Terror sobre ruedas: Camila pensó que no volvería a ver a su hija tras ser raptada por un taxista

Eran casi las 10 de la noche cuando Camila salió de trabajar, como lo hacía cada día en una tienda del centro de Santa Cruz. A sus 24 años, lleva el peso de ser madre soltera y el compromiso de cuidar también a sus padres ya mayores. Aquella noche, tomó un taxi sin saber que su vida cambiaría por completo.
El conductor desvió la ruta habitual y activó los seguros. Camila fue secuestrada. La llevaron a las afueras de la ciudad y la mantuvieron retenida junto a otra joven. Fue gracias a una llamada anónima y la acción de la policía que logró ser rescatada. Regresó a casa golpeada, pero con vida. A diferencia de muchas otras mujeres, ella volvió.
La historia de Camila es un reflejo de una realidad que duele y que se repite cada día en Santa Cruz, Bolivia y el mundo: mujeres que no llegan a casa y desaparecen en trayectos cotidianos.
Solo en los primeros dos meses de 2025, la Fiscalía General del Estado registró 8.477 casos de violencia en Bolivia. Entre estos, hubo 554 casos de abuso sexual, 515 de violación, 358 de violación de infantes, niñas, niños o adolescentes, 315 de estupro y 217 casos por otros delitos. El departamento de Santa Cruz lidera las estadísticas con 3.098 denuncias, seguido por La Paz (2.016), Cochabamba (1.269), Tarija (641), Potosí (471), Chuquisaca (407), Beni (263), Oruro (211) y Pando (101).
“Estos datos no solo son una estadística, son un llamado a la acción de toda la sociedad boliviana”, destacó Roger Mariaca, fiscal general del Estado, mediante un boletín de prensa.
Motivados por historias como la de Camila y por el clamor silencioso de miles de mujeres que viven con miedo, un grupo de estudiantes de la carrera de Ingeniería de Sistemas están desarrollando “Ladys To Go”, una plataforma de transporte que busca cambiar las reglas del juego.
Se trata de una plataforma digital de servicio de taxi exclusivo para mujeres y conducido únicamente por mujeres. La iniciativa busca brindar un espacio seguro tanto para pasajeras como para conductoras, respondiendo a una necesidad real y creciente en la sociedad.
“El miedo y la inseguridad al salir a la calle es algo en común en la mayoría de las mujeres de nuestra sociedad. Es triste, pero hay que empezar a crear soluciones que ayuden a terminar con este problema que pone en riesgo la vida de nuestras hijas, hermanas, esposas, amigas y todas las mujeres sin excepción de edad o clase social”, enfatiza Marcelo Pacheco, director de la carrera de Ingeniería de Sistemas de Unifranz.
Historias como la de Camila no deberían repetirse. Y aunque aún queda mucho por hacer, proyectos como este muestran que cuando la tecnología y la empatía se unen, se pueden construir caminos más seguros para todos.