Educar el cuerpo: la sexualidad también se aprende en primaria

By Paula Beatriz Cahuasa

Imagen Unifranz

Por Jorge López

Cuando se habla de educación sexual en primaria, la primera reacción suele ser de alarma. El miedo a que los niños pierdan la inocencia o se expongan a contenidos inadecuados ha alimentado mitos durante años. Sin embargo, hablar de sexualidad desde la niñez no significa hablar de sexo, sino de respeto, cuidado y prevención.

“Los niños tienen derecho a conocer su cuerpo, a nombrarlo correctamente, a saber qué está bien y qué no. Eso no los adelanta ni los confunde. Les da herramientas para cuidarse y protegerse en un mundo donde los riesgos existen, incluso dentro de sus propios hogares”, explica Carmen Aguilera Alarcón, docente de la carrera de Psicología de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.

Los contenidos de educación sexual integral (ESI) en el nivel primario no buscan adelantar procesos biológicos ni inducir a prácticas sexuales. Están diseñados para enseñar a niños y niñas a diferenciar entre un contacto apropiado y uno indebido, a reconocer sus emociones y a expresar su incomodidad cuando algo no está bien.

“Cuando un niño sabe que nadie puede tocarlo sin su permiso, que su cuerpo es suyo y que tiene derecho a decir no, no solo se protege a sí mismo. También comienza a desarrollar una autoestima saludable y un sentido claro de sus derechos”, explica Aguilera.

En un contexto donde la violencia sexual hacia menores ocurre mayoritariamente en entornos cercanos, la ESI se vuelve una herramienta fundamental para la prevención. Enseñar a los niños que su cuerpo es suyo y que tienen derecho a decir “no”, no es adoctrinamiento, sino cuidado emocional y físico.

“Muchos padres creen que la educación sexual integral enseña a los niños a tener relaciones sexuales. Nada más alejado. Se trata de enseñarles a expresar emociones, reconocer peligros y construir relaciones basadas en el respeto”, sostiene la psicóloga y docente en Unifranz.

En Bolivia, el debate sobre la inclusión formal de la ESI en primaria aún está en pañales. Aunque existen iniciativas puntuales en algunas escuelas privadas y rurales, el país carece de una política nacional clara que garantice este derecho desde los primeros años escolares.

“Si una niña de ocho años sufre abuso y no sabe ponerlo en palabras, no podrá contarlo. La ESI da lenguaje, conciencia y confianza. No es morbo ni ideología, es una herramienta de protección ante una realidad dolorosa”, reflexiona la docente universitaria.

Los contenidos de ESI no son improvisados ni dependen del criterio personal del docente. Se basan en marcos pedagógicos, psicológicos y sanitarios ajustados a la edad de los estudiantes. Hablar de emociones, de límites, de confianza y del cuerpo forma parte del crecimiento saludable.

“En primaria no se enseña sobre prácticas sexuales. Se habla de convivencia, respeto, emociones, cuidado del cuerpo. Es un enfoque integral que fortalece desde lo emocional hasta lo cognitivo”, remarca la psicóloga.

La falta de ESI también se traduce en embarazos adolescentes, enfermedades de transmisión sexual y situaciones de abuso no detectadas. Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en América Latina una de cada cinco adolescentes se embaraza antes de los 18 años, muchas veces sin haber recibido información básica sobre reproducción o consentimiento.

“La evidencia muestra que la educación sexual integral no adelanta la actividad sexual, sino que la retrasa y la vuelve más responsable”, señala un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), sobre prácticas efectivas en salud escolar.

Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) es enfática: la educación sexual debe iniciar en la infancia. Su enfoque, publicado en el documento “Estándares para la Educación en Sexualidad en Europa”, establece que los contenidos deben ser adecuados para cada edad y centrados en valores como la igualdad, el respeto y la libertad.

“La educación sexual no es un privilegio, es un derecho y, como todo derecho, debe ejercerse temprano, sin miedo y con responsabilidad. Lo contrario es dejar a los niños solos frente a peligros que ni siquiera saben nombrar”, concluye Aguilera Alarcón.

Para implementar con éxito la ESI, la formación docente es clave. La Unesco recomienda capacitar a los maestros no solo en contenidos, sino en estrategias de comunicación con niños, habilidades socioemocionales y gestión de preguntas difíciles. Además, sugiere involucrar a las familias y comunidades para evitar malentendidos.

“La participación de los padres y madres es fundamental para que la educación sexual no se convierta en una batalla ideológica, sino en una alianza por el bienestar de los niños”, afirma el informe “Educación Integral para el Siglo XXI” de la Unesco.

Educar sobre el cuerpo, los vínculos y los derechos desde la infancia no es una amenaza a la niñez, sino una forma de blindarla. Negarse a hablar de sexualidad en primaria no preserva la inocencia, sino que muchas veces la expone. El silencio nunca ha sido protección; la información, sí.

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