riego de jardines, limpieza de áreas comunes o incluso descarga de inodoros, si se trata adecuadamente.
Según estudios de Unifranz, una vivienda promedio puede generar hasta 150 litros diarios de aguas grises. En un edificio de 50 departamentos, el volumen podría llegar a 7.500 litros que podrían reutilizarse.
La reutilización de aguas grises no solo reduce la demanda de agua potable, también disminuye la carga en los sistemas de alcantarillado, los mismos que colapsan y causan emergencias durante la época de lluvias.
Solo en Santa Cruz, en 2022, la Autoridad de Fiscalización y Control Social de Agua Potable y Saneamiento Básico reportó más de 5.000 conexiones clandestinas de alcantarillado. Estas descargaban directamente a canales de drenaje, aumentando la contaminación de aguas superficiales.
Catorce años sin actualización
El reglamento cumple ya 14 años sin cambios. En ese tiempo, Bolivia enfrentó transformaciones drásticas: más lluvias intensas, períodos secos prolongados y la necesidad de reúso de agua en ciudades con déficit hídrico como Cochabamba.
Las deficiencias no solo generan molestias urbanas, también afectan la salud pública. Según datos del Ministerio de Salud, las enfermedades diarreicas agudas se mantienen entre las 10 principales causas de morbilidad en Bolivia, con más de 400.000 casos reportados en 2023. Una parte de estos brotes se relaciona con el contacto con aguas servidas mal gestionadas.
Especialistas de diferentes instancias coinciden en que es urgente actualizar el RENISDA e incluir lineamientos obligatorios sobre aguas grises. En la práctica, cada ducha y cada lavamanos podrían convertirse en una oportunidad para ciudades más resilientes y sostenibles.
Que el análisis de la norma venga desde la academia y de los futuros profesionales, para el docente, es invaluable. Se va mucho más allá de la teoría de los libros y obliga a los estudiantes a meterse de lleno en un problema real y a abordarlo desde la raíz.
“No solo aprenden a identificar un vacío normativo, sino a entender por qué existe y a proponer una solución estructurada y completa. Finalmente, la elaboración de un informe, un análisis y un criterio los dota de una visión integral que permite desarrollar capacidades de comprensión y, sobre todo, de asimilación inteligente de las circunstancias que se suscitan en la realidad social”, dice Milan.
El desafío está planteado: Bolivia necesita un RENISDA renovado y aplicado sin excepciones. Porque detrás de cada tubería hay algo más que agua: está en juego la salud, la seguridad y la economía de las ciudades.