El abordaje de un caso de discapacidad intelectual, en sus diferentes niveles, demanda la participación del sistema educativo que debe proporcionar garantías para la formación de los estudiantes que padecen esa patología, pese a las limitaciones. Las terapias con tecnología cierran esas brechas de inclusión en un grupo regular de educandos.
La política estatal, a través de las leyes, es clara en el sentido de que hay igualdad de derechos y acceso a la educación. El abordaje de un caso de estudiante con discapacidad debe clasificar el tipo de apoyo que necesita para lograr autonomía, apoyados en un plan basado en inclusión, en la idea de las oportunidades para todos los que comparten el aula.
María pasó los niveles inicial, primer y segundo grado de primaria con notas regulares. La etapa de la pandemia facilitó sus clases porque fueron virtuales, sin embargo, los deberes colegiales respondían su hermana mayor y los padres no se percataron que el bajo rendimiento de la menor de las hijas era por una discapacidad intelectual leve.
La menor de edad, a sus ocho años, no podía hablar, tenía un comportamiento distractivo y no sabía leer ni escribir. Las notas de aprobación no reflejaban la realidad cognitiva de la niña y fue ahí cuando buscaron la ayuda de un pedagogo que lo primero que sugirió fue examinar con un psicólogo.
El diagnóstico fue discapacidad intelectual leve, hereditario, y encontraron dos alternativas para la educación de María, que acuda a un centro especial de niños con discapacidad, con el fin de que logre nivelar su aprendizaje, o que asista al curso regular con una atención especial por parte del educador. La segunda opción está en marcha y el avance del aprendizaje es lento pero notorio.
“La discapacidad intelectual se caracteriza por limitaciones que pueden ser significativas en el funcionamiento intelectual, pero también en la conducta adaptativa, es decir, en las habilidades conceptuales, sociales y sobre todo prácticas. Esta concepción general involucra todos los contextos, pero se acentúa marcadamente en el ámbito académico por el reto que supone la adaptación del estudiante al currículo determinado, a través de estrategias didácticas efectivas”, afirma Daniel Rolque, docente de la carrera de psicología en la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
Tipos de abordaje
Son al menos cuatro causas de la discapacidad intelectual: el trastorno genético, que son problemas de los genes, que son portadores de información de las características que va a heredar la persona. Algunos ejemplos de este trastorno son el síndrome de X frágil, la fenilcetonuria y el síndrome de Lesch-Nyhan.
La segunda causa son los trastornos cromosómicos, como el Síndrome de Down, de Prader-Willi y Angelman. La tercera causa es por factores biológicos y orgánicos, que aparecen antes, durante y después del nacimiento de una persona, por ejemplo, que la madre tenga enfermedades de sarampión y rubéola o tome toxinas y medicamentos.
Y, la cuarta causa es por factores ambientales, cuando la madre come mal durante el embarazo, toma drogas o alcohol durante el embarazo, hay falta de estimulación física y sensorial.
Rolque explica que las limitaciones observadas en los estudiantes que padecen de algún tipo de discapacidad intelectual deben ser tomadas en cuenta en torno a dimensiones que involucran la conducta adaptativa, que son las habilidades conceptuales, sociales y prácticas; las capacidades intelectuales. Además de la participación, interacciones y roles sociales del estudiante y la salud física y mental.
El abordaje de este tipo de casos en aulas debe seguir los pasos de evaluación, planificación y provisión de apoyo. “Entonces, es primordial identificar las experiencias vitales y metas deseadas del estudiante, el patrón e intensidad de la necesidad de apoyo, el personalizar el desarrollo, supervisar o medir el progreso y ante todo evaluar el avance”, detalla el académico.
En el hogar, el abordaje debe caracterizarse por un enfoque sistémico, que involucra la participación de todos los integrantes de la familia como personajes clave y coeducadores, para asegurar el aprendizaje efectivo. La calidad de vida debe ser en todos los planos, dice el profesional.
Rolque menciona que existen terapias innovadoras que consideran las habilidades cognitivas, la comunicación, la movilidad, el mantenimiento de aprendizajes, las habilidades sociales, el cuidado personal, el bienestar emocional, la autonomía, la autodeterminación, el bienestar físico, la autorregulación, la inclusión social; incluso terapias que incluyen intervención asistida con animales. Un ejemplo son los juegos de ludoterapia.
“El papel de la tecnología es esencial, pues brinda recursos que posibilitan mayor estímulo, pero se convierten además en una especie de acompañante terapéutico en cuanto a las demandas de las personas con discapacidad intelectual. La existencia de softwares especializados, aplicaciones didácticas e incluso recursos más básicos como podcast, plataformas interactivas que fomentan la curiosidad y otros”, afirma el profesional entrevistado.
Para Rolque, los estudiantes con este tipo de trastornos deben estar inmersos en aulas regulares para que desarrollen habilidades sociales y cognitivas, una de las claves es el apoyo personalizado, pero no el asistencialismo. Agrega que si el tratamiento es exitoso se desarrollarán estrategias para reducir preocupaciones o miedos, a que la persona con discapacidad se preocupe en desafíos específicos.
¿Qué realidad debe afrontar la persona con discapacidad cognitiva? Rolque considera que, para las proyecciones académicas o laborales, es importante tomar en cuenta el tenor de las políticas estatales, abrir fuentes laborales, espacios académicos, pasantías, trabajos dirigidos en instituciones estatales y privadas.