Por Guiomara Calle
En un ring lleno de trampas internas y rodeado de jóvenes emocionados se desarrolla “Guerra de Titanes: Sin perdón para el perdedor”, una batalla de robots que no sólo desafía la creatividad y habilidades de los estudiantes, sino que también brinda una oportunidad única para aprender haciendo mientras se divierten.
El ambiente es electrizante. Los robots se enfrentan en un ring especialmente diseñado y con una bola de demolición en el medio que dificulta más las batallas. Cada equipo pone a prueba sus estrategias para tumbar al oponente y esquivar todas las trampas internas. Entre ellos están los creadores del robot “Princesa”, una ruda adversaria que demostró en el primer duelo que las apariencias pueden engañar.
“Estamos felices porque logramos ganar en la primera ronda. Hemos pasado muchas noches trabajando en esto y el esfuerzo valió la pena. Princesa es fuerte y resistente, y demostró que ellas pueden esconder una gran fortaleza”, asegura Santiago Tabera, estudiante de la carrera de Ingeniería de Sistemas de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, tras mencionar que el equipo lo integra junto con Jhon Bellido, Jason Velasco, Alan Gallegos y Daniel Calle.
Cerca de ellos y dentro de una piscina inflable, el robot Leviatán también llama la atención de los asistentes. Los creadores son Cristopher Flores y la comunidad de hardware de Ingeniería de Sistemas de la misma universidad. “Hemos desarrollado un robot acuático al que queremos darle la utilidad de ayudar a limpiar los ríos. Utilizamos aislantes para protegerlo y motores de última tecnología. Es un gran reto que combina creatividad y compromiso ambiental”, explica.
Creatividad y habilidades
Noemí Moller, directora de Ingeniería en Sistemas de Unifranz, detalla que “Guerra de Titanes” es un evento organizado por estudiantes de su carrera que va más allá de la batalla de robots. “Los estudiantes tuvieron la oportunidad de crear sus propios robots, pero quisimos hacer que se enfrenten en batallas épicas. Es increíble ver cómo cada equipo pone en práctica lo que aprendió en clases de electrónica, programación y diseño. Ellos aprenden haciendo y divirtiéndose”.
Por su parte, Roberto Verástegui, docente de Ingeniería de Sistemas, destaca que esta actividad permite a los estudiantes interactuar con hardware (partes físicas y tangibles de un sistema informático) y software (programas informáticos que hacen posible el funcionamiento de una computadora) con base en los conocimientos adquiridos y la investigación propia que aplicaron.
“Cada equipo construyó su robot en solo dos o tres semanas, y eso implica un trabajo arduo y una inversión considerable. Pero lo mejor es que están aplicando sus conocimientos de manera innovadora, utilizando materiales reciclados y técnicas aprendidas en clase”, resalta el docente.
Las batallas de robots y la educación
Las batallas de robots son competiciones donde los participantes diseñan, construyen y programan robots para competir en diferentes desafíos, como duelos uno a uno, carreras o desafíos de habilidad. Estas actividades son muy atractivas en entornos educativos porque ofrecen varios beneficios:
- Aplicación práctica de conocimientos: Los estudiantes aplican principios de ingeniería, programación y matemáticas al crear sus robots, lo que refuerza el aprendizaje teórico.
- Desarrollo de habilidades técnicas: La construcción y programación de robots ayudan a los estudiantes a desarrollar habilidades en robótica, electrónica, y programación, que son muy valoradas en el mercado laboral actual.
- Fomento del trabajo en equipo: Estas competiciones habitualmente se llevan a cabo en equipos, lo que promueve la colaboración, la comunicación y la resolución de problemas en grupo.
- Creatividad e innovación: Los estudiantes tienen la libertad de idear y crear soluciones innovadoras para superar los desafíos de la competencia, lo que estimula su creatividad.
Es así que estas batallas de robots no son solo un espectáculo, sino una plataforma de aprendizaje que fomenta la creatividad, el trabajo en equipo y la resolución de problemas. Cada golpe y cada movimiento en el ring es una lección de vida, donde los estudiantes aplican lo aprendido en sus clases y descubren nuevas formas de pensar y crear. No solo se trata de circuitos y programación, sino de crear, innovar y divertirse mientras construyen su futuro.