La innovación educativa debe nacer del diálogo entre lo global y lo local

By Lily Zurita Zelada

Francesc Pedró, director del Instituto Internacional de la Unesco para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (Unesco IESALC). Imagen Unifranz.

La innovación educativa genuina no puede ser importada ni replicada sin filtros; debe construirse desde un diálogo profundo entre lo global y lo local. Esta premisa, que adquiere fuerza en contextos de alta diversidad cultural como América Latina, sugiere que las soluciones educativas más relevantes y sostenibles surgirán del encuentro entre los saberes universales y las realidades particulares de cada territorio.

“La innovación educativa no puede ser una importación acrítica de modelos externos. Debe nacer del diálogo entre lo global y lo local, entre la tradición y la vanguardia”, afirma Francesc Pedró, director del Instituto Internacional de la Unesco para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (Unesco IESALC).

Pedró será uno de los protagonistas del VI Foro Internacional de Innovación Educativa (FIIE 2025), que se celebrará el 3 y 4 de julio en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia. El evento, organizado por la Universidad Privada Franz Tamayo, Unifranz, reunirá a expertos internacionales para debatir cómo articular la innovación educativa con los desafíos contemporáneos, poniendo especial énfasis en la sostenibilidad.

Según el director de Unesco IESALC, la transformación digital es una herramienta poderosa para cerrar brechas de desigualdad, pero debe ser usada con cuidado.

“La transformación digital representa una oportunidad extraordinaria para democratizar el acceso a la educación superior de calidad”, señala. “En UNESCO IESALC hemos observado cómo las tecnologías pueden eliminar barreras geográficas, permitiendo que estudiantes en regiones rurales o alejadas accedan a programas académicos que antes eran impensables”.

Sin embargo, Pedró advierte que la digitalización por sí sola no es la solución.

“Debe ir acompañada de políticas que garanticen conectividad, formación docente adecuada y diseño pedagógico inclusivo”, explicó, destacando ejemplos donde la tecnología ha permitido a universidades llegar a comunidades indígenas, respetando sus lenguas y cosmovisiones. “La clave está en que la tecnología sea un puente, no una nueva barrera”.

Este enfoque integrador implica una revisión crítica de los modelos educativos heredados. En América Latina es urgente valorar e incorporar los saberes ancestrales y locales en el currículo universitario.

“Las universidades deben ser espacios donde el conocimiento científico dialogue con las epistemologías indígenas y comunitarias, especialmente en un país como Bolivia, rico en diversidad cultural”, subraya Pedró.

Pero esta transformación no será posible sin el respaldo de políticas públicas sólidas y sostenidas. Para Pedró:

“La educación superior no es un lujo, es una inversión estratégica para el desarrollo sostenible”. Añade que “los países que han logrado transformaciones sociales y económicas significativas han tenido una cosa en común: políticas educativas coherentes y de largo plazo”.

Las políticas educativas bien diseñadas crean ecosistemas donde la innovación y la formación de talento humano pueden florecer, particularmente en contextos donde la educación debe responder a crisis sociales, ambientales y tecnológicas de gran escala.

Uno de los desafíos clave para lograrlo es garantizar la continuidad y coherencia de las políticas más allá de los ciclos políticos.

“Hemos visto demasiados casos donde excelentes iniciativas educativas se pierden con los cambios de gobierno. La educación superior requiere visión de Estado, no solo visión de gobierno”, advierte Pedró.

También destaca la importancia de la articulación entre niveles educativos y sectores sociales.

“Las políticas deben conectar la educación superior con la educación básica, con el sector productivo, con las necesidades de investigación y desarrollo, y con las metas de sostenibilidad ambiental. Esta articulación sistémica es compleja pero esencial”, afirma.

En este sentido, el VI FIIE 2025 se configura como un espacio estratégico para intercambiar experiencias, compartir modelos exitosos y construir una agenda regional de innovación educativa con sentido local. Bolivia, con su diversidad cultural y riqueza epistémica, tiene un papel fundamental en este proceso.

“La educación superior debe ser un motor de transformación social que respete y potencie la diversidad cultural”, concluye. “Bolivia tiene una riqueza epistémica extraordinaria que puede contribuir significativamente a los debates globales sobre sostenibilidad, justicia social y desarrollo alternativo”.

Finalmente, Pedró expresa su reconocimiento por el espacio de reflexión creado:

“Mi mensaje para el Foro es claro: la innovación educativa no puede ser una importación acrítica de modelos externos. Debe nacer del diálogo entre lo global y lo local, entre la tradición y la vanguardia. Las universidades bolivianas tienen la oportunidad de liderar este tipo de innovación auténtica y contextualizada”.

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