Por Lily Zurita
“Pensé que todo estaba perdido. Hoy sé que la educación me ha dado una segunda oportunidad”, así comienza la historia de Daynor, uno de los 53 jóvenes que recientemente se graduaron en emprendedurismo en el Centro de Rehabilitación y Reinserción Social Qalauma, en La Paz.
Este programa, impulsado por el Centro e Incubadora de Emprendimientos y Negocios (CIEN) de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz El Alto, brindó esperanza y herramientas concretas para un nuevo comienzo a medio centenar de jóvenes en conflicto con la ley, que sueñan con un futuro mejor para ellos.
La reinserción social de personas privadas de libertad es uno de los desafíos más complejos en Bolivia. Sin embargo, los 53 jóvenes demostraron que, con educación, apoyo y determinación, es posible transformar sus vidas a partir de una segunda oportunidad.
“Todos los conocimientos que he adquirido los voy a aplicar afuera”, cuenta, orgulloso, Daynor, quien se destacó por su dedicación durante todo el curso que empezó en mayo y culminó este mes.
El Centro de Qalauma (agua que labra la piedra) se encuentra en el municipio de Viacha, a casi 30 kilómetros de la urbe paceña, y es el primer centro del país especializado en rehabilitación de jóvenes en conflicto con la ley por medio de programas de reinserción social. Su infraestructura fue instalada en un espacio de, aproximadamente, cuatro hectáreas y, en la actualidad, alberga a 577 internos, 53 de los cuales participaron en el programa del CIEN.
Formación integral para la reinserción social
El programa impulsado por el CIEN, de la carrera de Administración de Empresas de Unifranz El Alto, junto a Visión Mundial Bolivia (proyecto Youth Ready), la Fundación Aydha y la Dirección General de Régimen Penitenciario de La Paz, no solo ofreció formación técnica a los privados de libertad, sino también cursos de liderazgo y habilidades blandas.
Durante todo el curso, los jóvenes tuvieron acceso a conocimientos de marketing, contabilidad y gestión empresarial. Los métodos de enseñanza innovadores fueron parte de los talleres, tales como estudios de casos y simulaciones empresariales, que involucraron a los internos activamente en su proceso de aprendizaje. También se organizaron talleres prácticos con expertos en diferentes áreas, proporcionando así conocimientos especializados y experiencias de la vida real.
Según Patricia Pozo, directora de la carrera de Administración de Empresas de Unifranz, “ha sido muy alentador apoyar a estos jóvenes que necesitan adquirir las diferentes herramientas y habilidades que les hemos brindado para que puedan fortalecer sus emprendimientos”.
Cristian, otro joven privado de libertad, compartió su experiencia en el acto de graduación. “Estos cursos son demasiado importantes, nos han motivado mucho. Estamos privados de la locomoción, pero no del estudio”. Su testimonio refleja la esencia del programa, que es brindar oportunidades de aprendizaje que trascienden las barreras físicas y emocionales del encierro.
Tecnología y creatividad para el cambio
Los jóvenes, tras cumplir su condena, se enfrentan a la estigmatización que existe sobre los exprivados de libertad y a la búsqueda de formas de reinserción plena. Uno de los ejemplos más inspiradores es el de Abisail, quien sueña con fabricar juguetes como parte de su proceso de reinserción social. El joven desarrolló un pequeño auto con control remoto utilizando tecnología Arduino, módulos Bluetooth y luces LED.
“Mi objetivo es hacer las cosas bien. Quiero salir de aquí y seguir fabricando más cochecitos para vender”, asegura con determinación porque ya piensa en el futuro y dice, con seguridad, que saliendo fabricará productos de robótica para comercializarlos.
Este enfoque en la tecnología y la innovación muestra que la formación en Qalauma va más allá de lo convencional. Se trata de preparar a los jóvenes para enfrentar los desafíos del mercado actual, fomentando una mentalidad emprendedora que les permita crear sus propias oportunidades.
El desafío de la reintegración social
El proceso de reinserción social no termina con la graduación. Los jóvenes se enfrentan a una serie de dificultades para encontrar empleo. Daniel Callizaya, director departamental de Régimen Penitenciario de La Paz, reconoce este desafío. “Lamentablemente, afuera es complicado conseguir trabajo para cualquier persona, imagínense para un exprivado de libertad se le hace el doble de complicado. Es por eso que, con los centros productivos, hacemos que tengan esa mente emprendedora”.
Este programa no solo les enseña a emprender, sino también a creer en sí mismos. Para Callisaya, “el trabajo y el estudio” son los pilares fundamentales para la reinserción social.
Colaboración: clave para el éxito del programa
El éxito de esta iniciativa fue posible gracias al trabajo conjunto entre instituciones educativas, fundaciones y el sistema penitenciario. Ángel Chipana, gerente de operaciones de World Vision Bolivia, destaca que “estamos muy contentos porque hoy hemos visto plasmado la culminación de todo este proceso de aprendizaje. Esto es producto de todo este trabajo conjunto”.
Este enfoque colaborativo demuestra que la reinserción social es una responsabilidad compartida. Universidades, organizaciones civiles y la sociedad en su conjunto deben trabajar de la mano para ofrecer segundas oportunidades a quienes más las necesitan.
La graduación de estos jóvenes es un símbolo de lo que se puede lograr cuando se invierte en educación y en el potencial humano. Cristian lo resume: “La única manera de formar parte del futuro es construirlo. No podemos esperar a que las condiciones sean perfectas para nosotros”.
Daynor, Abisail y Cristian son ejemplos vivos de que la rehabilitación y la reinserción social son posibles. Este programa les ha dado las herramientas, pero el verdadero cambio comenzará con su voluntad de reescribir sus historias.
“Estamos privados de la locomoción, pero no se nos ha privado del estudio”, concluye Cristian. Sus palabras son un recordatorio poderoso de que, con el apoyo adecuado, cada persona puede encontrar su camino hacia una segunda oportunidad.