Turismo vivencial, la clave por la que puede apostar y aprovechar Bolivia

By Paula Beatriz Cahuasa

Bolivia, con su riqueza en biodiversidad y cultura, se presenta como un destino ideal para el turismo vivencial, una forma de viajar que conecta a los visitantes con la esencia de las comunidades locales. Desde las misiones jesuíticas en la Chiquitania hasta los paisajes surrealistas del Salar de Uyuni, pasando por el Parque Nacional Madidi, el país ofrece experiencias inmersivas que van más allá del turismo convencional.

“En el mundo tenemos 104 ecosistemas, de los cuales Bolivia tiene 83 de ellos. También hay 14 zonas fisiográficas bien marcadas y Bolivia tiene las 14. Cuán ricos somos en biodiversidad y no solo en cultura viva”, destaca Juan Carlos Núñez, docente de la carrera de Administración de Hotelería y Turismo de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, y uno de los mejores guías de turismo del mundo, según la Revista New York Times.

El turismo vivencial permite a los visitantes sumergirse en la cultura, tradiciones y estilos de vida de las comunidades locales. Este enfoque se ha convertido en una tendencia global, ofreciendo experiencias únicas en paisajes espectaculares. Para que el turismo vivencial sea exitoso, es fundamental contar con infraestructura de calidad y estrategias efectivas de promoción. 

“No se trata solo de publicitar destinos, sino de garantizar condiciones que brinden una experiencia satisfactoria y segura para los visitantes. Esto implica ofrecer hotelería de calidad, donde la higiene y el confort sean prioritarios, así como una alimentación saludable que no ponga en riesgo la salud de los turistas”, agrega Núñez. 

Para el experto, un ejemplo destacado de turismo vivencial en Bolivia es Chalalán en el Parque Nacional Madidi, que ha atraído a viajeros de todo el mundo, incluidas celebridades como Harrison Ford y Leonardo DiCaprio. Del mismo modo, el Salar de Uyuni que fue escenario de producciones internacionales como Star Wars: Los últimos Jedi, además de cautivar a figuras como Gael García Bernal. Estos lugares, aunque emblemáticos, todavía tienen un enorme potencial por desarrollar para atraer aún más visitantes.

El turismo vivencial también juega un papel clave en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 de Naciones Unidas. Al involucrar a las comunidades locales en la oferta turística, se genera un impacto positivo en la economía regional, se fomenta la preservación del patrimonio cultural y natural, y se promueve una distribución equitativa de los beneficios. 

“Ir a visitar esos pueblitos remotos, metidos en la selva o en toda la sabana cruceña, encontrar una iglesia magnífica hecha a mano desde el siglo XVIII y cómo hasta el día de hoy lo van regenerando, es parte del turismo responsable y sostenible”, subraya Núñez.

Esta modalidad de turismo no solo beneficia a las comunidades, sino que también permite a los viajeros experimentar un intercambio cultural único. Las 36 naciones indígenas y los más de 200 grupos étnicos de Bolivia representan una oportunidad inigualable para aprender sobre costumbres y tradiciones milenarias en el país. 

“Ir a visitarlos o disfrutar de sus costumbres hace que enriquezca esa sed de conocimiento de lo que es tuyo, aunque seas extranjero se vuelve tuyo porque compartes y el objetivo es salvaguardar y optimizar los recursos que tenemos no depredando el medio ambiente”, reflexiona Núñez.

Sin embargo, para que el turismo vivencial alcance su pleno potencial, es necesario abordar desafíos como minimizar su impacto ambiental y garantizar que los beneficios lleguen a todas las partes involucradas. Diseñar políticas públicas integrales que involucren a gobiernos, comunidades y empresas es crucial para consolidar esta forma de turismo como un motor de desarrollo sostenible y equitativo.

“Solo a través de un enfoque integral y colaborativo, que involucre a gobiernos, comunidades y empresas, podremos aprovechar plenamente el potencial del turismo vivencial para avanzar hacia un futuro más sostenible y equitativo. En un país tan rico en biodiversidad y cultura como Bolivia, el turismo vivencial no es solo una oportunidad económica, sino una herramienta poderosa para la conservación y el desarrollo humano”, concluye Núñez.

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